El museo

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Iba preparando las armas para el robo, monté la M16 y la ballesta, que era la única de todas mortal.
Dimos una vuelta alrededor del museo para ver la vigilancia, había mucha, por lo menos, había visto a seis en la puerta principal.
Aparcamos a un lado del museo.
Le dije a Razvan que iba a bajar, ya que me habilidades en escalada eran mejores, después, cogí la pistola y la ballesta, que me até a las espaldas y me tapé las manos también con las vendas sobrantes, me acordé también de darle a Razvan un crucifigio, para evitar ser poseído, algo me decía que me iba a llevar más de una sorpresa.
Fui a la parte trasera, donde vimos unas escaleras de caracol que llevaban al tejado, podía ver desde allí todo el edificio de arriba, ya que el techo tenía numerosas vidrieras.
Subí agachado, desde ahí, ví a uno de los guardias, estaba de espaldas, saqué la pistola y le disparé una bala somnífera.
Una vez que cayó presa del sueño, me lo llevé a cuestas hasta Razvan.
Toqué la puerta de la furgoneta.
-Soy yo, abre, te traigo a un amiguito -dije enseñándole el guardia.
Abrió las puertas traseras y lo tumbé en el suelo.
Si se despierta -le dije antes de irme- lo duermes de nuevo.
Volví al tejado, observé todas las salas y encontré la caja en el ala norte.
Ahora tenía que entrar, sólo se me ocurrió por un conducto de ventilación cercano.
Así que bajé por segunda vez hacia Razvan, le pedí un destornillador, el guardia no se había despertado, pero Razvan se había entretenido pintándole la cara con rotuladores, pero no eran permanentes.
Volví por segunda vez y desatornillé la reja, entré metiendo primero la cabeza y los brazos.
Mientras avanzaba, me entró el pánico de quedarme atrapado ahí dentro, pero ya no había vuelta atrás.
Poco después, llegué hasta el final, acababa en una sala que parecía un despacho.
Salí y seguí avanzando despacio, al llegar a una puerta doble, me asomé con cuidado, allí estaba, tenía mi caja a unos metros, custodiada por un guardia, no había nadie cerca, le disparé y me lo llevé hacia dentro, lo escondí dentro de un armario que había dentro de otro despacho.
Antes de irme, le quité la pistola por si las moscas.
Al volver, ya tenía la caja delante mía, iba a cogerla, pero empecé a escuchar un montón de pasos hacia mí.
Me quería ir con intención de esconderme, pero al girarme, tenía delante a todo el cuerpo de seguridad.
-No es necesario que se esconda, conocemos su identidad, Nikolay Bunin -dijeron todos a la vez.
Su forma de hablar no era normal, ya estaba a punto de desenfundar la ballesta.
-Sólo he venido a recuperar lo que me robásteis -dije en posición de combate.
-Es inútil escapar del destino, todos están condenados, usted, su compañero, su amigo el profesor, sus padres, y todo aquél que sea un simple mortal.
Mientras seguían dando el sermón, Razvan apareció subiendo las escaleras manchado de sangre, suponía que el que tenía atado en la furgoneta también había sido poseído.
Al ver mi situación, me hizo una seña de que esperase, poco después, había vuelto arrastrando un cañón pirata cargado, llevando puesto además un sombrero de capitán, lo encendió.
-¿Por qué no se lo contáis a mi amigo de detrás? -les dije acercándome más a la caja.
Cuando se giraron, me tiré al suelo cogiéndola.
La bala era de verdad, había liquidado a 4/5 de todos.
El resto estaban tirados en el suelo, no tardé en matarlos.
Cuando lo dábamos por acabado, el que había escondido en el armario entró tirando las puerta, estaba seguro de que había absorbido el poder de los demás.
Le cogí una pistola a uno de los guardias y con la otro mortal, empecé a dispararle; las esquivaba mientras trepaba las paredes como si fuera Spider Man.
Cuando se me acabó la munición, saltó encima de mí, Razvan vino a ayudarme con unas espadas persas.
Se las clavó en la espalda, quitándomelo de encima, acabó con él cortándole la cabeza.
-¿Y ahora, por dónde salimos? -dijo Razvan.
-Por dónde has entrado, por la puerta principal, no hay otro forma.
-¿Y por el conducto?
-Estamos perdidos de sangre, nos costará muchísimo salir.
Salimos derechos a la puerta principal, no sabía cómo había entrado, lo descubrí al llegar, había hecho tirado la puerta abajo estampando la furgoneta en ella, la había dejado inutilizada, a veces no lo conozco.
Cuando estábamos a punto de cantar victoria, unos focos nos iluminaron.
Estábamos rodeados por medio cuerpo de policía.

VAMPIRO:1999Donde viven las historias. Descúbrelo ahora