Capítulo 35: "Oculto"

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La vista le era nublosa para cuando Marz abrió los ojos, soñolienta se estrujo ambos con sus manos y sus oídos notaron el cantar de los pájaros al exterior de la tienda, que suavizaba a luz del día informando que ya amaneció. Suspiró y cerró sus ojos de nuevo, pero eso fue hasta que estos lograran capturar la imagen de su bufanda favorita en la esquina de la cama, en donde ella la había dejado pero... en su cama.

Desorientada, se incorporó rápidamente. La camisa sin abotonar de Robert seguía puesta en ella, pero lo que no lograba comprender era el porque de no encontrarse en la tienda de Robert, sino en la suya.

—Pero que diablos... —murmuró. Piso el suelo y alzó la mirada. Era su tienda y todo estaba intacto.

Su vestido, el que había usado la noche anterior colgaba en su perchero y justo debajo de esté sus zapatos se encontraban en perfecta alineación. Confusa, fruncio el ceño. Preguntas comunes llegaban a su mente; ¿Cómo llegó hasta allí? ¿Cuando ocurrió? Y sobre todo... ¿Otra vez?  ¿Otra vez sola? Mordió su labio inferior tratando de reprimir el dolor y resultando así para ella una misión exitosa, pues a pesar de sentir unas terribles ganas de soltar las lágrimas que amenazan salir gracias a la decepción, quiso ser fuerte y no dejó que ninguna se escapase.

Al levantarse la cama, esta soltó un quejido y de repente al caminar sintió un suave frío, mordió su labio aún más al sentirlo allí... allí abajo.

Estaba completamente desnuda y mientras caminaba al tocador abotonaba cada botón de su camiseta (o mejor dicho la de Robert) para evitar el hecho de sentirse aún más así, desnuda. Aunque la noche anterior también lo había estado y todo por él. Él cambiaba todo, el le mostraba cosas nuevas, él sacudia su mundo, todo él.

—Pero que es... esto...

Su espejo le brindó su imagen. Su cabello esta ligeramente alborotado y sus mejillas se enrojecieron cuando se percató de una marca rojiza en su cuello. Sus dedos fueron temblorosos hasta los botones de la camisa de nuevo y cada vez que estos se separaban daban a ver más y más marcas. No sólo estaban algunas en su cuello, esparcidas, se encontraban unas pequeñas también en su pecho y una sola en su cintura sobre su pequeño lunar. Estás eran marcas fuego, marcas de propiedad.

—Oh Díos... —jadeó.

De manera inevitable, se quito la camiseta lentamente de manera nerviosa cubriendo con la prenda su parte delantera y se dio vuelta. Habían también dos marcas en su espalda haciendo que sus mejillas quemaran. La noche anterior venía a su mente como un caleidoscopio de memorias. Fuego, placer, jadeos, besos, gemidos...él.

"Ducha, necesito una ducha" pensó rápidamente. Sacudió su cabeza y tomo una de las toallas de su cajón. Gracias el movimiento brusco y apresurado del mismo, un pequeño pedazo de papel cayó al suelo. Como si todo se detuviese por un instante y el tiempo se congelará, ella sintió su corazón saltar cuando la letra de Robert resaltaba en aquella pequeña carta, en cuidadosa y relajada caligrafía estaba escrito su nombre. Apresurada tomo la carta entre sus dedos y en un chasquido la abrió.

"Marz...

No sabes cuán difícil fue dejarte otra vez, pero sabes que hay que ser precavidos. Te veías tan hermosa durmiendo, siempre lo he pensado, como un pequeño ángel. Mi ángel. Pero podremos hablar más Dr ello cuando lleguemos a California. Hay mucho que decir...

Robert."




—Espero que ya estés lista, vamos... más que retrasados —dijo Theo, lo suficientemente alto como para que Marz lo escuchara, ya podía verlo de brazos cruzados, dándole unas miradas rápidas a su reloj y soltando uno que otro bufido, como ella, cuando le escucho llamarle por última vez.

—Ya casi... —respondió impaciente con dificultad, cuando logró cerrar su última maleta, tomo su bolso para salir pero antes de hacerlo. Dio una última mirada a su tienda, completamente desalojada, vacía, como si en ella no hubiera ocurrido nada, cuando para Marz, había sucedido todo. Volver a casa se estaba haciendo más difícil de lo que pensaba. Quizá, al regresar la aventura junto a Robert dejaría por fin de ser una aventura y finalmente ser lo que ella en el fondo de su corazón siempre quiso y siempre querrá.

En un último suspiro y con la nostalgia más grande del mundo desalojó el lugar.

—Bien vamos —dijo Theo animado, tomo la maleta de Marz sin dudarlo y ladeo su cabeza invitadola a seguirle—. Vaya, ¿Sin ánimos, Finn?

—Eso creo... pero hablar de mi es lo último que quiero hacer ahora —se colocó sus gafas de sol—. ¿Te emociona volver?

—Más que nada —respondió de inmediato—. Ya sabes que no hay nada como el hogar. Allá esta mi familia, allí crecí, allá esta...

—Tu chica  —le interrumpió ella y a juzgar por la sonrisa del ojiverde, ella no se equivocaba. Theo aun así asintió para confirmarlo. Ambos llegaron al auto y el abrió la puerta para ella.

—Ya sabes... —rodeo el auto para colocar la última maleta de Marz y se subió al mismo—. Uno no sabe lo que quiere hasta que lo pierde. Yo no la perdí, pero estar lejos de ella —arrancó el auto— es horrible.

—Si lo sé... —chasqueo su lengua—. Theo, recuerdame porque salimos casi de últimos.

Theo rió, como si estuviera con una pequeña olvidadiza.

—Los que ya habían empacado de primero fueron los que más rápido salieron, los primeros autos que partieron de aquí. Tu Marz, no habías empacado ni la mitad.

"Y él había empacado casí todo" pensó ella. Llegaba a la conclusión de que sólo a veces este hombre calculaba todo fríamente, pero con sólo pensarlo en su mente, resultaba una locura. Quiso dejar de pensar en ello y pensar en otras cosas. Como por fin ver a sus hermanos del alma, volver a la misma rutina, el éxito de la película, quizás... Robert. 

"Bien si vas a pensar en él, que sean cosas lindas. No más estrés, no más decepciones ¿De acuerdo, Marz?

—... pero sí, quizás eso sea lo mejor... ¿Marz?... —le llamó Theo— ¿Porque a veces siento que no me escuchas?

—Lo siento. Es que no puedo evitar pensar... en... muchas cosas.

—¿Que sucedió con Robert?

"Si que sabe como romper el hielo"

—Creo que la pregunta sería "¿Que aún no sucede?" —dijo en tono cansado—. Sigo pensando que cuando lleguemos a California, todo cambiará, es un extraño presentimiento. La duda nueva es que ¿Será para bien o para mal? —suspiro frustrada— No me quiero sentir oculta más.

Theo asintió lentamente, analizando sus palabras. Marz suplanto sus pensamientos enfocándose en los cabellos desordenados de Theo, por alguna razón le recordó a Bryce.

—Te daré un consejo —chasqueo sus dedos después de un tiempo— Dile lo que quieres de él, sele sincera. No hay nada mejor que la sinceridad.

—Ojalá eso fuera fácil.

—No lo será. Pero a mi tampoco me gustaría que siguieras oculta de ese modo —opino él. Giro el auto hacia la derecha— De todos modos, estaré contigo. Aún trabajaré en California en el set. Claro si quieres seguir teniendo a un pobre obrero como tú amigo.

Marz le regaló una suave sonrisa.

—Claro que sí.

—Perfecto... Oh, y Marz...

—¿Sí?

—No quiero ser pesimista... —agregó primero—. Pero si yo en realidad amara a alguien, jamás lo ocultaria.





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Corto ya saben porque. El final se acerca cada vez más.

Díos.

Moriré.

Les quiere, Parker.

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