La caída de Mordor

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Habían ganado la batalla en los campos Pelennor pero el anillo aún no estaba destruido. Los estragos que había dejado la batalla no eran solo materiales. Muchos murieron y muchos otros estaban heridos de gravedad. La ciudad estaba en ruinas. El rey Theóden había muerto y la Reina de los Elfos estaba en coma después de que su corazón se detuviera por unos momentos. Legolas pasaba junto a su madre la mitad del tiempo y había empezado a leer sus recuerdos. El Rey Thranduil estaba en casa preparando todo lo que su esposa iba a necesitar cuando volviera aunque fuera en coma. Ver a su papá destrozado hacía que a Legolas le diera aún mas tristeza porque su familia se estaba desmoronando. Sabía que si su mamá moría su papá también por la tristeza que le causaría la pérdida. Liliandil no sabía que hacer, se sentaba junto a Legolas para abrazarlo y darle apoyo aunque muchas veces lo único que podía decir era que todo estaría bien aunque ella no lo creyera. Liliandil se preguntaba si la Reina escuchaba lo que Legolas le platicaba mientras estaba ahí y también se preguntaba si Eru escuchaba las plegarias de Legolas. No soportaba verlo así.

Días después fue a ver a Éowyn mientras Legolas dormía. Éowyn también estaba muy triste por la muerte de su tío pero sabía que tenía que pasar tarde o temprano. Tal vez ahí estaba el problema de Legolas, el pensaba que no pasaría nunca. Entonces Liliandil se acordó de cuando Legolas vio la muerte por primera vez cuando mataron a Boromir, Legolas no estaba preparado y no entendía lo que sucedía y Liliandil tampoco. Éowyn le platicó como había matado al Rey Brujo de Angmar y luego le dijo algo feliz, se había vuelto a enamorar, esta vez era un atractivo general de Gondor, hermano menor de Boromir y se llamaba Faramir. Su relación había comenzado hace unos pocos días pero ambos se veían tan felices que Liliandil supo que sería para siempre. Los días pasaban y todo seguía igual. Mordor y Sauron seguían ahí. Les preocupaba que Frodo y Sam hubieran muerto antes de llegar. La sombra se expandía y temían otro ataque. Liliandil empezó a considerar la idea de uno de sus hermanos, mandar un águila en la ayuda de Frodo.

Un día todos miraban por la ventana con dirección hacia Mordor esperando que en cualquier momento algo pasara. Gimli se empezaba a desesperar de esta actividad cuando a Liliandil se le ocurrió una idea. Llevarían un ejército pequeño a La Puerta Negra y distraerían a Sauron para que Frodo pudiera llegar. Gandalf hizo un gran esfuerzo y comprobó la posición de los hobbits. Empezaron a armar el ejército y a prepararse para ir. Legolas estaba acomodando sus cosas más triste aún.

-¿Qué pasa amor?- Liliandil le preguntó mientras lo ayudaba
- Me preocupa que mamá... muera... y yo no esté con ella- contestó conteniendo las lágrimas
- Moriremos nosotros- dijo Gimli tratando de subir a su caballo
-No ayudas- reclamó Aragorn que estaba ensillando a Brego
-Todo saldrá bien, ella estará bien- aseguró Gandalf

Legolas sonrío porque todos sus amigos estaban ahí para él y eso lo hacía más feliz. Tomaron el camino corto a Mordor y nadie hablaba, los hombres en el ejército tampoco rompían el silencio. Ni siquiera Merry o Pippin se atrevía a hablar. Tenían miedo, Liliandil podía sentirlo. Cuando llegaron Aragorn llamó a Sauron que volteó a verlos sembrando terror entre los hombres, pero fueron valientes y lo derrotaron. Las puertas se empezaron a abrir y un ser horrible salió de ellas. Alguna vez fue un hombre pero ahora era un monstruo. Les sonrió de forma sarcástica. Era el ser llamado Boca de Sauron, heraldo del señor oscuro desde tiempos lejanos. Se decían muchas cosas de Sauron como que alguna vez amó a alguien y que antes no era despiadado pero Liliandil no creía nada, Sauron era un traidor y un embustero, eso era lo que importaba ahora. La Boca de Sauron les dijo que Frodo había muerto pero no le creyeron porque sabían que era otro engaño de su malevolo señor.

Volvieron a las filas y después de que Aragorn les diera esperanzas atacaron a las fuerzas enemigas. La batalla iba a la mitad y todo iba saliendo mejor de lo esperado cuando un fuerte terremoto empezó. Los orcos empezaron a ver asustados por todos lados y a retroceder buscando la protección de Mordor, el piso empezó a colapsar alrededor de ellos mientras que las águilas iban y venían ayudando a los humanos a salir de la destrucción. Liliandil sonrió cuando vio la Torre Oscura caer y a Sauron morir pero en el ojo de Sauron no vio tristeza ni desesperación, de hecho le pareció ver un toque de felicidad. A Liliandil le pareció raro pero no le dio importancia y dejó que las águilas los llevaran al valle de Imladris.

El  amor de LegolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora