Adeline

Tú eres mi destino

 Muy tarde, estábamos sentados en la terraza pensativos, cuando Ed entró con una gran sonrisa y una flor rosa en su mano.
- ¿Por qué tienen esas caras? ¿Qué sucede? – Nos preguntó con un cambio súbito en su expresión.
- ¿Qué tú no trabajas? – Le preguntó Louis en lugar de contestarle.
- Vine a traerle este pequeño obsequio a Adeline antes de irme, no los veré en las próximas semanas y quería despedirme.

 Se acercó y me dio un beso en la frente, me entregó la rosa y se sentó en una silla junto a mí. Louis le explicó a grandes rasgos la situación. Me miró preocupado.

Queríamos esperar a que naciera el bebé para no vernos envueltos en el escándalo y que éste no lo perjudicara, pero estábamos más conscientes que nunca de que esto no tendría fin. Simon aparecería en cada junta, tomaría parte de cada decisión de los asuntos del grupo, nos encontraríamos en todos los eventos de la promoción, simplemente era insostenible.

- Ya ni siquiera puedo verlo a la cara sin desear borrarle esa estúpida expresión del rostro de un buen golpe. Si no hacemos algo inmediatamente voy a acabar matándolo. – Nos dijo Louis con el peso en los hombros de la triste realidad.

No había nada qué dudar, lo haría, y no podíamos culparlo por ello. No creo poder encontrar a alguien que lo hiciera. No, sabiendo nuestra historia. Pero ¿Quién querría escucharnos? ¿A quién le importaría?

 Harry había permanecido muy callado desde el día anterior, aunque fuimos muy insistentes para que nos dijera lo que pensaba, se limitaba a decir que solo estaba preocupado, por lo que sea que nos esperara ahora. No había dicho ni una palabra y permanecía mirando al jardín, evitando el contacto visual con nosotros. Louis estiró su brazo para alcanzar su mano.

 - Harry ¿Qué tienes? – Le preguntó consternado – Habla con nosotros, por favor.
Como no lo miraba se puso de pie y arrastró una silla para quedar frente a él y mirar sus ojos, por los que una lágrima rodó.
- Dime por qué lloras, por favor. – Parecía una súplica.

- ¿Por qué no puedo odiar a un hombre así? – Respondió en un hilo de voz – Me sobran motivos para odiarlo pero no puedo dejar de sentir agradecimiento, se lo debo todo, gracias a él estoy aquí contigo. Su ambición y su avaricia forjaron el camino que tuvimos que andar para encontrarnos.

- Si no hubiera sido él habría sido otra persona Harry – Le contestó suavemente, con dulzura – Nuestro destino era encontrarnos y eso hubiera sucedido de una forma u otra. Aun sin conocerte yo sentía que te necesitaba, algo en mi interior me impulsaba hacia donde te encontraría. Y no habría dejado de buscarte el resto de mi vida. Él solo fue el instrumento que el universo, o como quieras llamarlo, utilizó para guiarnos a nuestro destino. Y tú eres mi destino.

 - ¿Tú no tienes miedo? – Le preguntó.
- Mucho, amor mío – Le contestó – Me da miedo no hacer nada.

 Harry recibió sus palabras como siempre lo hacía, con el corazón abierto y con la certeza de que eran sinceras y pesaban tanto como el amor que sentía. Asintió secándose la mejilla y le dio un suave beso en los labios. Lo único que debía hacer era externarle sus temores y él lograba que fueran rápidamente devorados por la seguridad de tenerlo a su lado para enfrentarlos. Y si hubiera quedado alguna sombra de duda, no habría sobrevivido a aquel arrebato de lucidez. No era que no hubiese nada que temer, sino que tenía a alguien a su lado para superarlo juntos.

Louis acarició su mejilla, secó sus lágrimas con sus dedos y lo abrazó. Se quedaron así en silencio. Ed me hizo una seña con un gesto para que saliéramos para dejarlos en ese momento de intimidad emocional en el que se encontraban.
Estábamos acostumbrados a estos lapsos profundos que compartían y sabíamos que nuestra presencia no les incomodaba, si es que la percibían, pero aun así salimos. Eso nos serviría de excusa para pasear un rato a solas. Caminamos por el jardín en silencio.