La Batalla del Abismo de Helm.

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Todos estaban en sus posiciones, ya era de noche y estaba lloviendo cuando las enormes legiones de orcos llegaron a las puertas de la antigua fortaleza de Rohan. Liliandil estaba con sus amigos en la primera línea de defensa en uno de los enormes muros. Tenían que estar listos no solo para disparar sino que también para las escaleras que usarían los enemigos para entrar. Éowyn se había ido a las cuevas con las mujeres y los niños por órdenes de su tío. El Rey estaba en una torre en el centro de todo con sus dos guardias y el resto del ejército improvisado estaba abajo protegiendo la ciudadela aunque eran los menos porque nadie esperaba que pasaran los muros. Cuando llegó el ejército todos se sorprendieron, eran más de los que esperaban y era muy probable que lograran traspasar los muros. Era muy tarde para mandar más gente abajo así que le rezaron a Eru porque no fueran lo suficientes para hacer caer a Rohan.

Los arqueros apuntaron hacia los enemigos en cuanto hicieron una formación frente a ellos y esperaron las órdenes. Los orcos no se quedaban quietos y hacían ruidos horribles, costaba trabajo imaginar que alguna vez fueron hermosos elfos. Liliandil temblaba suavemente de frío y un poco de miedo ante esta situación, se concentró en lo soltar la flecha antes de tiempo y en encontrar un punto débil en la armadura enemiga.

-Disparen debajo del casco o debajo de los brazos- dijo cuando encontró el punto y todos asintieron incluido Legolas estaba muy concentrado en lo que tenían que hacer, aunque le hubiera gustado un momento romántico sabía que las batallas no son el lugar para eso. De repente junto a ella un hombre disparó por accidente y lamentablemente no falló. El orco muerto se quedó parado por unos segundos pero luego cayó de frente y eso fue la señal de ataque para los orcos que corrieron con sus escaleras hacia el muro. Empezaron a disparar, aunque mataban a muchos, eran demasiados y lograron poner las escaleras. Pudieron matar a los primeros orcos fácilmente pero cada vez subían más. Los orcos aventaban hacia los demás orcos a aquellos humanos que quisieran derribar las escaleras. Legolas y Gimli contaban cuantos llevaban y Liliandil solo trataba de sobrevivir. Ya tenía varias cortadas por las espadas y la lluvia en los ojos le empezaba a ser molesta, la única ventaja de una batalla lluviosa es que no se quedaba tanta sangre en la ropa. Los orcos no paraban de llegar y Liliandil ya estaba muy lejos de sus amigos.

Los enemigos no parecían tener fin. Ya había muchos humanos muertos y los que quedaban cada vez se debilitaban más. A Liliandil le habían empezado a doler las costillas por lo del golpe que recibió y le ardían las heridas que las espadas enemigas le hacían cuando luchaba con ellos, muchos daban golpes en la cara y en el estómago y aunque había logrado esquivar varios, algunos si los había recibido y sangraba de la ceja y también sangraba su labio inferior. Los orcos parecía que nunca terminarían, como si por uno que mataran llegaran 2 más. Supuso que iban bien porque no habían pasado hasta la ciudadela. Trataban de derribar la puerta pero era muy fuerte, la pérdida de sangre por los cortes debilitaba a los humanos y a Liliandil también. No sabía qué hora era pero ya habían pasado muchas horas y no parecía avanzar en ninguna dirección hasta que vieron un grupo de Uruk Hai haciendo un escudo grande juntándose y poniendo los escudos alrededor. Protegían 3 enormes bombas que lanzaron a una cañería que era el único punto débil del abismo. Uno de ellos corría con una antorcha para encender las bombas.

-¡Liliandil, dispárale!- gritó Aragorn
-¡No tengo flechas!- Liliandil estaba sorprendida de que se le hubieran acabado.

En eso las bombas explotaron haciendo volar Gimli y Aragorn para un lado y a Liliandil y Legolas para el otro. Muchos orcos entraron pero aún faltaba una puerta para entrar a la ciudadela. Solo Aragorn y Gimli se salvaron. Liliandil y Legolas no estaban juntos así que tenían que seguir ingeniándoselas solos. Liliandil vio un grupo de orcos que seguían tratando de romper la puerta y vio a Aragorn y Gimli del otro lado. Cuando ellos saltaron ella también y trataron de matarlos pero aun así la puerta cedió y los orcos entraron. Las fuerzas de Rohan se retiraron a una torre donde bloquearon los accesos. Ahí se reencontraron los 4 amigos y Legolas le dio un rápido beso a su novia.

-Están a punto de entrar- dijo un hombre desde la puerta.
-Estamos perdidos- dijo el rey con tristeza
-¡Claro que no! ¿Cómo pueden darse por vencidos de esta forma?- dijo Aragorn indignado
-Son demasiados. No se puede.
-Cabalga con nosotros Theóden. Por Rohan y por un amanecer rojo.
-Suenas muy seguro, como si alguien fuera venir en tu ayuda mágicamente pero está bien. Cabalgáremos juntos.

Prepararon sus caballos y todos salieron al galope en el amanecer rojo como la sangre matando orcos como si nada.

-Vean al sol naciente- dijo Legolas. Y cuando voltearon vieron a Gandalf montando a Shadowfax y junto a él estaba Eómer.
-¡Al ataque Rohirrim! ¡Por Rohan! ¡Por el Rey!- gritó Eómer y todos los jinetes de Rohan cabalgaron cuesta abajo y mataron a todos los orcos y así fue como la batalla del Abismo de Helm se ganó en nombre del bien.

Legolas corrió a abrazar a Liliandil, estaba tan feliz de que ella estuviera bien y sana. Solo unos rasguños pero serían fáciles de curar. La besó lentamente. La ayudó con sus heridas y se besaron por un largo rato y luego fueron a caminar a las cuevas, un lugar lejos de la muerte y la desolación. Jugaron un rato en el agua y se rieron hasta que Gandalf los mandó a llamar.

Después de que todos se asearan y se curaran las heridas Gandalf dijo que tenían que ir a Isengard para saber que fue de Saruman y tratar de convencerlo de que dijera los planes de Sauron con la esperanza de que regresara a ser bueno. Encontraron Isengard inundado y ahí estaban Merry, Pippin y Bárbol. Ellos habían destruido el lugar donde se creaban los Uruks y las armas. También habían detenido a Saruman en lo alto de la torre junto con su ayudante Grima Wormtongue.

-Dinos lo que sabes, arrepiéntete de lo que hiciste- dijo Gandalf
-Nunca lo haré, están destinados a perder más los habitantes de Rohan con este Rey.  Edoras es horrible al igual que todos sus habitantes.
-Saruman esto es una locura- se atrevió a decir Liliandil

En eso estaban cuando Grima apuñaló a Saruman por atrás y su cuerpo cayó al agua haciendo que la Palantari que guardaba en su túnica saliera a flote. Liliandil la recogió y se la dio a Gandalf pero atrajo la atención de Peregrin Tuk. Regresaron a Edoras ese mismo día con el camino esta vez seguro y después de enterrar todos los muertos se retiraron a descansar. Legolas y Liliandil dormían abrazados, platicaron por un rato pero estaban exhaustos por tantas horas de batalla. Pippin miraba la Palantari y se acercó a pesar de las advertencias de Merry, la tomó de Gandalf y entonces lo vio. Vio a Sauron mismo. Esto le causó un dolor de cabeza a los elfos que se levantaron y trataron de quitársela pero la Palantari no los dejó acercarse. Gandalf logró quitársela a Pippin e inmediatamente le preguntó que había visto y si había dicho algo pero Pippin no había dicho nada. Gandalf se lo llevó a Gondor porque Pippin vio el plan de Sauron. Su siguiente objetivo era la ciudad blanca de Minas Tirith.

Liliandil se quedó muy cerca de Legolas lo que restaba del día porque con él se sentía segura de que nada le pasaría. Ahora el futuro era incierto y lo único cierto y seguro que le quedaba era el amor de Legolas.

El  amor de LegolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora