Adeline

El camino hacia la libertad

Mi estómago parecía estar lleno de mariposas revoloteando. Estaba nerviosa pero no del tipo que está a punto de tener una crisis, sino más bien con temor a lo desconocido y con una mezcla de ilusión y euforia.
Ésta era sin duda, la acción más importante que había decidido realizar en mi vida de manera consiente.

Trabajar con los chicos fue la primera más importante, pero para ser justos, no lo decidí con plena conciencia de lo que me esperaba y de haberlo sabido, me habría negado. Y me habría equivocado.

La vida tiene maneras misteriosas de actuar y los caminos que tomamos para evadir a nuestro destino a menudo son justamente los que nos conducen directamente hacia él. Quizás el secreto de la vida es aceptarla tal cual es, tarde o temprano encontraremos sentido a todo lo que parece no tenerlo y descubriremos el propósito de nuestra vida, que en mi caso, es mayor y mejor de lo que pude haber soñado por mí misma.

La clínica era elegante y bella, todo parecía sacado de una película futurista.  Anne ya se había encargado de todos los detalles legales que implicaban la confidencialidad, para evitar que de alguna manera esto llegara a la prensa. Y no era el público lo que nos preocupaba realmente, sino Modest, o Simon, para ser más precisos.

Me hicieron muchos análisis y me dieron la cita dentro de unos días para realizar la inseminación ya con los resultados de las pruebas. Aunque Anne se quedó afuera mientras me examinaban, saber que estaba allí me hacía sentir segura. No lo había reflexionado realmente pero era en este tipo de situaciones cuando más se necesitaba del cariño y el apoyo de una madre, su sola presencia me reconfortaba.

Y bueno, también estaba Louis, que no hizo más que dar vueltas ansiosas y preguntar varias veces el mes aproximado en el que nacería, su posible sexo y luego aseguró que sería futbolista, incluso si era niña.
Tuvimos que explicarle varias veces que primero tendríamos que poner al bebé en mi panza y luego empezaríamos a cuestionar esos detalles, pero él realmente deseaba con desesperación a ese bebé.

Yo no podía entender por qué había personas que se oponían a que las parejas homosexuales tengan hijos. Sin duda este pequeño o pequeña tendría más amor, más respeto y mejor educación que muchos otros que nacen en hogares tradicionales que son disfuncionales y están rotos. Todo salió bien y nos dispusimos a regresar al hotel. Ahora solo nos quedaba esperar.

 De inmediato comenzamos con los preparativos de la cen. Era tarea de Ed entretener a Harry y luego engañarlo para que llegara cuando todo estuviera listo, así que nosotros nos dedicamos de lleno a crear la noche romántica perfecta.

No fue fácil, tuve que hablar con el gerente y con los empleados del hotel, incluso logré que cerraran el acceso a la piscina techada y que nos colocaran una mesa junto a ésta.
Contemplaba mi obra. El resultado me enorgullecía y me conmovía a la vez. Desde la puerta hasta la mesa hice un camino de pétalos de flores flanqueado por velas de diferentes tamaños que destellaban dando un toque tenue y romántico, que conducían directamente a una mesa para dos, adornada con flores blancas en el centro.

El agua de la piscina resplandecía con un bello tono azul. Pedí champagne y una cena especial. Todo estaba listo. Louis llegó acompañado de Ed, los dos se maravillaron por lo que había logrado, creo que subestimaban mi capacidad de romanticismo. Ambos vestían elegantes trajes de etiqueta y Ed tenía su guitarra favorita en las manos.

 - ¿Dónde está Harry? – pregunté.
- Dijo que se cambiaría y bajaría. Pero si se está peinando tardará un par de horas. – Contestó Ed riendo - Luces algo nervioso ¿Estás bien? - Preguntó dirigiéndose a Louis.
- Es que quiero decirle que lo amo... - Dijo Louis tratando de agregar algo más.
- Bueno, creo que a estas alturas la mitad del planeta ya se dio cuenta de eso – Lo interrumpió Ed – Y la otra mitad definitivamente está ciega o en negación.