Capítulo 5: "Hormonas Alborotadas"

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Diminutos rayos tenues inundaban la habitación suave de Marz, eran como débiles reflectores, algo suaves debido al gigantesco árbol que se encontraba en frente del balcón. Marz los sentía, pero no quería despertar. Cada parte de su cuerpo le imploraba quedarse por siempre en la cómoda cama, aun cuando intentara incorporarse sentía que cada una de las partes de su cuerpo le pesaban dificultando la tarea de levantarse. No solo eso, pensaba que si lo hacía, todo lo que ocurrió en la noche anterior sería un sueño. Volvería a empezar el día treinta y uno de diciembre de mil novecientos cuarenta y nueva.

No habría ocurrido algún contacto alguno entre ella y Robert Kingsley. Pero entonces su profundo aroma la inundo otra vez, como si él estuviera a su lado. Sentía que lo necesitaba para respirar, para descansar, en el encontraba paz. Supo entonces que no fue en sueño, fue tan claro como el agua de que si paso todo, miles de momentos en retrospectiva volvieron a su mente.

Cuando le miro, cuando le hablo, cuando bailaron, cuando sus dedos rozaron contra su piel, cuando la abrazo y como su abrazo la había dejado sin habla. El agradable movimiento de sus labios contra su cuello y aquel susurro en su oído. Son sensaciones que muy pocas personas pueden hacer llegar a hacerte sentir.

La chaqueta de Robert seguía entre sus hombros. Paso sus dedos sobre ella sintiendo la suave textura de esta.

Tenía que levantarse. Era eso o quedarse tumbada en cama todo el día sin hacer nada... la segunda opción no estaba mal. Con la chaqueta de Robert puesta podría quedarse allí el tiempo que quisiera, pero no podía, tenía muchos pendientes que realizar...

—Muy bien, Marz. Arriba —susurro para sí. Esperando que su cuerpo siguiera las instrucciones dichas, pero simplemente no lo hizo. Ella saco todas las fuerzas que tenía y se levantó de la cama. Sus pies hicieron contacto con el suelo entonces, hacia frio, mucho frio, pero sin embargo ese solo se presentaba constante en la planta de sus pies.

Como si se tratara de separarse de un mejor amigo, dejo la chaqueta de Robert en la cama para irse a dar una ducha. Encendió el calefactor del agua que llenaba la tina y se despojó de su pijama de seda azul junto con sus bragas. Toco el agua con los dedos de sus pies asegurándose de su nivel térmico y lo suficiente de este, una vez hecho se introdujo en la tina e hincándose se sumergió por completo.

El agua era relajante, lograba quitar la tensión en todos los huesos de Marz y eso era lo que necesitaba. Tomo el jabón a su izquierda y procedió a pasarlo por sus brazos cuando escucho a Ari, llegar a su habitación. Sabía que era ella porque era la única que también tenía la llave de su casa y porque el resonante sonido de los tacones el tocar el suelo en cada una de sus pisadas era simple característica de la encantadora Ari.

—¡He llegado, Marz! —Anuncio ella— ¿Estás ahí cierto?

—Si ¿Feliz año Nuevo? —respondió ella aun estando en la tina, quitándose los restos de jabón en su cuerpo.

Ariana soltó un grito ahogado.

—¡Feliz año nuevo, Marz! ¿Dónde estuviste en toda la maldita fiesta? Te busque por todo el lugar y jamás llegue a encontrarte.

—Sí, me vine a casa temprano... Después de que fueran las doce. Estaba algo cansada...

Un largo suspiro se escuchó formando un silencio en la habitación. Se escuchaba era el sonido de las aves y el de las aguas chocar entre sí y no era del todo ruidoso, de nuevo relajante y pasaban desapercibidos. A Marz le entro el pánico.

"No me digas que deje la chaqueta de..." sus pensamientos se interrumpieron por el gritito sorpresa de Ariana.

—¡Marjorie Elizabeth Finn ¿Qué hace una chaqueta de hombre en tu maldita cama?! —vocifero, no furiosa, su voz era cargada de sorpresa pura, como si fuese imposible de creer.

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