Capítulo 20

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—Hay que destruirlo, cuanto antes —dijo Ronald.

—Aquí no —contestó Potter—. No podemos hacer magia.

—Ya no tenemos nada que hacer aquí, volvamos a Hogwarts —corroboró Hermione.

Regresamos a Hogwarts con un Traslador, pero no entramos directamente al colegio. Nos desviamos hacia el bosque prohibido y nos internamos en él hasta el punto en el que yo ya no me ubicaba. Hermione dejó el horrocrux en el suelo.

—No podemos destruirlo —les dije—. No es tan fácil, lo sabéis.

—Algo tenemos que hacer, si pasamos más tiempo con él terminará por destruirnos a nosotros. Tal vez si intentamos abrirlo...

Asentí, de acuerdo con las palabras del pelirrojo, y saqué mi varita.

—Esto no resultará bien —murmuré—. Cistem aperio. —El broche comenzó a sacudirse con violencia. Nosotros, atentos a todo, mantuvimos nuestras posiciones alertas, esperando a que ocurriera lo que sea que sucedería.

Pero definitivamente no estábamos preparados para eso.

Del interior irradió una luz tan potente que nos lanzó al suelo a los cuatro. Hermione, Ronald y yo por un lado, y Potter justo en frente. Entonces me vi; pero no era yo, era una versión mejorada de mí la que, envuelta en un torbellino de humo, se dirigía a Harry.

—El niño que sobrevivió —decía. Era mi voz, pero sus palabras me eran ajenas, no me pertenecían—. El niño que sobrevivió... Umh, puedo ver que te has adaptado bastante bien a ese distintivo. Debe sentirse muy miserable saber que todos esperan de ti algo que tú solo no puedes ofrecer. —Yo observaba desde atrás la esbelta figura de alguien que lucía igual a mí, sin embargo, sabía que aquella postura era algo que difícil se me veía. Ella era amenazante, yo solo intentaba serlo, y era un intento realmente lamentable. Su cabello cambiaba de color varias veces por minuto, haciéndole honor a la metamorfomagia, y aunque yo también la tenía, nunca la había dejado actuar de una manera tan libre. Era una Tracy perfecta, pero es que nunca existiría una Tracy perfecta—. Pero tú y yo, Potter, sabemos todas las veces que te has desesperado pensando en que no podrás contra lo que se avecina. Esto te queda grande. El día en el que te encuentres cara a cara con mi padre recordarás mis palabras antes de dejarte caer de rodillas al suelo y suplicar por tu vida. Porque tú no lo sabías, ¿verdad? Has estado con la hija de tu mayor enemigo todo este tiempo y ni siquiera podrías haberlo adivinado. La hija de Voldemort... A mí también me gusta ese distintivo.

Reaccioné cuando deparé en lo rápido que latía mi corazón, mi respiración agitada llenaba mis oídos mientras luchaba por procesar el hecho de que mi secreto estaba siendo revelado, y yo tenía que detenerlo.

—No... —No lo había gritado, yo ni siquiera lo había dicho lo suficientemente fuerte como para que Hermione, estupefacta a mi lado, pudiese escucharme—. ¡No! —Entonces me puse de pie, observando la espalda de la Tracy que se burlaba en la cara de Potter, mi pecho subía y bajaba con violencia—. ¡No es cierto!

—¿Qué se siente, eh, Potter? —continuó ella—. Saber que la hija de la persona que mató a tus padres ha estado jugando contigo, manteniéndote cerca para arrancarte el corazón del pecho en cuanto sepa exactamente cuántas veces late por hora.

—¡Está jugando con tu mente! —insistí—¡Quiere dejarte fuera de batalla y, maldita sea, Potter, tú no eres tan débil!

Entonces Harry fijó su mirada en mí, pocos segundos que sentí como una eternidad. Sus ojos me hablaban y a mí realmente me dolía no poder entenderlos. Estaba asustada, así no era como debía suceder, las cosas estaban yendo mal, la situación se escapaba de mi control y yo no sabía por cuánto tiempo podría continuar con eso.

Harry Potter y la hija de Voldemort: FirewordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora