14 de enero de 1950
Las manos de Marz se movían de un lugar a otro rápidamente. A la velocidad de la luz pasando diversos productos que se encontraban en su cocina de un lugar a otro mientras que algunos se los agregaba a la gran ensalada que esta preparaba. El reloj marcaba exactamente treinta minutos para las doce, a la hora que llegaría Bryce y Ari para la aclamada barbacoa y aunque el clima no era el adecuado para la ocasión la harían de igual manera y no la anularían. Tanto la sala de Marz como la cocina, tenían un ambiente fresco, no estaba el mismo constante calor de Los Angeles. Había sido sustituido por un agradable frio tranquilizador, las calles seguían húmedas debido a las leves lluvias que cubrieron la ciudad. Dejando ese aroma a lluvia que Marz tanto amaba, leves brisas frías y también nubosidad en todo el cielo no dejando ver ni una sola pizca de azul en él. Existía una fuerte conexión entre Marz y la lluvia, cuando leves lluvias llegaban a la ciudad sentía que cada pequeña gota que llegaba al suelo era en parte de desahogo, le hacía recordar mucho a la pequeña conversación que había tenido con su sobrina Sarah una vez.
—Tía Marz... ¿Por qué el cielo llora? —pregunto la pequeña al ver como llovía tranquilamente, su helado se derretía mientras miraba con cuidado como las gotas caían en el pequeño lago de cisnes, Portland, Oregon era un sitio interesante y relajador .Marz le sonrió.
—El cielo no está llorando de tristeza, Sarah. Solamente se está desahogando —murmuro. Sarah entrecerró los ojos para después asentir con lentitud, entendiendo las palabras de Marz con tranquilidad.
Recordaba que después de su conversación con Sarah comenzaba a pensar más en las lluvias y en las diversas emociones y tranquilidades que despertaba en ella. Cuando llovía suave, solamente se desahogaba cuando llovía fuerte, creando una perfecta tormenta, había llegado a la conclusión de sentir diversos sentimientos encontrados. Todos esos truenos, relámpagos y brisas fuertes, las comenzaba a sentir como simple desesperación, los sentimientos chocaban entre sí, pero después de la tormenta venia la calma. Llegaba a su fin cierta tormenta perfecta.
La canción de You're the One that I Want comenzó a sonar en el estéreo de la pequeña sala de Marz, recordándole a Robert con una pequeña sonrisa. Después de haber bailado en el medio de la nada, habían regresado a Los Ángeles. El insistió en llevarla a su hogar y esa fue la última vez que habían estado los dos solos completamente. Las grabaciones se colocaban en todo el medio y luego del primer día de grabación se volvieron constantes los siguientes días. Las increíbles actuaciones por parte de ambos hacían llevar más adelante la película pero a la misma vez los separaban, culpar a la falta de tiempo era una buena opción, pero aun con las grabaciones solo en pequeños momentos de descanso mantenía divertidas, entretenidas y pausadas conversaciones. Los coqueteos e insinuaciones nunca faltaron. La aclamada Barbacoa también le hacía recordar a Marz lo que era una simple despedida de California por unas semanas, la mitad de la película resolvía sus grabaciones en África y partirían exactamente el día jueves quince de enero de 1950. Es decir el día de mañana, para comenzar las grabaciones oficiales el dieciséis. El estrepito sonido del timbre de la casa de Marz, le hizo activar todas sus señales de alarma, corrió hacia la puerta y la abrió con rapidez. Ariana estaba allí con sus dos niños, la adorable Sarah y el apuesto Jake.
—¡Llegaron temprano! —exclamo ella. Rebusco en su delantal de cocina las llaves de la puerta del jardín y camino a través de este. El aroma a lluvia se hizo más intenso. Introdujo las llaves en el cerrojo abriendo la puerta. Los niños pasaron presurosos a abrazarle y debido a su estatura apenas llegaban a su cintura, sus manos la abrazaron fuertemente—. ¡Miren como han crecido! —les sonrió. Con cuidado se arrodillo para llegar mejor a su altura—. Están hermosos...vamos pasen, encontraran un tesoro en la despensa.
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Wildest Dreams
Fanfiction////// EN EDICIÓN ////// ―Nadie tiene que enterarse de que hacemos ―murmuro ella, agitada. Una sonrisa fue apareciendo lentamente en sus rosados y suaves labios, volvió a tomar el rostro de ella entre sus manos. Ajuntando sus narices, un acto de du...