Esto no está pasando, esto no está pasando, no puede estar pasando. ¿Qué estoy diciendo? ¡Claro que está pasando! y ¿por qué no haces algo? ¿¡Por qué no hago algo!?
Cuando por fin logré reaccionar, puse mi mano en el pecho de Malfoy y lo aparté de mí con todas las fuerzas que conseguí de mi cuerpo en ese momento. Fue en ese instante en el que me percaté de la presencia de Potter, quien se daba la vuelta para irse. Nuestros ojos se conectaron por pocos segundos, dejé que se fuera y centré mi atención completamente en el Slytherin frente a mí.
—¿Qué sucede contigo? —le pregunté, sintiendo la molestia en lo más profundo de mi ser, y mirándolo con todo el desprecio que me provocaba.
—Venga, Tracy, no voy a asustarme solo porque tu cabello se vuelva rojo y, créeme, ese color de ojos ya ni siquiera me provoca escalofríos. Eso es tan anticuado que ya incluso me aburre —dijo mientras se acercaba, pues le había hecho alejarse varios pasos—. No es tan fácil hacerme retroceder. —Se atrevió a poner una mano sobre mi hombro, pero la alejó de inmediato mientras se quejaba—. ¿Pero qué...?
—¿Decías?
—¿Cómo cojones haces eso?
—Cállate y escúchame —le espeté, rodeé su muñeca izquierda con mi mano derecha y la levanté a la altura de su rostro mientras se tornaba roja—. Si juegas con fuego te quemas, así funciona. Más que una amenaza es una recomendación. Ten cuidado, Malfoy, porque te garantizo que puedo hacer tu vida miserable con mis propias manos. A mí nada de lo que has hecho me ha dado motivos para que me asustes, sin embargo, yo sí puedo darte unos bastante buenos. —Su muñeca se había vuelto tan roja que incluso yo me sorprendí, sabía que si no me detenía ahora podría terminar prendiendo fuego en su piel. Pero no quería parar ahí, yo realmente deseaba terminar con lo que había comenzado. Sus ojos estaban muy abiertos, y no era solo debido a la sorpresa, él de verdad estaba sintiendo miedo. Eso me ayudó a reaccionar, me estaba perdiendo y sabía que me arrepentiría.
Lo solté bruscamente mientras sentía que se me dificultaba respirar, moví los ojos con inquietud por los mismos treinta centímetros del suelo mientras se tornaban verdes de nuevo y mi cabello regresaba a rubio.
Malfoy sujetó su muñeca con la otra mano mientras retrocedía, mirándome fijamente.
—Realmente estás mal —me espetó y dio media vuelta, dejándome sola, negué con la cabeza repetidas veces y esperé para salir corriendo de ahí, evitando a toda costa cruzarme con él de nuevo.
Me dirigí al único lugar al que sentía que podía ir en ese momento, llamé a la puerta de la habitación de Calíope, quien me invitó a pasar de inmediato.
—Tracy... ¿qué ocurre? —Me senté en la cama como de costumbre, pero ella, en lugar de sentarse a mi lado, se arrodilló frente a mí mientras me ofrecía una mirada de entera preocupación.
—Un día, antes de entrar a Hogwarts, me peleé con un muchacho en un parque cerca de la casa de mis padrinos. —Comencé, evitando el contacto visual—. Fue una pelea fea, uno de sus amigos se lo dijo a los padres de él y ellos me hicieron ir a su casa. Todos eran muggles, y por supuesto no sabían que yo era una bruja. Ellos me regañaron, me dijeron que no debía comportarme así, que debía ser responsable, y que definitivamente mis padres no sabían cómo criar un hijo; esa fue la gota que derramó el vaso para mí. Me enojé tanto, mi cabello y mis ojos se volvieron rojos sin que pudiera evitarlo, estaba tan molesta que ni siquiera me importó revelarles lo que era. Recuerdo todo el odio que sentí, recuerdo el calor, recuerdo que hice puños con mis manos y los cristales de las ventanas del salón se rompieron. Ellos gritaban horrorizados y de pronto la casa comenzó a quemarse, las llamas se extendían desde la cocina hasta la sala, en las cortinas, en los muebles. Yo salí, el fuego a mí no me hacía daño, pero ellos no lo consiguieron, los tres quedaron atrapados dentro. —Las lágrimas se esparcían por mis mejillas sin control, después de tanto tiempo estaba llorando frente a alguien y sintiéndome tan jodidamente impotente—. Horas después la noticia estaba en todos los periódicos y en la televisión, una familia conformada por dos adultos y un menor de edad murieron en su casa por un incendio, lo que lo provocó todavía era desconocido, ellos... murieron en un incendio que yo provoqué. —Mi visión ya estaba enteramente nublada y mis pestañas completamente encharcadas, Calíope me atrajo a su pecho y acarició mi cabello—. Nunca se lo conté a nadie, ni siquiera a mis padrinos, he vivido con eso todo este tiempo, temiéndole a mi propio poder. Creí que podría con él, pero solo causa daño, solo hago daño todo el tiempo.
—No digas eso, no es verdad. Tranquila, solo fue un error, no pudiste controlarlo, pero eso no te cambia, no quita lo que eres. Ya verás que no se repetirá, eres poderosa, pero por sobre todo tienes mucha fuerza de voluntad, yo lo sé.
—No es cierto, porque incendié la casa de los tíos de Harry y lastimé a Malfoy, esta... cosa me domina a mí, y yo no puedo hacer nada para evitarlo.
—Está bien —me dijo suavemente—. Ya no estás sola, ahora estoy aquí.
La seguridad que me brindaban sus brazos solo hizo que quisiera seguir llorando por todo el tiempo en el que no lo había hecho. Ella me transmitía calma con su sonrisa y dejó que me desahogara todo lo que quise hasta quedarme dormida.
Para cuando me desperté, las clases ya habían terminado y yo nuevamente no había asistido, salí silenciosamente de la habitación, pues Calíope dormía en otra de las camas y no quería despertarla. Una vez en mi cuarto me di una ducha para relajarme y eliminar todo rastro de que estuve llorando. Me miré en el espejo, la hinchazón de mis ojos estaba disminuyendo y mi piel estaba igual de pálida que siempre, dejé las puntas azules en mi cabello, pensando que de esa manera Calíope me recordaba que la tenía a ella, y observé por unos segundos más mi mísero reflejo, intentando convencerme de que, a pesar de todo, no lucía tan mal.
Hermione ya estaba en la habitación cuando salí, nuestros ojos se conectaron y con ellos le dije que no quería hablar, como de costumbre ella lo comprendió. Dejé el lugar y me dirigí a las habitaciones de los hombres, no me importaba que alguien pudiera regañarme, total, seguro ya me había ganado que para el siguiente curso no me permitieran volver. Me detuve frente a la puerta del dormitorio de Harry, no me detuve a pensar en qué se supone que estaba haciendo y si lo hubiese hecho seguramente me habría regresado. Sin embargo, acerqué mi mano y llamé, la puerta no tardó mucho en ser abierta.
Me topé de frente con sus ojos esmeralda, que me miraban con esa profundidad que ahora era tan característica en ellos. Pero eso no era todo lo que había ahí, me estaba mirando con decepción. Él estaba decepcionado de mí. Y yo también estaba decepcionada de mí.
ESTÁS LEYENDO
Harry Potter y la hija de Voldemort: Firewords
FanfictionEsta es la historia de Harry Potter contra la fuerza más maléfica con la que se ha podido enfrentar: la hija de Lord Voldemort. Ella debería ser la encargada de destruirlo, y no él el encargado de restaurarla. ...