Solo soy... yo

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Al regresar pasé por la mesa donde habían colocado una escultura de hielo, tenía la forma de una nota musical gigante. Solo había visto cosas así en la televisión, me parecía un cliché que los ricos tuvieran esculturas como esa en sus fiestas, eran bonitas pero en realidad no servían para nada y me daba curiosidad saber por qué no se derretía.
Estos pensamientos me absorbieron de tal forma que no me di cuenta en qué momento se acercó hacía mí, hasta que ya estuvo parado a mi lado.

 - Sabes, no sé cómo logró embarazarte – Me dijo Simon- Pero lo que tú necesitas es estar con un hombre de verdad.

Su comentario me traspasó. No fue solo inapropiado e idiota, era totalmente irritante. ¿Qué esperaba lograr con eso, provocarme? ¿Iniciar un escándalo o un altercado? Le dediqué algo más que una breve mirada antes de contestarle.

- Para que tu comentario pueda herirme primero tendrías que importarme. Y no hay nada más alejado de lo posible. Pero sí te voy a aclarar algo. Esos muchachos son más hombres que tú. Crees que eres muy macho porque te acuestas con todas las mujeres que quieres y las usas como si fueran desechables, sin respetar a una sola. Crees que eres un caballero por abrirles la puerta o por cederle el paso a una dama, pero a sus espaldas las engañas y las menosprecias. Eres un hipócrita y un cínico. Piensas que eres mejor porque puedes controlar a las personas por tu posición ventajosa. Crees que el dinero puede comprarlo todo. Tienes un complejo de superioridad sobre los demás y deliras que tenemos que acatar tus órdenes sin cuestionarlas. Te sientes invencible. Pero te tengo una noticia, sin importar lo que hagas, nunca lograrás valer ni la mitad de lo que ellos valen. Cualquiera de esos chicos es más hombre y mucho mejor ser humano de lo que tú serás en toda tu vida. 

Sonrió descaradamente, mis palabras no lograron ni siquiera sacudirlo. Estaba completamente convencido de que era intocable y nosotros prescindibles.

- Te sientes tan valiente porque estás bajo su protección – Me dijo sin inmutarse – Pero esa sensación de seguridad se desvanecerá en cuanto nazca ese niño y ya no te necesiten. Tal vez los primeros meses te ocupen ocasionalmente para cuidarlo, pero la verdad es que tú sales sobrando. El tiempo se encargará poco a poco de echarte de sus vidas cotidianas. ¿Pregúntate qué aportas a sus vidas? ¿De qué manera podrías contribuir a la crianza de ese niño?

Era una pregunta razonable, una pregunta devastadora. No había ni rastro de burla. Me acorraló con sus infames palabras. El veneno que había soltado en sus afirmaciones se corrió en todo mi torrente sanguíneo a máxima velocidad.

 -Sé que te gusta creer en el cuento de hadas que te han formado, pero tú no eres parte de su familia. No eres su tía, ni su nana, ni su nodriza, tú no eres nada. En cuanto ya no les sirvas te desecharán. ¿En qué te convertirás... en su mascota? - Me dijo.

 Sentía el corazón latiéndome cada vez más rápido y el oxígeno que se negaba a llegar a mis pulmones, sentí que iba a desvanecerme. Intenté sujetarme de algo como si la tierra amenazara con temblar, pero mis manos solo encontraron el vacío.
En un largo instante en el que no dejé de mirar a Simon a los ojos, vi la sonrisa de satisfacción insinuada en su rostro por el daño que había logrado.
"Respira" me decía a mí misma "Nada de lo que diga podrá herirte". Pero lo hizo.

Seguía sin poder detener los temblores leves de mis manos, respiraba con mucha dificultad, me sentía muy mareada. En medio del shock en el que me encontraba, logré formar unas palabras que parecieron salidas del interior de mi pecho por la falta del aire.
- Ellos no son como tú. – Le dije con voz apagada.

 El resto debió suceder en tan solo unos segundos, que a mi percepción se congelaron. En todo momento Simon mantuvo sus ojos clavados en los míos, me observó mientras perdía el equilibrio y caía hacía atrás sin hacer ni siquiera el mínimo gesto por tratar de evitarlo. De reojo pude ver cuando Harry se acercaba justo a tiempo para sostener mi cabeza antes de estrellarse contra el piso. Me rodeó con sus brazos y me acercó a su pecho. Me acunó como si fuera la última esperanza de su mundo. Y tal vez lo era. Al mismo tiempo Louis jalaba a Simon del brazo para quedar frente a él y estrellarle el puño en la cara. Mi vista se nubló pero no perdí la conciencia.

AdelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora