Capítulo 29: "Las Mejores y Sinceras Disculpas"

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Marz por último se colocó sus gafas y por enésima vez se preguntó si su atuendo azul claro era el adecuado para la situación. En realidad, no sabía que tramaba el chico pero de ninguna manera se perdería la invitación. Miro su reloj y suspiro al ver que ya era hora de enfrentar algunos asuntos. Aunque, ya todo estaba dicho, todo estaba hecho.

Salió de su tienda percatándose de que no había muchas personas a su alrededor, descansaban. Mordió un poco su labio y comenzó a caminar hacia en dirección a la sabana, lejos del campamento. Había un sentimiento en ella que temía que todo fuera una especie de chiste, podría dejarla plantada o quizá no se presentara por tener cosas mejores que hacer. No obstante siempre habría una chispa de esperanza en ella, solo esa moriría cuando él se lo dijera o simplemente con actos que dicen que mil palabras.

Marz ya no sabía que pensar. Sus pasos indecisos la llevaron hasta la sabana y casi se le va el aire de sus pulmones al ver absolutamente nada en ella, ni un rastro del chico, se quitó sus gafas desesperadamente.

"¿A qué diablos juega?"

—Me alegra que vinieras...

Ella reprimió saltar del susto, se llevó una mano a su pecho y suspiro exageradamente. El lucia impecable como siempre. Su camisa blanca hacia resaltar su chaqueta marrón que descasaba en sus hombros, bastante aliviado.

—Me asustaste —Robert sonrió. Marz solo esbozo una tierna, tenía planeado no rebasar sus propios límites otra vez, su orgullo impedía ciertas cosas ahora— Ven conmigo —susurro. Antes de que ella pudiera responder el tomo su mano y tiro de la misma para guiarla a algún lugar completamente desconocido para ella. Las emociones comenzaron a florecer cada vez más, aquellas que siempre fueron familiares al estar cerca de él.

No se alejaron mucho. De hecho "la sorpresa" se encontraba oculta por algunos árboles a los que Marz no les había brindado atención alguna. Esperaba una cena, algún picnic como siempre el hace, formal pero no, fue algo mucho mejor. Sus ojos se ampliaron al ver un aeroplano estacionado justo al frente de ella. Grisáceo y bien estructurado, solo para dos. Ella comenzó a recordar las pocas veces que había ido en uno, abrió su boca para hablar pero las palabras no salieron a tiempo, no podía salir del estado de shock.

—Sé que el atardecer es especial para ti... —dijo suavemente, su voz era ronca y algo insegura, no sabía cómo ella reaccionaria— ¿Por qué no verlo más de cerca?

Emocionada, confundida, sorprendida, halagada. Muchas emociones juntas que la impulsaban a estrechar su cuerpo contra el suyo y regalarle un caloroso abrazo. Sin embargo, se contuvo y se mantuvo en su posición. Ella y su estúpido orgullo.

—No digas nada —se apresuró a decir el al pasar los segundos— Por ahora, ven...

Ella vacilo pero termino siguiéndolo para acercarse más al aeroplano de color grisáceo. ¿Cómo logro conseguirlo? No lo sabía. Robert le ayudo a subirse. Le indico que colocara uno de sus pies en el ala del mismo y Marz obedeció, justo cuando se sentía independiente de realizar sus acciones sintió como una de sus manos reposo tranquilamente en sus caderas y le ayudo a subir levantándola un poco. Actos tan simples que lograban que su corazón golpeara con fuerza. Se sentó y respiro fuertemente. Robert tomo su cinturón y como si su misión fuera protegerla lo aseguro para que ella estuviera tranquila, Marz sintió como su corazón se encogió debido a su dulzura. El no tardó mucho en subir, se apresuró lo más que podía para no hacer a la chica esperar, sus manos temblaron un poco al colocarse sus guantes y su gorro para proceder a usar la última prenda; sus gafas de aviador.

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