En el jardín

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Liliandil daba un paseo por los jardines pensando en la conversación con el Rey, no pensaba que podía ir tan mal. Muchas veces pasó por su mente que le debió hacer caso a los gemelos pero por otra parte no quería darse por vencida con Legolas. En eso estaba cuando se dio cuenta que la Reina estaba sentada en el pasto leyendo algo, Liliadil no sabía si irse o saludarla, no quería interrumpir su lectura. Se quedó ahí pensando y la Reina levantó la mirada

-Hola, que gusto encontrarte por aquí.- la Reina le sonrió y cerró el libro

-Hola, no quería molestarla, Su Majestad.
-No es ninguna molestia, de hecho ven y siéntate, tenemos que hablar.
-¿He hecho algo mal? Su Alteza- Liliandil reprimió las ganas de morderse las uñas
-Claro que no, primero que nada quiero disculparme por la actitud de mi marido, creo que exageró las cosas como siempre. A mí me parece muy lindo que estén enamorados, en verdad que sí.
-Muchas gracias por el apoyo que nos ha dado para esto.
-Es que me recuerdan a mi esposo y a mi cuando éramos jóvenes. No creí que papá nos dejaría pero al final lo hizo y creo que al final Thranduil escogerá la felicidad de Legolas.
-Pero yo no soy de aquí y al parecer de donde vengo....
-No importa de donde vengas, o si tienes o no sangre de alguna familia importante. Todos somos hijos de Eru, todos iguales y lo más importante es lo feliz que haces a mi hijo.- la reina interrumpió- aunque si considero necesario que aprendas algunas costumbres de los elfos Sindar... ya casi partimos a tierras imperecederas y te tendrás que comportar como princesa de Mirkwood.
-Yo hago lo que me diga... ¿Con quien voy para eso?
-Yo te voy a enseñar- dijo la Reina con amabilidad- le demostraremos a Thranduil que tu mereces a su hijo aunque no habría que hacerlo. Lo primero es no estés con el cabello tan suelto. Ven acá

La Reina la peinó en parte al estilo de los sindar y en parte de los Noldor, Liliandil sabía que la Reina tenía parte de ambas culturas no sabía que las podía mezclar en algo tan bonito. La Reina le dio un espejo para que se viera y le puso flores en el cabello. Así fue como Liliandil empezó a entender las costumbres del lugar del que provenía su futuro esposo. De esta manera lo entendería mejor pensó Liliandil.

Nota de la autora:
Disculpen que sea tan corto, de verdad lo siento. La universidad trata de matarme. Ya la próxima semana todo vuelve a la normalidad
Una disculpa y un abrazo
-Mariana Pace

El  amor de LegolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora