Renovación de vestuario.

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Era temprano en la tarde cuando Liliandil fue con la Reina. Se sentía nerviosa, caminaba lentamente al jardín mientras mordía las esquinas de sus uñas. ¿Qué podría decirle la Reina? Se detuvo un momento para calmarse, el día estaba hermoso y los pájaros cantaban así que nada podría salir mal. La Reina miraba las nubes, por un momento a Liliandil le pareció que la Reina buscaba figuras en ellas. La Reina volteó y le dedicó una de sus sonrisas amables de siempre, le dio un abrazo suave.

-No puedes usar esa ropa en la corte
-Es la única que tengo Su Majestad.
-Eso se puede arreglar. Y por favor para de decirme Su Majestad, no me siento cómoda cuando mi familia me dice así

Caminaron hasta un lugar del castillo donde había muchas telas. En cuanto entraron a un cuarto lleno de vestidos muchas personas empezaron a rodear a Liliandil tomándole medidas sin preguntar nada. Ella nunca había estado en esta situación, su ropa la hacía ella o a veces su madre pero nunca había tenido mucha atención a su vestuario. Miró a la Reina que parecía tranquila mirando las telas y seleccionando algunas para ella. Liliandil se fue a sentar después de que todos se fueran a buscar no sabía que.

Regresaron con muchos dibujos de muchos diseños diferentes de vestidos que le convenían según su tipo de cuerpo junto con telas sugeridas para ese estilo y joyas que combinaban o hacían resaltar el verde color de sus ojos. Miró a la Reina quien escogía modelos y telas. La Reina se sentó junto a ella y le dedicó una sonrisa tranquila

-Estos son los vestidos casuales, para usar en el diario. Estos son para cuando hay un evento como visita de alguien importante y estos son los vestidos de gala.- le explicó con paciencia

-Pero a mi todos me parecen iguales
-Lo sé, entiendo lo confuso que es esto pero ya te acostumbrarás. Yo te voy a ayudar en lo que necesites.

Pasaron la tarde probándose telas y vestidos hasta que Liliandil se decidió por algunos que no le parecían tan incómodos, afortunadamente eran tan largos que permitían el uso de botas, aunque los de la Reina eran más como botines. Liliandil se sentía más confundida y como sentía que nunca iba a encajar en una corte real o una junta con gente importante de los reinos vecinos tanto humanos como elfos. La Reina pareció sentir esta intranquilidad porque la invitó a sentarse en una banca cerca del bosque.

-Sé lo que sientes. Me pasó igual, fue muy difícil acostumbrarme a todo esto...

Liliandil no dejó que terminara de hablar porque la abrazó y le dio las gracias, esas simples palabras la hicieron sentir como en familia, con apoyo y cariño. Después fue a una cita con Legolas a quien le contó todo. Legolas sonrió y le aseguró que sería la mejor princesa Sindar que el mundo haya conocido, ahora Liliandil sabía que era cierto.

El  amor de LegolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora