Capítulo 6

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—Sí, seguro —dije, intentando conservar la calma. 

—Sé que es difícil pero... espera, ¿no te preocupa? —me dijo Hagrid.

—Que Voldemort quiera encargarse de Potter no es sorpresa, pero claro que de mí no —le dije como si fuera de lo más obvio. 
 
—¿Pero por qué? Si ella no tiene nada de especial —dijo Potter y yo lo miré terriblemente mal.

¿Cómo rayos mi propio padre va a querer asesinarme? Es inaudito. Claro que eso ellos no lo saben, ni lo sabrán, no aún. 

—Es información que aún desconocemos.

—Yo no soy nadie —les dije—. Yo no hice rebotar su maldición asesina mientras estaba en mi cuna, ni tengo una cicatriz en la frente. Pero supongo que vuestras fuentes son muy confiables como para estar asegurando este tipo de cosas. —Miré a Hagrid con una combinación de molestia y sarcasmo, mirándolo con el odio que no podía evitar sentir en ese momento. 

—Tracy, tranquila, estás segura en Hogwarts, Voldemort no tendrá cómo llegar a ti. —Observé a Potter en cuanto habló, dirigiendo mi mirada de odio ahora a él. 

—¿¡No ves que estoy tranquila!? 

—Yo también quiero cambiar el color de mi cabello... —dijo Ronald. 

—Puede que la naturaleza de Voldemort sea destruir, pero debe haber algo más, una razón especifica para su interés por Tracy —razonó Hermione. 

—¡Lo que me faltaba! —exclamé—. Me niego a seguir escuchando esto, me largo de aquí. —Salí rápidamente, no pudiendo soportar estar ahí un segundo más, y una vez fuera corrí de vuelta al castillo, intentando huir de lo obvio: no significo para Voldemort lo que él significa para mí. No sabe que soy su hija u odia tanto la idea que quiere deshacerse de mí. 

—¿Ya estás bien? —me preguntó Hermione

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—¿Ya estás bien? —me preguntó Hermione.

—Claro que estoy bien —le respondí sin siquiera mirarla.

—Tracy, sigo pensando que debe haber algún motivo para que seas uno de los blancos principales de Voldemort, ¿se te ocurre algo? Tal vez tenga que ver con tus padres, ¿no has escuchado o visto nada? —suspiré y esta vez sí la miré.

—No, no lo sé. —En ese momento Potter llegó, uniéndose a nosotras en los pasillos.

—Ya supéralo, no es la gran cosa, es solo el mal más grande de todo el mundo que quiere asesinarte, no hay que temer. 

—No le tengo miedo —le dije pronunciando con lentitud cada silaba y mirándolo desafiante, me tenía cansada de sus provocaciones estúpidas y solo quería gritarle a la cara quién era, cuánto lo odiaba y cuántas cosas horribles le deseaba; pero aún no era el momento.

—Seguro, sabes que no tienes que preocuparte porque el día en el que Voldemort venga a por ti tendrás a todos protegiéndote, librando la batalla que la niña consentida y superficial debería luchar. —Él me miraba de la misma forma. 

—Harry, no te pases —dijo Hermione. 

—No, déjalo —le dije con la mirada fija en el azabache frente a mí—. Continúa, Potter, para mí es todo un honor que el niño más valiente, el héroe, el invencible, me diga cuán débil y cobarde soy. —Di un paso hacia él para bajar la voz y que me escuchara fuerte y claro—. No eres más que un arrogante rodeado de fama, si no tuvieras eso estarías solo. 

—¿Qué pasa? —dijo la voz de Ron, llegando a nuestro lado, por unos segundos más solo me dediqué a corresponder la mirada fulminante de Potter, hasta que miré el rostro serio del pelirrojo para responderle. 

—Nada en absoluto. 

—Tracy, hay que volver al cuarto... por favor. —Miré a Hermione y asentí para seguirla hasta nuestra habitación. 

—Parece que en realidad te afecta —me dijo en el camino.

—¿El qué? 

—Todo este tema de Voldemort. 

—Es Potter, se empeña en molestarme.

—Y tú te empeñas en molestarlo de nuevo. 

—No puedo evitarlo, tiendo a no poder controlar mis impulsos, ¿entiendes? Me dejo llevar muy fácilmente por la furia. Me ha ido muy mal en el pasado por esto y parece que aún sigo sin entenderlo. 

—¿Qué pasó? —me preguntó llena de curiosidad. ¿Por qué si quiera lo mencioné? 

—Es una historia aburrida —le espeté y apresuré el paso para llegar pronto. 

—¿Dónde están Evans y Potter? —preguntó el profesor Snape, interrumpiendo la clase, Potter se levantó mientras que yo bajé los pies de la mesa e hice lo mismo, pero tomándome mi tiempo—

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—¿Dónde están Evans y Potter? —preguntó el profesor Snape, interrumpiendo la clase, Potter se levantó mientras que yo bajé los pies de la mesa e hice lo mismo, pero tomándome mi tiempo—. El profesor Dumbledore os está buscando, id a su despacho de inmediato —ordenó, Potter asintió y salió del salón, yo miré al profesor con el ceño fruncido, pero él estaba serio igual que siempre, estaba claro que no me explicaría la razón por la que Dumbledore nos llamaba, así que sin más abandoné el salón también.

—Date prisa, Tracy —me dijo Potter, que estaba esperándome en el pasillo, me haló de la mano y comenzó a correr, arrastrándome consigo.   

Llegamos al despacho, dijimos la clave y aún con su mano sosteniendo la mía subió las escaleras, cosa que fue útil porque yo pensaba quedarme ahí, quieta como la gárgola que bloquea la entrada, antes de conocer el motivo por el que cierto hombre de barba color plata nos precisaba con tanta urgencia. 

Debía ser algo serio y yo no recordaba haber hecho algo malo últimamente, además el hecho de estar acompañada en esta visita por Potter no me generaba ningún tipo de alivio.

Desde luego, no me equivocaba.  

—¿Nos llamaba, profesor Dumbledore? —preguntó Potter cuando entramos al despacho, soltando mi mano, lo miré mal antes de poner mi atención en el director.  

—Así es, los dos tenéis que ver una cosa —hola, yo estoy bien gracias por preguntar—. No es correcto enseñaros esto pero creo que es lo mejor, vosotros debéis saber.

—¿Qué cosa? —le pregunté.

—Lo que tanto hemos intentado ocultaros, la verdad. 

Harry Potter y la hija de Voldemort: FirewordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora