Capítulo 7: "El Rey y la Reina"

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03 de enero de 1950.

Personas recorrían el lugar de manera escurridiza, como unas pequeñas hormigas sintiendo que todo está a punto de colapsar. Caminaban rápido, salían y regresaban. Hablaban y gritaban. Además de también hacer diferentes cargas desde cámaras hasta vasos de latte o expresso. La primera vez que Marz visito un set vivió un ambiente lleno de tensión. En el proceso de tratar de iniciar su vida en la pantalla grande, ella solo pertenecía a una más del montón. Por lo que no era tan valorada como las que llevaban experiencia en ese ámbito.

"Esfuérzate, ¿Quieres ser alguien grande? Esfuérzate."

Fueron las palabras que su madre susurro, creyendo que ella se encontraba en profundo sueño. Siempre las recordaba e incluso de manera inoportuna aprecian en su mente, resonando en el vacío de sus pensamientos. Serían las palabras que nunca olvidaría y no las había dicho con algún tipo de presión u obligación; las había dicho con esperanza. Aquella mujer delgada y con las manos ásperas de tanto trajinar desprendía alegría, amor y de nuevo una infinita esperanza que jamás se agotaría, pues era extensa como el mismo mar, abundante como las miles de hojas en los bosques verdes y tan claro e infinito como lo era el cielo azul.

Marz adoraba su madre, había sido la principal y la primera fuente de apoyo que tuvo, hasta que... poco a poco esta fuente se agotaba.

Una extraña clase de enfermedad la invadía, la consumía, lenta y piadosamente, como si de alguna manera, la enfermedad quería que esta maravillosa mujer no tuviera una muerte tan dolorosa. Las energías se agotaban y con ella las esperanzas de Marz de que viviera.

No hubo cura, al menos no a tiempo.

La madre de Marz había perecido. Había terminado su misión en la tierra, ella por otro lado tenía que seguir y continuar con la suya, aun cuando no estaba segura de cual era y esta repentinamente cambiara de rumbo. Recordaba a su madre como tenía que recordar que era momento de levantarse, tenaz e impregnado como un broche en su corazón.

Marz era esa pequeña porción de personas que la recordaba y jamás se deprimiría, agradecía porque esos momentos ocurrieron. Por Dios, era su madre ¿Por qué acordarse de su madre con lágrimas como si fuera alguien que le rompió el corazón? Cuando en realidad fue quien le dio a su vida un sentido y una dirección del camino que tomaría. Por su madre vivió, por ella aprendió verdaderas y valiosas lecciones; el jamás darse por vencido, es una de las tantas.

Entonces allí se encontraba Marz en el set. Se había convertido en una de las mejores actrices en Hollywood, era una estrella... Pero el dinero no compra la felicidad.

Empujo las puertas y estas se abrieron de par en par, para poder encaminarse por el desolado pasillo. Se reacomodo sus gafas negras evitando que rodaran hasta caer y chasqueo su lengua al percatarse de que la calor en su cuerpo comenzaba aumentar bajo aquel abrigo beige, que opto por colocarse pensando que caería sobre ella una tormenta.

Ahora el ardiente sol abrazaba todo Los Angeles, lográndola sofocar más de lo que ya lo hacía.

Daba grandes zancadas recuperando el tiempo perdido debido al pequeño retraso, acompañada por Jackson y la asistente del Dave. Los largos pasillos estaban repletos de carteleras de información y cuadros de las películas que lograron alcanzar la notoriedad.

—Por aquí —la voz femenina la desprendió de sus pensamientos. Marz se supo de su nombre porque lo llevaba grabado en su pecho derecho con honor; Sandra. Ella tomo la perilla de una de las puertas del set y la empujo dando acceso a la habitación.

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