Jinetes, árboles y una pregunta

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Llegaron a la frontera de Rohan donde viven los señores de los caballos. Corrieron siguiendo las pistas que los uruks iban dejando a su paso por ese lugar. Cada vez estaban más cerca aunque según Legolas "corrían como si el látigo los estuviera persiguiendo". Gimli seguía quejándose aunque ya menos porque ya sabía que la meta estaba cerca. Aragorn estaba preocupado de que los Uruks descubrieran que esos eran los Hobbits equivocados porque eso significaría la muerte de Merry y Pippin. Liliandil y Legolas iban vigilando para ver si podían ver a los enemigos una vez más. Entonces escucharon a muchos caballos acercarse a toda velocidad hacia ellos y se ocultaron detrás de una roca temiendo que fueran hombres malvados u otros sirvientes de Sauron. Cuando pasaron se dieron cuenta que eran jinetes de Rohan. Aragorn se levantó y los llamó. Los jinetes dieron la vuelta y formaron un círculo alrededor de los viajeros. Su líder era el sobrino del rey, Eómer.

-¿Qué trae a un humano, un enano y dos elfos a la Marca? ¿Quiénes son ustedes?- dijo Eómer desde su caballo.
-Dígame quien es usted y yo le diré quién soy- contestó Gimli.
-He hecho una pregunta- replicó Eómer bajando del caballo
-Yo soy Aragorn, hijo de Arathorn; el enano es Gimli, hijo de Glóin; el elfo es Legolas, hijo de Thranduil y la elfa es Liliandil de Lothlorien.
-¿Qué hacen aquí?- volvió a preguntar el líder de los Rohirrim
-Estamos buscando a unos amigos, ¿han visto un grupo de Uruks por aquí?
-Los matamos a todos y quemamos los cuerpos, busquen a sus amigos pero no tengan mucha esperanza, hace mucho que abandonó estas tierras. Tengan cuidado con el mago blanco, camina por el bosque- les dio dos caballos y luego subió al suyo, dio la orden y partieron al norte dejando a los cazadores pensando acerca de lo que acababa de decir.

Corrieron lo más rápido que pudieron seguidos por sus nuevos caballos, no querían dañar las pistas con las huellas que los caballos dejaban. Todo estaba quemado tal como dijo Eómer. Legolas tomó la mano de Liliandil y la vio con tristeza y la abrazó. Liliandil se sentía muy triste y le sorprendió que Legolas lo notara. Le devolvió el abrazo y luego los dos les dedicaron a los Hobbits una oración en elfico. Aragorn se dejó caer en sus rodillas y Gimli sentía que les habían fallado. De repente Aragorn empezó a seguir algo con esperanza. Eran pistas, los Hobbits estaban vivos. Habían entrado al bosque de Fangorn.

-¿Qué locura los hizo meterse a Fangorn?- preguntó Gimli con un poco de miedo. Entraron cautelosamente viendo a todos lados. Había extraños sonidos arbóreos.
-Los árboles, se están hablando entre ellos. Este bosque es muy viejo- dijo Legolas tocando los árboles suavemente
-Lo empezaron los elfos, despertando a los árboles, enseñándoles a hablar- continuó Liliandil
-En este bosque hay rencor y odio- dijeron los dos Elfos al mismo tiempo sonrojándose
-¿De qué tienen que hablar los árboles?- se preguntó Gimli.

Caminaron un rato más. Legolas y Liliandil caminaban tomados de la mano, Gimli abrazaba su hacha y Aragorn tenía la mano en la empuñadura de la espada en caso de que fuera necesaria. Escucharon algo aproximarse y supieron que era el Mago Blanco del que todos hablaban y temieron que fuera Saruman y que los fuera a hechizar. Prepararon sus armas y cuando la luz blanca llegó frente a ellos trataron de atacar pero el mago desvió todos los intentos. Cuando la luz bajó y fue posible ver al mago no encontraron lo que esperaban.

-¡Gandalf! ¡Pero tú estás muerto!- dijo Aragorn sorprendido
-Sí, morí pero luego me regresaron a la vida a terminar mi misión.
-¿Y Merry y Pippin?- preguntó Liliandil
-Están bien, no les pasará nada. Los dejé en muy buenas manos. Vengan tenemos que visitar al Rey Theóden

Salieron del bosque y llamaron a sus caballos. Gandalf esperó y llego el más hermoso de todos los caballos. Uno de los mearas, los señores de los caballos. El corcel era blanco como la nieve, fuerte, inteligente y muy veloz. Era Shadowfax, amigo de Gandalf y lo había acompañado en muchas aventuras. Liliandil y Legolas compartieron caballo. Se subió detrás de él y lo rodeó con los brazos cosa que hizo que el corazón de ambos latiera como loco. Se sentían cómodos tan cerca del otro y sonrieron. Aragorn los vio y aguantó el impulso de molestarlos.

Llegaron al castillo en la ciudad de Edoras y tuvieron que entregar sus armas pero Gandalf logró quedarse con su báculo haciendo a todos creer que era su ayuda para caminar. Cuando entraron el malvado sirviente de Saruman, Grima Wormtongue.

-¿Qué haces aquí Gandalf, cuervo de la tormenta?, no eres bienvenido aquí- dijo Grima
-Vine a extraer a Saruman del Rey como se extrae el veneno de serpiente- sacó su báculo y caminó hacia el Rey. Muchos trataron de detenerlo pero los derrotaron a golpes y Gimli logró detener a Grima antes de que escapara. Gandalf se quitó la capa gris que traía como disfraz y derrotó a Saruman haciendo que todo volviera a la normalidad. Esa misma tarde enterraron al hijo del Rey. Le perdonaron la vida a Grima quien corrió a Saruman. También recibieron noticias de que los hombres salvajes, en nombre de Saruman, estaban atacando y quemando villas por todo Rohan. El Rey y Aragorn discutieron y luego se retiraron a descansar.

Legolas fue a caminar con Liliandil. Iban platicando de varias cosas e inconscientemente se tomaron de la mano. No había manera de ocultar lo mucho que se gustaban. Legolas se paró en seco y luego se puso frente a ella, tomo las dos manos de la elfa. Estaba nervioso pero respiró profundo y se calmó. Cuando estuvo seguro de que podría articular palabras le preguntó

-¿Te gustaría tener una cita conmigo? Es que me di cuenta que me gustas mucho y pues quiero saber si es posible algo entre nosotros y si tú me das una oportunidad.
-¡Sí, claro que sí! Tu también me gustas mucho y obvio te doy una oportunidad.

Legolas se acercó a ella para besarla pero Aragorn llamó a Legolas y luego se lo llevó argumentado que lo necesitaba para unos consejos. Ninguno de los dos pudo dejar de pensar en el otro y no pudieron dormir esa noche de tan emocionados que estaban de la cita del día siguiente.

El  amor de LegolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora