Al final del camino

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Durante los días que siguieron Louis habló varias veces con su agente y con el investigador privado.
Lo único que supimos fue que el extorsionador era un joven vestido como mesero que asistió al evento. Ninguno de los servicios que contratamos sabía su nombre ni de donde había salido.

 Como no logró negociar con Louis, intentó también con Harry sin llegar a nada, así que trató directamente con Simon que lo mandó al diablo. Incluso trató de contactar a Liam y a Niall para ver si estaban interesados en las fotos, alegando que podían perjudicar a la banda a la que pertenecían.

Luego, hay rumores de que estuvo contactando diarios importantes que de inmediato se mostraron interesados, pero nunca llegó a las citas que le dieron para negociar. Desapareció. Así de simple. Ni fotos, ni mesero estafador. El temido momento en que todas las noticias hablaran de la verdad oculta de One Direction no llegó. Al menos no por ahora.

Antes de retomar la gira, lo siguiente que hicimos fue grabar los dos vídeos de los nuevos sencillos del disco. El primero fue en la nasa para Drag me down, el cual nos llevó casi dos largos días, los cuales me la pasé sentada a la orilla de un gran angar jugando a ratos con baby Lux y a ratos comiendo por todos mis antojos.

Los chicos interrumpían constantemente para preguntarme cómo me encontraba y se turnaron para estar conmigo. Excepto en las escenas en que les tocaba estar juntos, para las cuales me sentaron en lugares estratégicos desde los cuales fuera visible para todos. Suena adorable, y lo era, pero luego de varias horas en las que ya estaba aburrida y cansada de estar sentada, empezaba a extrañar el sillón del cuarto del bebé en el que me gustaba acurrucarme todas las tardes.
Claro que de ninguna manera lo diría en voz alta, porque Louis era muy capaz de mandarlo a traer en seguida.

Nunca antes, en cinco años, Louis o Harry habían tenido caprichos de diva, hasta que llegó su hijo. Se habían conformado con todo lo que les ofrecían, ni más ni menos. Pero ahora exigían cosas que no habían deseado antes, y no para ellos, para mí.

 Resultaba incómodo y me sentía mal por la forma en que la gente me miraba a causa de esto, yo no pedía nada, pero bastaba con que se me saliera sin querer decir que tenía sed e inmediatamente mandaban a alguien a que me consiguiera agua. O decir que me calaban los zapatos y hacían que me consiguieran otros nuevos, de mi talla y más cómodos.

Ahora mejor trataba de no desear nada en voz alta. Esto provocaba un sin número de miradas acusadoras y murmullos maliciosos a mis espaldas. Era una situación por completo inusual y se imaginaban que el chisme de la amante era cierto.
 No eran capaces de suponer otra cosa. Es lo que hace la mercadotecnia, siembra una idea en tu interior que es difícil de erradicar, te dice qué creer y qué pensar. Me habían hecho quedar como un parásito y ahora difícilmente podía ser otra cosa. "Ignóralos" solía decirme Louis "De mi cuenta corre que te traten como una princesa".

 En cuanto terminamos la grabación del primer vídeo, nos trasladamos a Nueva York a grabar el segundo, que según entendíamos sería el último. No saldrían juntos, serían racionados junto con las numerosas entrevistas que estábamos por hacer, para que la gente tuviera una buena dosis de promoción durante el fin del año. Éste fue mucho más sencillo y más cómodo para mí, ya que fue dentro de un hotel lujoso y me la pasé descansando y con todas las comodidades que tenían, mientras los chicos grababan, y fue el doble de rápido.

 Me instalaron en una hermosa habitación con un ventanal gigantesco del tamaño de todo una pared. Era una hermosa vista de los edificios de Nueva York, pude ver el atardecer.
- ¡Hola! – Me saludó Louis mientras se sentaba junto a mí - Es mi turno de ver si necesitas algo. Te mandaron a decir en la cocina que ya te comiste toda la comida de la semana y que no dejaste nada para los huéspedes.

AdelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora