Llegué a la habitación y justo como esperaba no había nadie, no tenía ánimos de hacer nada, ni de acostarme. Simplemente no había nada, no sé qué me pasa, en serio, pero me estoy hartando. Nunca he tenido tanta paciencia, ni siquiera cuando se trata de mí. Me frustra demasiado no entender y más aún sentirme de esta manera. No me había pasado antes.
Caminé al baño y, como soy masoquista, me miré al espejo de nuevo, estaba mucho más que pálida. Volví mi cabello rubio, pero incluso se veía opaco, sin vida. ¡Es ridículo! Me niego a seguir así. Puede que no esté en los planes de Dumbledore aclararme ciertas cosas, pero sabe más sobre este asunto que yo, aunque no quiera admitirlo. No importa cuantas veces tenga que ir a verlo, necesito su ayuda, joder.
Cuando llegué a su despacho, no me molesté en anticiparle mi presencia, solo entré y por suerte estaba solo. Me miró como si me hubiese estado esperando y, antes de que dijera nada, hablé primero.
—Profesor, usted lo sabe, sé que sabe con exactitud lo que me está pasando, se lo suplico, de verdad... Yo no puedo sola. —Lo miré directamente a los ojos, deseando que supiera que no estaba como para más rodeos.
—Tracy, desde el principio me has parecido una alumna ejemplar, incluso con tus constantes cambios de actitud. Eres una de las mejores estudiantes que ha pasado por Hogwarts. Puedo ayudarte. Lo que te está pasando ahora tiene que ver con tu pasado. Debo confesarte que me asusta un poco revelarte esto, pero he decidido confiar en ti. Hay un lugar donde encontrarás lo que estás buscando.
—¿Qué lugar? —pregunté, enterrando bien profundo mis ganas de preguntarle qué es lo que estoy buscando.
—La mansión Malfoy.
Después de mi extraña charla con el director me sentía un poco más activa, en realidad me encontraba en un estado de perplejidad y ansiedad. Ahora sabía lo que debía hacer, aunque no sabía cómo debía hacerlo. Dumbledore me dio el permiso para salir de Hogwarts y ahora yo caminaba a paso rápido hacia mi habitación, no sabía lo que encontraría en la mansión Malfoy y, honestamente, tampoco terminaba de comprender por qué debía ser exactamente en ese lugar. Pero, es decir, realmente estaba segura de que tenía que ver con Voldemort. Y definitivamente el profesor Dumbledore lo sabía. Pese a todo iría, por supuesto que iría. No estaba del todo convencida de que podría enfrentarme a lo que sea que viniera, pero sí estaba segura que no iba a quedarme sin intentar nada.
Llegué a la habitación justo para encontrarme a Hermione ahí, no le dije nada y fui directo a mi cama. En una mochila comencé a guardar lo que creí necesitar.
—¿Te vas a algún lado? —me preguntó con un tono suave, como si estuviera seleccionando sus palabras cuidadosamente.
—Sí.
—Oh, ¿puedo preguntar a dónde?
—Voy a visitar a mis padrinos —respondí sin titubear.
—Ah. —Hubo un momento de silencio mientras yo seguía empacando mis cosas, hasta que me preguntó—. ¿A mitad de clases?
—Sí, Dumbledore me dio el permiso, es muy urgente.
—Ah, vale.
Terminé de acomodar algunas cosas y fui hacia Carry para darle de comer antes de marcharme, tenía claro que no volvería hasta obtener las respuestas que estaba buscando.
—¿No quieres decirme la verdad? —Suspiré y miré a mi compañera en cuanto ella volvió a intentarlo, en otras condiciones le hubiese dicho que no me importaba si me creía o no, pero es que estas no eran otras condiciones.
—Hermione... Te lo contaré, pero tienes que prometer que no se lo dirás a nadie. Es decir... sé que se lo dirás a Harry y a Ron, pero nadie más debe saberlo. Esto es algo que solo depende de mí y vosotros no podéis ayudarme.
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Harry Potter y la hija de Voldemort: Firewords
FanfictionEsta es la historia de Harry Potter contra la fuerza más maléfica con la que se ha podido enfrentar: la hija de Lord Voldemort. Ella debería ser la encargada de destruirlo, y no él el encargado de restaurarla. ...