06 de febrero, 1950.
Los labios de Marz eran mordidos constantemente por ella misma, era a causa del nerviosismo, sus pies se balanceaban de un lado a otro y su cabeza se apoyaba en sus delicados brazos. ¿Cuánto tiempo había estado esperando allí? ¿Algunas tres o dos horas? De todas maneras ya no importaba. El lugar se veía algo lleno, para cuando ella había llegado. Llegar a su turno le costaba esperar a que diez personas que delante de ella iban pasaran. Esperar y dinero, era el precio que pagar para poder realizar llamadas internacionales, le habían regalado un café algo agrio y dos galletas que se comió lentamente mientras esperaba en la incómoda silla, el sonido de la radio no era más que un comentarista que parloteaba sobre la película Sueños Salvajes y que con sinceridad se había vuelto aburrida.
La película ya estaba más que lista, en realidad solo faltaban cinco escenas para culminarla:
1. Escena en donde Marz debe lucir un largo vestido amarillo, esa escena es uno de los sueños de Adam que tuvo de Mia.
2. El beso entre Mia y Adam.
3. Cuando Adam emprende su travesía en la gran sabana y le promete a Mia volver a salvo.
4. El malvado plan de Jackson, antagonista de la historia, como lo planea, como fracasa, terminando por lastimar un poco a Adam.
5. Y por último el final feliz cuando Adam vive, y él y Mia son felices juntos (Hay otro beso en esa escena).
La película iba a ser un éxito y ya estaba llegando a su fin. La relación de Robert con Marz se había vuelto más unida que nunca. No podían separarse. Se les veía siempre juntos, en el set, en el desayuno, en la grabación y cuando no se les veía por ninguna parte, era porque estaban en un lugar solos, con privacidad para poder hablar y expresarse sin las cámaras y los molestos paparazzi. Solos para poder probar esos labios una vez más y disfrutar de la cercanía que había entre ellos. También Robert se había escabullido algunas veces a la habitación de Marz, pero solo para descansar junto a ella, mirar sus dos gemas azules y escuchar su suave voz hasta que el sueño ganara y sus parpados se cerrasen. Al siguiente día despertaban entre besos y siempre Robert mantenía sus brazos en la cintura de ella.
Marz no tenía idea de que eran pero lo que más le importaba era que no terminase nunca. Mordió su galleta una vez más, masticándola con lentitud, Robert se convirtió un tipo de adicción y de vez en cuando su mente era un revoltijo de preguntas.
—Marjorie Finn —hablo en alto y claro una voz masculina; por fin era su turno.
Se levantó de su silla y de inmediato algunas de sus articulaciones comenzaron a dolerle, maldijo en voz baja estirándose en un poco, no era la mejor manera de disfrutar un día libre en medio de grabaciones pero se le era necesario, necesitaba llamarles a los únicos hermanos que tiene en la vida. No había charlado mucho con ellos, desde su partida una sola llamada fue realizada y para su suerte ambos pudieron hablar con Marz, como era de esperarse casi se mataban entre si debido a la idea de compartir teléfono. La puerta de la cabina que se encontraba cerrada por cada cuarenta minutos por fin se abrió para ella, un sujeto de la tercera edad estaba dentro de ella y no parecía estar amargado por su trabajo.
—Vamos, pasa.
No se dijo más, ella que antes cautelosa estaba paso con paso decidido a la cabina, quien estaba antes salió y fue cerrada, estaría allí por un largo tiempo.
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Wildest Dreams
Fanfiction////// EN EDICIÓN ////// ―Nadie tiene que enterarse de que hacemos ―murmuro ella, agitada. Una sonrisa fue apareciendo lentamente en sus rosados y suaves labios, volvió a tomar el rostro de ella entre sus manos. Ajuntando sus narices, un acto de du...