Capítulo 40 (Parte 2)

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Marcel se desplomó en el suelo, sus ojos estaban cerrados y su respiración era pausada. Mientras, Voldemort se encorvó como si acabasen de apuñalarlo, tenía la boca entreabierta y la mirada vacía, sin alma. Lo habíamos conseguido, nuestros hechizos habían prevalecido y en Hogwarts habían destruido el último horrocrux. Era su fin, y nunca había sido tan real. Él nos miró hasta que desapareció, envuelto en una nube de polvo.

Harry y yo, que no nos habíamos movido de nuestro lugar, nos miramos con sorpresa y júbilo, no teníamos palabras indicadas para el momento. Me dedicó una sonrisa, una que no le había visto nunca y que me dejó sin aire por unos segundos, le sonreí de vuelta y me abrazó con fuerza. Me dejé envolver por sus cálidos brazos, su pecho todavía se movía irregularmente, al igual que el mío, correspondí el abrazo y nos quedamos así un rato, disfrutando de la victoria.

Cuando regresamos al castillo, nos encontramos con parte de la estructura destruida, magos y brujas estaban tirados en el suelo, sin vida, y otros tantos apenas podían seguir de pie. Ron y Hermione corrieron a nuestro encuentro.

—Los mortifagos... —dije.

—¡Todos se fueron! Voldemort ha sido destruido, ganamos. —Hermione saltó sobre nosotros para abrazarnos y Ron se unió también. Pronto estuvimos en el medio de un enorme y épico abrazo. Alcancé a diferenciar la cabellera de Ginny, la sonrisa de Neville y la voz de Luna. Todos suspirando de alivio y hablando con emoción.

—Pero tuvimos tantas bajas... —dijo Ron, en cuanto los demás se disolvieron y solo quedábamos los cuatro formando un pequeño círculo—. Hay muchos que murieron hoy.

—Hey, lo hicieron de una manera honorable, y no fue en vano, Voldemort ya no va a regresar —aseguré, porque nunca me había sentido tan segura de algo. Si había existido alguna conexión entre los dos, ésta había desaparecido para siempre, lo sentía.

Recuperarnos de la batalla fue un proceso lento, superar todo lo que pasó no fue fácil, pero era solo una etapa más. Hogwarts entró en reconstrucción y reparación de daños, Marcel fue entregada al ministerio de magia, que tomaría cargos en cuestión; pero yo todavía tenía algunos asuntos pendientes.

Estaba en la biblioteca, todos ya terminaban de empacar sus cosas para dejar el colegio hasta el próximo curso. Los ojos esmeralda del muchacho que tantos dolores de cabeza me había causado, me seguían desde la mesa ubicada frente a la estantería donde buscaba un libro que, con el permiso de Dumbledore, me llevaría para mis vacaciones.

—¿Puedes dejar de mirarme? Me estás poniendo muy nerviosa —le dije, dándole la espalda. Él no contestó, pero escuché sus pasos acercarse.

—¿Sabes? El tiempo que te fuiste me sirvió para darme cuenta de ciertas cosas. —Me giré para mirarlo con atención, a la espera de lo que estaba por decir—. Realmente se siente diferente sin ti, no sé qué tanto me acostumbré a tu presencia, pero solo creo que es mejor cuando estás cerca. Tal vez hubiese podido contra Voldemort solo, pero que estuvieras a mi lado me dio más confianza, y me alegra que lo hubiésemos hecho los dos. —Lo observé sin saber qué decir, pensando en sus palabras y en todo lo que había pasado. Él detallaba mi rostro como solía hacer, pero esa vez no me incomodó, y creo que pasamos varios segundos sin alejar la mirada del otro—. Eres linda —musitó de repente, rompí el contacto visual para ver hacia el suelo, sentía las mejillas calientes y no quería que notara el leve tono rosa que habían adquirido.

—Por Merlín —susurré—. Bueno, gracias por notarlo. —dije, aún sin mirarlo. Harry levantó mi mentón con suavidad, buscando mis ojos. Pensaba decirle que me soltara, pero él ya había comenzado a acortar la distancia, despacio, dándome tiempo para patearlo si así lo quería.

Harry Potter y la hija de Voldemort: FirewordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora