Música III

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HOLA BUENAS NOCHES. ESPERO LES GUSTE ESTE CAPÍTULO.


Quinn

Siguiendo las indicaciones que Finn me había dado, no tardé en encontrar el viejo garaje donde su grupo ensayaba.

Había decido aceptar su propuesta. Tras pensarlo mucho, opté por volver a involucrarme con la música ya que aparte de las clases en la universidad no tenía mucho más que hacer en aquel pueblo. Como él ya me había dicho, no esperaban que me dedicase en cuerpo y alma al grupo, así que no tenía por qué interferir en mis estudios. Creía que más bien causaría el efecto contrario, brindándome la oportunidad de desconectar de la presión que seguro iba a sentir durante aquel curso.

Ahora que estaba allí, me alegré aún más de haberme reunido con ellos en su local de ensayo. Todos los miembros de Cube eran de mi quinta, año arriba o abajo. Intuía que teníamos muchas cosas en común. La conexión fue inmediata; en cuanto empezamos a tocar me sentí en absoluta sintonía con el grupo.

Al principio, para romper el hielo, interpretamos un par de temas de grupos famosos que todos conocíamos, para después pasar a interpretar algunas de sus canciones.

Siguiendo las indicaciones de Sam, el guitarrista que los dejaba, conseguí integrarme en el conjunto de instrumentos sin que supusiera esfuerzo alguno. Como ya me había parecido el día que los escuché en concierto, estábamos en la misma onda, teníamos gustos muy parecidos y mi Epiphone parecía hecha a su medida. Mientras tocábamos en aquel desvencijado garaje de la zona industrial, volví a sentir la fascinación que te envuelve cuando tocas en compañía de otros músicos, provocando esa simbiosis que da vida a una buena canción. Afortunadamente, ellos también disfrutaron y me ofrecieron pasar a formar parte de su grupo a partir de ese momento.

No dudé en decirles que sí, porque durante el rato que estuvimos interpretando su peculiar estilo de música me sentí mejor que en los últimos tres años.

Cuando terminamos de tocar, Finn me propuso ir a tomar una cerveza a un pub irlandés que se encontraba en la zona del campus. Lo seguí de cerca con mi coche y en pocos minutos estuvimos allí. Nos sentamos en los taburetes junto a la barra y pedimos un par de cervezas.

Observé el local con una mirada de aprobación. Se habían esforzado en darle un aire auténtico, con el suelo y las paredes de madera, y no tenía nada que envidiar a los bares irlandeses de la capital. Debido a su cercanía con las residencias de estudiantes, el lugar se hallaba muy animado a esas horas de la tarde.

— ¿Qué tal va todo con los Berry? — me preguntó Finn.

—Bien, mejor de lo esperado —respondí—. La verdad es que no son una familia muy típica, y lo digo en el buen sentido.

Los Berry no encajaban exactamente con la definición que yo, hasta entonces, había adjudicado a la palabra familia. Su manera de relacionarse era muy poco común, ya que ni Hiram ni Shelby imponían su criterio a toda costa. Cuando se encontraban todos reunidos, normalmente durante la hora de la cena, conversaban sobre infinidad de temas que resultaban siempre interesantes y entretenidos. Discutían abiertamente sobre cuestiones de lo más dispares: comenzando por algún acontecimiento sucedido en el pueblo, pasando a la arquitectura, política, literatura, arte o cine, hasta terminar con trivialidades como la liga de fútbol. Sobre la mesa fluía siempre un torrente de ideas y opiniones. Y lo que más me llamaba la atención: nunca se faltaban al respeto.

—Noah y Rachel tienen mucha suerte. Sus padres son muy abiertos y siempre les han apoyado en todo. No es fácil encontrar una familia tan unida —comentó.

La canción número 7 (Faberry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora