Capítulo 44: Premeditado

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Para cuando el silencio llega, tengo el corazón en la mano, late indomable aunque yo estoy paralizada. Mi cabeza está llena de preguntas, que se apilan una a una sobre la certeza que siempre me había acompañado. Los labios me tiemblan ante la incertidumbre. Siento un frío apoderarse de mis extremidades y ciertas ideas descabelladas, correr por mi cabeza. Si Caesar es el común y yo la noble, ¿no sería lógico que él estuviera enfermo y yo sana? ¿Cómo podemos ser Magdala y yo nobles, si somos mujeres, si ella enloquece y yo me deterioro? ¿O será por lo mismo? Quizá estamos enfermas por nuestro género y origen. Si no hay mujeres entre los nobles, es porque no podemos sobrevivir.

¿Pero entonces que tiene de especial ser uno? Yo no soy diferente a otros humanos, mientras los nobles son más fuertes, más agiles, tienen sentidos desarrollados más allá de lo imaginable. Su cerebro es como una máquina y sus emociones funcionan bajo un manto de lógica, y nada de eso soy yo.

En algún momento, después del silencio me doy cuenta que la puerta está abierta. Me giro en dirección a la realidad que me espera. Sé que no tengo lugar al que ir. Me levanto despacio de la cama y enfrento esa salida como la entrada a una cárcel, por primera vez soy consciente de que nunca he tenido elección. Máximo jamás ha estado de mi lado, él es solo un peón como Caesar y como yo. No puedo saber hasta dónde se mueve la reina, ni que ha hecho el por mí sin que le sea ordenando por alguien más. No sé cuánto de esta historia conoce Caesar, ni si el rey sabe a qué me ha traído la reina. Sólo sé que sin importar donde vaya, seguiré un camino que ya alguien ha trazado para mí.

Permanezco de pie mirando el gris metálico del corredor, incapaz de definir el curso de mis acciones. Abro y cierro los puños al ritmo de mis latidos, solo el sonido de las compuertas listas para encerrarme logra que me mueve hacia adelante, hacia la realidad que debo enfrentar. Como una muñeca que se sabe sin voluntad camino hacia el escenario, paso a paso al salón principal.

No logro asimilar el que haya confiado en Máximo, cuando él me ha mentido desde el principio. ¿Cómo fui tan ingenua? Pensar que un noble haría algo a escondidas de otros de su misma especie. Yo soy un noble. Él ha sido consiente de mi identidad todo este tiempo, sabía lo que yo era, sabía sobre Caesar y de seguro sabe mucho más de mi enfermedad de lo que me ha revelado. Recordarlo siempre tan prudente, tan dispuesto a ayudarme, tan cordial y tan estricto. No he sido más que parte del plan de un rey misógino y sus hermanos. Y Caesar ¡Oh, mi Caesar! Despreciado por su propio padre, criado en lugar que no encaja, sus bromas y su vitalidad. Debí saberlo desde un principio, notar las señales, sus inseguridades, sus medicinas ¿Qué noble tomaría medicinas?

Me arden los ojos, quieren que deje escurrirse unas lágrimas sin fundamento. No hay punto en llorar, no hay punto en hacer nada. Ni siquiera el saber lo que sé, ha sido casualidad. La reina me ha dejado saber todo esto por alguna razón.

Y Máximo, Máximo ¡Máximo! Solo recordar que yo... que yo puedo. ¡No! Él solo ha probado su lealtad a su causa. Yo... ¡Maldición! Como me molesta buscar excusas para él. No hubo nada más que un pacto entre nosotros, un pacto que ha sido una mentira desde el principio.

Entre pasos me pierdo, me enojo, me resigno. Doy tumbos y continúo al lugar donde menos quiero estar, pero donde podré dejar de pensar: el salón de la recepción. Debo darle vida al papel que me han preparado.

De alguna manera todo el malestar que sentía sentada entre la familia ahora parece un escondite perfecto para huir de mis propios pensamientos. Que yo sepa solo Máximo, la duquesa Martina y la reina saben de lo que me he enterado. Respiro profundo antes de ingresar al interior de la sala, camino dudosa como lo estaba antes de dejarla. Si fuera otro el público y otra yo, lo mejor sería acercarme a Máximo, con quien vivo, y a su familia con quienes pronto viviré; pero en efecto debo dirigirme a Caesar y sus padres —mis padres—me corrijo.

NobilisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora