Ahora o nunca

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Al siguiente día seguimos con otra sesión de entrevistas. Los chicos comenzaron dos horas antes de lo previsto, para poder cubrir todas las citas pautadas al inicio de la promoción. Puesto que en años pasados hacían una parte antes de terminar con los conciertos de la gira y otra gran parte después, pero debido al nacimiento del bebé, pretendían dejar todo grabado para dedicarse a descansar mientras iban transmitiendo según lo planeado.

No era un truco fácil de realizar, ya que los días no podían tener más de 24 horas sin importar lo que hiciéramos. Y por más ingenio que tuvieran nuestros organizadores de logística, se estaba convirtiendo en una labor titánica. Pero este equipo siempre se había caracterizado por su excelente desempeño y su arduo trabajo, así que contábamos con un soporte firme.

 A la hora del desayuno, durante la corta pausa que hacíamos para descansar, se presentó frente a nosotros, con una mueca en el rostro, que no estoy muy segura si era de desprecio o de hartazgo. Y nos arrojó en la mesa una tableta electrónica, en cuya pantalla brillaba las fotografías capturadas de los principales diarios electrónicos que ya habían publicado, hacía unos escasos minutos, la foto de la boda de Louis y Harry.

 - ¿Modest te envió para decirnos lo que debemos hacer y decir? – Le preguntó Liam sin poder ocultar un poco de temor en su voz. Esta situación era nueva y aterradora.
- No. De cualquier forma nunca hicieron lo que debían hacer. – Contestó la señorita Hannah inexpresiva. – Justamente por eso terminaron las cosas así.

 Ella nos observaba meticulosamente, pasando sus ojos entre los cinco, estudiando nuestra reacción, seguramente para pasar el reporte de todo lo visto a Simon. Dio la vuelta para retirarse y comenzó a caminar hacia la puerta. Me levanté con rapidez, sentí que Harry estiró su brazo para detenerme pero no me alcanzó y logré pararme sin oposición. Alcancé a la señorita Hannah por el brazo y la detuve. Me miró duramente,

 - ¿Por qué haces esto? – Le pregunté. Siempre me había dirigido a ella de "usted", no por su edad sino porque me intimidaba. Pero había en ella algo diferente y no podía definir qué era. – No tienes que servirlo. No tienes que ser su esclava, hay otras alternativas.

- Ya es tarde para mí. – Me contestó. Y toda la dureza de sus ojos se quebró cuando se le humedecieron por las lágrimas que no dejó salir. Respiró con profundidad y se contuvo. Sus facciones, incluso su lenguaje corporal se debilitaron, parecía tan... frágil. Encogió los hombros como una muñeca rota y se dispuso a salir, pero antes de hacerlo, se acercó a mí y me dijo en un tono muy bajo, casi inaudible:
- Ten cuidado. Él vendrá por ti.

 Al ver esto los chicos se levantaron para acercarse, más como un reflejo de defensa que por otra cosa, pero a ella no pareció importarle y se retiró sin más. Tuve que decirles su advertencia aunque no hubiese querido hacerlo, pues todo lo que hacían era preocuparse cada vez más y de maneras más raras, pero debido al relicario que colgaba aún de mi cuello no podía ocultar nada.

 Al parecer Modest controló la situación, hasta que, claro, se salió de control. Alguien, y todos sabíamos perfectamente quien había sido, entregó las fotos a The Sun, un diario polémico que era bien sabido que obtenía las mejores notas de todos los artistas. El mismo que las falseaba o modificaba a la conveniencia de Modest. Ellos le habían ayudado, hasta ahora, a maquillar todo tipo de notas. Solo podía existir una explicación obvia.

 Teníamos que pensar con rapidez lo que debíamos hacer. Era un momento de conmoción y de pasmo. Era una advertencia que nos prevenía de todo y de nada a la vez. Y estaba el hecho inminente de que estábamos en medio de entrevistas y que las fotos reveladas serían la pregunta número uno en cuanto se volvieran a sentar en ese sillón.

AdelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora