Capítulo 22

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—¿Repetiríais eso?

—El libro de los hechizos avanzados no está —repetí las mismas palabras de Hermione a Dumbledore—. En ninguna de las bibliotecas. Profesor, tal vez deberíamos probar una poción con usted, que le ayude a recordar, digo.

—Eso no será necesario, Tracy, ahora que lo mencionas creo que mi memoria comienza a refrescarse un poco. ¡Ah, ahora recuerdo! Sí, lo escondí de intrusos tras las paredes.

—¿Tras las paredes? —pregunté.

—Claro, esta no sería una escuela de magia si no hubiese un archivo secreto tras las paredes. —Dumbledore nos guiñó un ojo y se levantó para que lo siguiéramos—. Ron, ven aquí. —El pelirrojo obedeció y, siguiendo las instrucciones de Dumbledore, sacó su varita.

Alohomora. —La pared tembló un poco y segundos después nos abrió paso hacia una inmensa sala bien iluminada.

—Creí que ese hechizo no abría algo cerrado con magia —dije mientras me inclinaba para mirar hacia aquel nuevo lugar.

—No estaba cerrado con magia, solo escondido —me respondió Dumbledore—. Ahora entrad ahí y encontrad ese libro.

—Profesor —lo llamé al ver que se daba la vuelta para alejarse—. ¿Está seguro de que no recuerda nada más? La estantería exacta, por ejemplo.

—No puede ser tan fácil, ¿verdad? —Las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa cómplice. Él tenía razón, si no era difícil tampoco sería divertido.

Así que entramos a la biblioteca escondida, no superaba en tamaño a la de hogwarts, pero se veía mucho más interesante.

—No hay tiempo que perder, vamos. —Hermione dejó el caldero con la poción en frente de nosotros.

—¿De verdad utilizaremos eso de nuevo? Hermione, no quiero recordarte lo que sucedió pero... creo que tu poción está rota —le dije con un ápice de sarcasmo.

—Primero, Tracy, las pociones no se rompen. Segundo, llevo toda la mañana trabajando en esto para encontrar ese dichoso libro, la utilicé varias veces antes de que vosotros llegarais y nada malo había sucedido. Por lo que si me permites resaltar lo evidente, tal vez seas tú la que está rota. Así que o sumerges tu varita en ella o no tendré más opción que sumergirte a ti.

—Bien, estoy sintiendo mucha admiración hacia ti en este momento, Hermione —le dije, levantando ambas cejas—. Trae. —Ella sonrío levemente y me acercó el caldero. Sumergí mi varita y luego los demás hicieron lo mismo, regresamos a nuestra posición anterior, espalda con espalda—. Por cierto, yo tampoco me rompo —dije, sabiendo que ninguno de ellos me miraba a la cara en ese momento—. Libro de los hechizos avanzados.

Esta vez cada uno apuntó hacia un lugar diferente. Al principio no sucedió nada, entonces escuchamos el sonido de un libro al caer. Nos giramos para buscar su procedencia.

—Ahí —señaló Potter, los cuatro nos acercamos y Hermione lo recogió.

—Este debe ser. —El libro era grueso, la pasta de color negro, dos círculos paralelos el uno con el otro en la portada eran unidos por una fina linea. Debido a los años ya no se conseguía diferenciar los signos dentro de las esferas.

—¿Ese es el libro de los hechizos avanzados? —pregunté con desdén.

—Yo... no lo sé, no era lo que esperaba realmente. Voy a abrirlo.

—Hermione, espera —la detuve—. Tal vez primero deberíamos llevarlo con Dumbledore.

—Estoy segura de que podemos descifrarlo nosotros solos, Tracy. —Ella no me escuchó, abrió el libro por la primera pagina, así que todos nos inclinamos para observar mejor.

Solo había una ilustración, un triangulo en cuyo interior reposaban extraordinarios trazos de un ojo, de esos que parecen que te siguen a todos lados. Entonces la pagina se llenó de letras.

—Así lo dice la profecía —leyó Hermione—. Quien no debe ser mencionado resucitará, un traidor lo liberará y su descendencia se le unirá.

—Joder —susurré, sin quitar la mirada del texto.

—¿Eso qué significa? —preguntó Potter de inmediato—. Esta es una versión de la profecía que jamás había escuchado, ¿qué descendencia?

—¿Es posible que Voldemort tenga hijos? —cuestionó Ron, mirando hacia Hermione.

—No —respondí de inmediato y todos me miraron—. No —repetí—, debe significar otra cosa. Este no es el libro, Hermione. Por favor regrésalo.

—¿Qué dices? Justo esto comienza a ponerse interesante. —Potter tomó el libro de las manos de Hermione—. Hay más —dijo mientras escudriñaba la página—. Un suceso inesperado ocurrirá, pero la verdad por fin se conocerá, y tú no sabrás quién está de tu lado.

—Es suficiente, no hay que meternos en esto.

—Tracy, ¿qué es lo que te preocupa? —Potter me miró fijamente y yo agradecí que él no pudiera producirme esa sensación de ser transparente.

—Simplemente creo que es algo que no podemos entender.

—A mí me parece que es muy claro, en realidad -dijo Ron, acercándose a Harry para mirar atentamente la página—. Voldemort regresará como ya sabemos y alguien que creemos de nuestro lado optará por unírsele, eso o ha estado trabajando para él desde el principio.

—No comentaremos esto con nadie, pero tampoco debemos olvidarlo. Hay que tener mucho cuidado con lo que decimos, a quién se lo decimos y dónde. Cualquiera podría estarnos escuchando. —Los tres asentimos a las palabras de Potter, Hermione recibió el libro y lo dejó en una de las estanterías.

—¿Ahora qué? Nos quedamos sin opciones, ¿cómo encontraremos el libro? —preguntó ella.

—Podríamos intentar de nuevo con la poción —ofrecí.

—¿Qué? —Hermione soltó una risita sarcástica— ¿Quieres que te acepte que me equivoqué? Tenías razón, Tracy, ¿bien?

—No es lo que quiero, Hermione, era una sugerencia. Pero si tú no confías en tu poción yo tampoco lo haré. —Asintió.

—Confío en mi poción. —Nos miramos entre nosotros, confirmando que todos estábamos de acuerdo.

Repetimos el procedimiento por tercera vez, sumergimos las varitas, pronunciamos el nombre del libro al unísono y apuntamos todos hacia una estantería diferente. Hermione terminó con un libro de pasta amarilla con un rayo rojo en manos.

—Lo lograste —le dijo Potter. Ella lo sostenía con fuerza.

—Voy a abrirlo. —Así lo hizo, pero nos llevamos la sorpresa de que todas las paginas estaban en blanco. Harry suspiró.

—¿Aquí nada puede ser un poco sencillo?

—Vamos, hay que llevarlo con Dumbledore.

Salimos por el mismo lugar por el que entramos, el director estaba sentado tras su escritorio, sus ojos nos escudriñaron tras sus gafas de media luna y se desviaron hacia el libro que sostenía Hermione. Una pequeña sonrisa se formó entre su espesa barba blanca.

Harry Potter y la hija de Voldemort: FirewordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora