Generación criminal

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-¿Papá? ¿Qué cojones haces aquí? -pregunté impactado.
-¿Qué? ¿Preferiría que no hubiera venido? ¿Así estaría mejor el señor?-me respondió mientras conducía.
-No me esperaba esto -le -respondí ahora a él.
-¡La hostia! -intervino Razvan- mi padre no tendría huevos de hacer esto, siempre pensé que era usted un amargado.
-Hay muchas cosas que no sabéis de mí.
-Por cierto, ¿y la furgoneta? No me digas que la has robado...
-Es de un amigo del trabajo, bueno, de mi antiguo trabajo, hace mucho tiempo que me despidieron, total, mi sueldo era el mínimo permitido de este puto país.
-Hablas como si fueras un americano -intervino Razvan.
-Bueno, y... ¿donde vamos?
-¿Alguna sugerencia? -respondió.
-En todas las pelis que he visto el grupo se esconde en una cabaña a las afueras de la ciudad, o también se esconden debajo de los puentes -intervino Razvan.
-Han bloqueado todas las salidas -respondió- sé de un sitio medio decente donde podríamos escondernos, pero primero tenemos que esconder la furgoneta, ya que se accede mediante callejones.
Ahora me gustaría hacerte un resumen rápido de lo que ha pasado, hemos intentado aparcar cerca del refugio, no podíamos aparcar cerca de la acera ya que íbamos a resaltar sobre los demás, buscamos un aparcamiento, pero cada vez que estábamos cerca de uno, nos encontrábamos con un control o una patrulla, por lo que estuvimos media hora dando rodeos a la ciudad, nos limitamos a ayudarle vigilando el entorno y de buscar otras rutas. Estaba a punto de reventar del cabreo que tenía.
En fin, acabamos aparcando en la otra punta de la ciudad. Tapamos la ametralladora con una toalla vieja que había a nuestro lado, mi padre se bajó y empezó a sustituir la matrícula, dejó la original debajo del asiento y empezamos a movernos.
Nos metimos por una callejuela cercana mientras seguíamos a mi padre, cuando íbamos a salir, pasó por la carretera un todoterreno negro con sirena.
Mierda -dijo mi padre- no me ha gustado para nada ese coche, temo que hayan enviado a las fuerzas especiales.
-Por lo menos no han enviado tanques -intervinió Razvan.
Esperamos a que la calle estuviera despejada y empezamos "la carrera de los 100 metros lisos", por decirlo así, ya que corríamos como las balas hacia la otra manzana, y me sorprendió mi padre de nuevo, ¿recordáis que dije lo rápido que era Razvan? Pues mi padre lo adelantó sin problemas.
Nos metimos de nuevo por un estrecho callejón ubicado entre varios apartamentos baratos y de aspecto pobre. Pero bastaba unos pocos pasos para darse cuenta de que era un patio desértico, con sus montañas de basura y sus callejones conectados.
Escuchamos la conversación entre dos policías:
-Tío, no me gusta buscar a esos cabrones en esta clase de edificios, tengo la sensación de que en cualquier momento nos van a disparar desde una de estas mil ventanas.
-Lo que pasa es que ves mucho la televisión -respondió su compañero, que estaba más calmado- ¿en serio crees que han venido justamente aquí, han subido, se han colocado en una de estas ventanas con el objetivo de matarnos? Venga ya...
Los dos siguieron hablando y mi padre se deslizó agachado hacia un contenedor, cuando los dos polis se separaron para buscar, mi padre esperó a que se acercara uno, concretamente el "paranoico", mi padre lo agarró por detrás por el cuello, empezó a ahogarlo hasta dejarlo inconsciente.
Avanzó hacia el poli "tranquilo", hizo lo mismo con el anterior, solo que este consiguió gritar y trató de defenderse en vano.
De un callejón lateral se escuchó a alguien corriendo.
-¿Alin? ¿Sorin? ¿Qué ha pasado?
Era un policía, al parecer, eran tres y uno se había separado más de lo normal.
Apuntó a mi padre, esta vez el policía llevaba una escopeta automática.
Se iba acercando a él mientras le soltaba todo el rollo policial, mi padre levantó las manos y ni se inmutó, estaba convencido que íbamos a hacer algo.
Pegué un silbido sin moverme, cuando se giró, mi padre no tardó ni una décima de segundo en actuar, le dio una patada en las partes y consiguió quitarle el arma, la agarró del cañón y le dio en la cara con la culata.
Después, les quitó la chaqueta oficial de la policía, cogió sus esposas y se las colocó con los brazos en las espaldas, hizo lo mismo con los otros.
Cuando acabó, Razvan empezó a aplaudir son hacer mucho ruido.
-Eres la hostia -le dijo Razvan- ¿dónde has aprendido a hacer eso?
-Mientras me formaba como militar, tuve suerte y entré en la mejor de todo el país, después, elegí servir en las fuerzas aéreas, no tardé en convertirme en uno de sus mejores pilotos, pero lo dejé para formar una familia. Bien, coged un arma cada uno, su gorra y su chaqueta.
Razvan y yo cogimos las pistolas de los dos policías, mi padre, la escopeta.
Mientras salíamos, mi padre nos dijo que no nos preocupáramos, que se despertarían en poco tiempo.
Cuando íbamos a pasar cerca de un bloqueo policial, mi padre volvió a hablarnos:
Paso y espaldas firmes -dijo sin girarse- con lo que llevamos puesto, podemos pasar desapercibidos, no los miréis a la cara y se preguntan dejádmelo a mí.
Afortunadamente, solamente nos miraron y siguieron con lo suyo, después de un rato, nos desviamos y nos metimos por un callejón.
Mi padre nos llevó hasta la entrada de un garaje, se acercó a una cadena y empezó a abrir la puerta, cuando entramos, cerramos la puerta y nos quitamos todo el estrés que teníamos.
No es un chalet pero estaréis cómodos, este pequeño almacén lo usaba uno de mis socios para guardar cosas, obviamente.
-Papá, lo primero es que te debemos la vida, lo segundo es que no entendemos por qué te persiguen a ti también.
-Es lo que tenía que hacer -respondió- pues mira, al salir de casa, me esperaban un par de coches de policía y unos agentes con cara de pocos amigos, dijeron que sabían que trabajaba con los dos genocidas famosos de los que tanto hablan en las cadenas de televisión, hubo un par de líos y aquí estamos, supongo que ya sé cómo te sentías cuando te acusaron de esa putada.
-¿Y mamá?
-La han llevado a un programa de protección de testigos, ¿la razón? Ni idea, prefiero no hablar de ese tema.
-Bueno... ¿y qué vamos a hacer?

VAMPIRO:1999Donde viven las historias. Descúbrelo ahora