Adeline

La vida al revés

    Estábamos sentados en la sala de descanso, comiendo un bocadillo. Ya de por sí me sentía un poco ansiosa, cuando nos avisaron que nos enlazarían con el directivo de Modest, para que nos hablaran acerca de la resolución a la que habían llegado.

Se había cumplido el plazo que les dimos y resultaba impensable que nos presentáramos en su edificio ante la aglomeración de gente que permanecía allí. El momento que tanto habíamos esperado llegaba al fin. Cualquiera diría que podría ser emocionante pero a mí se me presentaba aterrador. Aquel instante definiría el resto de nuestras vidas para siempre, era la fina línea entre el ahora y el futuro. Y conformaba la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Estábamos nerviosos y siendo realistas, sin muchas esperanzas, en el fondo no dejaba de desear que nos ayudaran pero la razón y la lógica me decían que era demasiado pedir. Además ya todo se había salido de control, Larry se había dado por confirmado y la destitución de Simon se había convertido en un circo ¿Qué quedaba por salvar?

 Nos sentamos frente a la computadora, nerviosos. Sentí el estómago encogido por la tensión. El bebé comenzó a moverse, sin duda también sentía el peso del ambiente. Comencé a sobar mi panza y a hablarle, Harry se inclinó y le cantó una canción de cuna que a todos nos hizo sonreír. Estábamos en medio del caos más grande de nuestras vidas y nuestra suerte había sido echada como una moneda al aire, carecíamos del control de la situación y el futuro era incierto, y a pesar de todo esto, nos sentíamos como las personas más afortunadas del mundo, este bebé significaba la felicidad, por sobre todas las cosas. Ya que nada nos salvaría de nuestro destino, al menos dejaríamos que su amor nos salvara de esta vida.

 Cuando la llamada se enlazó reíamos alegremente, Louis, Harry y yo nos sentamos en el pequeño sillón y por un costado permanecieron Tom, Niall y Liam, fuera del alcance de la cámara. Los tres ancianos permanecían inmóviles, me costaba trabajo definir si eran maniquíes o si estaban respirando, nos arrojaban una mirada despectiva y se notaba que aborrecían tener que negociar con unos chiquillos como nosotros. De todos los que habrían podido arruinar su gran negocio, tuvimos que ser nosotros.
- ¿Qué pasa? – Dijo Louis jovialmente – Hablen ya que mi tiempo vale oro.
- Rompieron nuestro acuerdo de mantener las cosas con discreción – Explicó el más anciano de los tres - Sabemos que las fotos las liberó Simon, pero no logramos rastrear hasta él los rumores que los confirmaron y no tienen excusa para la escena del balcón. Han provocado paros y manifestaciones en el edificio que nos impiden salir. Lo único que les pedimos fue discreción y ni eso pudieron hacer. Solo esperábamos que recapacitaran.
- Tal vez no estuvimos presentes en la misma reunión o quizás hablamos un idioma diferente – respondió Louis ya en un tono totalmente áspero – Porque ya les di mi última palabra. No, es mi respuesta definitiva.
- ¿De verdad crees que las revueltas que han provocado van a lograr algo? – Preguntó como si realmente estuviera intrigado por saber una respuesta - ¿Crees que la sociedad va a cambiar siglos de patrones de conducta solo por un par de muchachos rebeldes y descarriados?

 - No podemos cambiar el mundo señor, eso está claro – Le respondió Harry, dejando boquiabierto a todos porque era la primera vez que intervenía – Pero si podemos cambiar nosotros mismos. Tenemos la opción de elegir ser quienes realmente somos y es lo que haremos.

 - Entonces no tenemos nada de qué hablar – Contestó el anciano secamente – Oficialmente están fuera. Iniciaremos los trámites de la conclusión de su contrato de inmediato. Solo deben terminar la gira que ya estaba programada y vendida. Después siéntanse libres de arruinar su vida como quieran jóvenes, eso ya no nos concierne.

 Cortaron la transmisión abruptamente. Nos quedamos en silencio, hundidos en el shock de la noticia. Nos acababan de rechazar y no teníamos un plan B, soñamos con construir un mundo mejor cambiando los modelos de conducta de Modest y ahora, ya no les pertenecíamos, ya nadie querría emplearnos, la sociedad nos rechazaba y una parte del mundo se había vuelto en nuestra contra.