Estábamos muertos de hambre, llevábamos casi doscientos kilómetros sin probar bocado, aparte de que ya eran casi las seis de la tarde.
La mayoría de los coches estaban aparcados y la mayoría de la personas iban y venían andando, ahora el problema consistía en que no nos descubrieran, Razvan no tenía ningún problema, a mí hasta me costaba reconocerlo, y más cuando se metió la camiseta por dentro, cosa muy rara en él.
Yo me despeiné y luego me hice otro peinado hacia al lado, aunque no me pegaba mucho.
-¿Qué opinas, Razvan? -le pregunté.
-No te reconoce ni tu madre -me contestó haciendo un gesto afirmativo- ¿Y yo?
-Ni el FBI.
Nos fuimos a una cafetería a merendar, tomamos unos gofres. Mientras terminábamos, recibimos una llamada, debía de ser de nuestro compañero, ya que el número era desconocido.
-¿Ya han llegado? -preguntó nuestro compañero.
-Así es -respondí- ¿qué hacemos ahora?
-Busquen la calle Colonel, en una esquina se ubica una parada de autobús, donde cerca hay un callejón, donde suele haber un hombre vigilandolo, decidle "Constantin's palace" y os llevará hacia el escondite.
Al acabar y pagar, fuimos preguntando por la calle, llegamos en casi veinte minutos, esquivando aquel que nos mirara raro.
El callejón no era exactamente lo que nos imaginábamos, el muro de ladrillo estaba lleno de pintadas, basura desperdigada, yo pisé algo que parecía pegajoso, y Razvan, se encontró unos calzoncillos que estaban más tiesos que el cartón. Al fondo se encontraba nuestro hombre, era uno gordo y calvo, vestido con un traje canela sucio, estaba fumando y no nos quitaba la mirada de encima.
Le dijimos la contraseña y su mirada cambió, nos hizo una seña para que nos acercáramos a él y empezó a cachearnos.
-Nunca os he visto -dijo- no os preocupéis, política de la empresa.
Al acabar, nos llevó al final del callejón, había unas puertas dobles de color verde oxidadas, ahí nos dejó a lo nuestro.
Cuando volvió a su sitio, Razvan me preguntó:
-Tío, ¿cómo no te ha detectado la navaja que siempre llevas? -dijo susurrando.
-No me fío de estos tíos, la llevo escondida fuera del calcetín -respondí mientras vigilaba a la gente que había dentro.
La primera parte del local era la recepción, por dentro era de un color verde gastado, a la izquierda, había un mostrador con un hombre al cargo, a la derecha, los servicios, me gustaría destacar que eran "Unisex". También quiero destacar que desprendía el lugar un pedazo a tabaco descomunal. Nos dirigimos al mostrador.
-Hey, buenas -le dije tratando de ser amable, ya que tenía cara de pocos amigos.
No nos dijo nada.
Bueno -seguí- es nuestra primera vez y...
-La cafetería arriba, la pelea abajo en el sótano -respondió muy a secas.
Lo dejamos tranquilo y dividimos explorar el lugar, yo me fui a abajo, y Razvan a la cafetería, ya que se había quedado con hambre.
Lo que ví abajo era con todas las letras, una sorpresa.
La zona de combate era enorme, de unos veinte metros por lado. En medio, había una "jaula" donde peleaban dos luchadores, rodeados por una multitud que no paraba de gritar y de animar, localicé a Constantin, tenía un lugar apartado alevado con una excelente vista al combate, estaba sentado en un sillón rojo de aspecto caro rodeado por dos guardaespaldas.
Después de echar otro vistazo, subí de nuevo, me encontré con Razvan saliendo de los lavabos, le costaba respirar, tenía que le hubieran pegado.
-Tío, ¿qué te pasa? -le pregunté.
-Ese lugar es horrible -dijo mientras respiraba con la nariz dentro de su camiseta- parecía la fiesta del humo, combinado con las zorras que había adentro, con unos perfumes de abuela de esos que se huelen a kilómetros, y más con comida que olía a huevos rellenos mezclados con diarrea y vómito. Por Dios, mis pulmones querían suicidarse.
-La próxima vez venimos con una máscara anti gas -le dije de broma- venga, que he encontrado a Constantin.
No íbamos a verlo, pretendía hacerme conocido en ese lugar para llamar su atención, para eso, hablé con el del mostrador, nos dijo, de nuevo a secas, que mañana por la mañana podía inscribirse y al momento participaría.
Abandonamos el lugar y buscamos algún sitio para pasar la noche, pillamos un hotel a una manzana del club.
Cuando fuimos a registrarnos, usamos nuestros nombres falsos que usamos cuando queríamos matar al teniente.
-Ustedes no tienen pinta de ser por aquí -nos dijo- ¿son extranjeros?
-Sí -respondí- vengo de Alemania para hacer turismo.
Ahora le tocaba a Razvan, lo que dijo, me dejó sorprendido, y si conoces a Razvan, sabrás de que hablo.
-Yo tagbien venig de tuguismo -dijo fingiendo un acento muy falso.
-Pero, ¿de dónde es? -volvió a preguntar.
-Prusia
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VAMPIRO:1999
VampireNikolay Bunin, un periodista rumano, descubre en una caja las cartas que escribió su abuelo, en ella, cuenta que un sucesor de Drácula destruirá el mundo este mismo año, junto a sus amigos Razvan y Gheorghe, tendrán que destruir al vampiro, pero no...