Gheorghe

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Comimos ciorbã taraneasca, (se pronuncia chiorba) que consiste en una sopa rumana muy típica que suele tener pollo y verduras, la nuestra, en este caso, era de verduras.
Mi madre me miró con cara de preocupada.
-¿Te pasa algo cielo? ¿No te ha sentado bien la ciorbã?
-No, no es eso, es que, tengo mucho trabajo -contesté- pero es en la oficina. Dejé las llaves de la camioneta encima de la mesa, y subí a mi cuarto y cogí la carta de la predicción, antes de irme, me llevé también la llave.
Después de eso, salí de casa hacia la de la única persona que podía ayudarme con esto. Y no, no es Razvan.
El profesor Gheorghe, o Gheorghe para los amigos. (En la lengua española, Gheorghe se traduciría a Jorge) Es un profesor de física y química, me dio clase a mí, y es uno de los mejores de toda Rumanía, sus certificados y diplomas no mienten. Cuando era pequeño, me encantaban los libros de vampiros y hombres lobos, me fascinaban estas criaturas mitológicas, pero ahora que sé que existen, (por lo menos lo primero) no las ves con los mismos ojos. Él y yo nos llevamos muy bien, seguramente porque mostraba interés en su asignatura y no le daba problemas. Voy a verlo porque a él le apasionan ese tipo de cosas, tiene un montón de libros que tratan del tema, tiene una colección, en perfecto estado, de unos del siglo XVIII, desgraciadamente, están en alemán, también tiene un kit de vampiros, aunque no sabe si funciona, pero el plato fuerte es su sótano; tiene un pequeño museo donde muestra un montón de ballestas, y unos amuletos que impiden a los vampiros acercarse a ti, pero, al igual que el kit, tampoco sé si funcionan.
Vivía a diez minutos de la mía, en una casa de dos pisos, toda blanca, con las tejas de color grisáceo, con las puertas rojas, es una de esas estilo englés, separadas de las demás.
Su casa por dentro es muy diferente, tiene casi todos los muebles antiguos, excepto los aparatos electrónicos, lo último del mercado, por lo que arruina un poco la experiencia.
Cuando estuve delante de la puerta de su casa, toqué el timbre. Gheorghe iba vestido como casi siempre, de blanco, tiene menos años de los aparenta, los ojos azules y el pelo y el blanco también blancos.
Se alegró mucho al recibirme, su mujer murió hace unos meses de cáncer, desde entonces, vive solo, y no tiene casi nada que hacer.
-He venido por esto -dije enseñándole la carta.
Nos dirigimos al salón de invitados, lo había pillado leyendo un libro, lo dejó a un lado y se sentó.
Yo me senté en una butaca al lado suyo.
Tu eres una de las pocas personas que creen en los vampiros, necesito que leas esto -le dije mientras se la daba.
Tardó un poco, no sé si era porque la estaba releyendo porque no se lo creía, o leía muy despacio.
Al acabar se levantó y fue hacia el piso de arriba, no me dijo nada.
Me estaba empezando a preocupar.
Bajó con varios libros de aspecto muy antiguo. Me dió dos de ellos:
DIARIO DE IAN
DIARIO DE EMMERAL
Me quedé muy sorprendido.
Cogí el de mi abuelo, antes de abrirlo, le pregunté:
-¿Quién es Emmeral?
-Mi abuelo, tenemos más vínculos de los que creíamos, yo también estaba como tú, pensando si era un amigo o familiar, ¿que cómo lo sé? Te conozco muy bien Nikolay, pensamos casi igual,tengo también cartas de mi abuelo al tuyo -me dijo como si quisiera que me las enseñara.
-¿Cuánto tiempo nos queda? -dije volviendo al tema original.
-Afortunadamente, nos quedan muchos meses, pero no nos debemos confiar, es de la realeza.
-¿Y qué significa? -le pregunté.
-Después te lo cuento, hay algo que te quiero enseñar, ahora que me acuerdo, ven conmigo.

VAMPIRO:1999Donde viven las historias. Descúbrelo ahora