Vestidos de blanco

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Cuando por fin el día de la boda llegó me levanté muy temprano pues estaba cansada de dar vueltas en la cama. Estaba muy nerviosa, emocionada, eufórica. Quería culpar a mis hormonas por esto, al igual que por todos mis desequilibrios emocionales.

Caminé por el sendero rumbo a nuestro árbol, a la distancia, todavía no podía verlos claramente pero ya podía escuchar sus risas. Eran esas carcajadas estridentes de Harry cuando Louis decía cosas absurdas y lo hacía reír. Me preguntaba qué podía decirle ahora, que fuera tan diferente a las otras miles de veces que lo había visto de aquella misma manera. Solo podía existir una respuesta, sencillamente lo hacía feliz.

Me senté con ellos en el columpio un largo rato, dejando correr el tiempo, sin presiones y sin prisa. Escuchando a ratos su conversación que rayaba en lo trivial, pues hablaban del color que pintarían su casa cuando se mudaran juntos, formalmente como pareja.

De pronto esto se me antojó un poco absurdo, ya que su relación a mis ojos no tenía nada de informal. Cuidaban el uno del otro permanentemente, se aseguraban que el bienestar del otro se antepusiera al propio siempre. Compartían todo y el lazo invisible que los unía era más fuerte que cualquier poder humano. A mis ojos ellos se habían fusionado hace tiempo. Pero les divertía pensar en detalles pequeños como este, quizás por la sensación de normalidad que les brindaba.

Cuando tienes a tu alcance cosas enormes, empiezas a añorar las más pequeñas. Es así como te preguntas de manera casi obsesiva de qué color podrá ser tu casa, si le pondrás una chimenea o no, si las cortinas de tus ventanas se verán mejor en un tono traslucido o en un color oscuro. Es así como sueñas que tus mayores problemas sean del tipo: decorador de interiores.

De repente, el bebé empezó a patear. 

- Rápido, el bebé se está moviendo – Les dije sobresaltándolos.
Pusieron sus manos en mi panza y sintieron las pataditas. Era una sensación increíble. Todo el tiempo podía sentirlo dentro de mí, pero cuando se movía era particularmente especial, pues parecía más real. En otras ocasiones lo había sentido antes, pero en ninguna de éstas los chicos habían puesto la mano a tiempo para sentirlo también, comenzábamos a creer que el bebé se escondía deliberadamente de sus padres. Y resultaba muy gracioso.

 Al no verlo y no poder tocarlo se volvía surrealista. Hacía solo unos meses yo no habría creído que me encontraría en la situación de querer con todas mis fuerzas poder verlo y tocarlo. Ya no podía esperar para ver sus ojos, su nariz, sus manos. Me preguntaba de qué color tendría su cabello, si tenía. Soñaba que nacía, que era niño, que era futbolista y otra noche soñaba que era niña y que era bailarina. Sueños locos, atados al sentido común. La estructura de pensamiento bajo la que la sociedad nos obliga a crecer crea patrones, que el inconsciente no puede romper tan fácilmente. Luego me aterraba nuevamente el mundo al que llegaría y después recordaba los padres que tendrá y me sentía tranquila de nuevo, ellos no permitirían que el género fuera la limitación de los intereses y las elecciones de este bebé. Esta afirmación me hacía sentir segura de nuevo.

Durante el día estuvimos recibiendo la entregade todas las cosas de la boda, el inmobiliario, los accesorios. Los utensiliospara el banquete. Desfilaron desde muy temprano muchos empleados bajando cosas de camionetas y camiones.
Todavía en pijama los veíamos a una distancia razonable para dejarlos trabajar.
- Creí que era una boda íntima y pequeña – Nos dijo Harry al ver con horror que no paraban de descargar cosas de un camión.
-No iba a permitir que fuera ordinaria – Le dijo Louis y le guiñó un ojo- Es la boda digna de un rey que tú mereces.
Harry sonrió con las mejillas ruborizadas y bajó la mirada tímidamente, como un adolescente al que le hacen una declaración amorosa por primera vez.
- Incluso la boda más humilde habría sido extraordinaria si es contigo – Le contestó Harry.
- Pero si algo no te gusta o te hace sentir incómodo, podemos devolver todo – Le dijo Louis.
- ¿Estás loco? – Exclamó Harry, más como afirmación que como pregunta - ¡Me encanta!

AdelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora