Una visita muy inesperada

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Eran las 10 de las mañana Liliandil y Legolas daban un paseo por los alrededores cuando de la nada salió la persona menos esperada, era Orophin. Venía solo porque les había dicho a sus hermanos que iba a buscar cosas al bosque, quería ser el primero en conocer a Legolas porque él aseguraba que él sabía que iban a acabar juntos antes que todos. Saludó a Liliandil con un enorme abrazo porque la había extrañado demasiado, luego observó a Legolas con cuidado y luego se acercó a él con una gran sonrisa, típica de Orophin. Sus ojos azul verdoso brillaban de felicidad ese día en especifico.

-Yo soy Orophin, el hermano menor de Liliandil y todo este tiempo he querido conocerte
-Esto es una sorpresa muy buena en ese caso- dijo Legolas con una sonrisa parecida a la de Orophin.
-En ese caso creo que es hora de que nos conozcamos mejor, vamos a practicar con el arco. Sé que eres muy bueno.

Legolas sonrió porque le encantaba practicar con su arco y conocer gente nueva. Caminaron por un largo rato platicando sin prestar la menor atención a que partes del bosque pasaban, Orophin le contó todo lo que le gustaba hacer, Legolas compartía varios gustos con Orophin cosa que los hizo muy felices. De repente encontraron un claro en algún lugar del bosque, pusieron marcas en los árboles para ver quien le daba más al centro. Practicaron por horas, se divirtieron y rieron mucho, acabaron en un empate y cuando estaban recogiendo todo e iban de regreso se dieron cuenta que no tenían ni idea de dónde estaban. Dieron vueltas en círculos pero seguían sin saber a que lugar habían ido a parar. Orophin miró a Legolas con un poco de miedo y Legolas le devolvió la mirada.

-Supongo que vinimos en línea recta pero no estoy seguro- dijo Orophin tratando de buscar las huellas que habían dejado
-No lo sé, no veo ni Minas Tirith- dijo Legolas desde un árbol cercano
-Diablos- Orophin dijo removiendo todas las hojas de los árboles para buscar las huellas- las huellas las borró el viento.
-Bueno supongo que es hora de ir en línea recta.

Empezaron a caminar en línea recta pero no encontraron ningún sendero, buscaron y buscaron como locos pero no encontraban nada, Orophin se sentó en el piso. Legolas trepó un árbol y logró divisar Minas Tirith.

-Es para allá- Legolas señaló el camino- se hace de noche, deberíamos correr ahora.
-Tienes toda la razón, Liliandil debe estar preocupada.

Pero Liliandil estaba muy tranquilamente leyendo en los jardines de Gondor pensando que todo iba bien. Legolas y Orophin corrían lo más rápido que podían para llegar a la hora de la cena, en eso Orophin resbaló y cayó en un charco de lodo. Orophin empezó a reír y le lanzó un poco a Legolas. Luego de jugar un rato como elfos pequeños, hacía mucho que ninguno de los dos tenían tiempo para hacer eso. Se levantaron y continuaron su camino riendo y platicando y finalmente llegaron a los jardines de Minas Tirith y buscaron a Liliandil. Cuando la encontraron Orophin corrió hacia ella y le dio un enorme abrazo lleno de lodo, Liliandil se reía mientras Legolas se unía al abrazo cubriendo a Liliandil completamente de lodo.

-Tenemos que arreglarnos para la cena de hoy, no podemos cenar llenos de lodo.- dijo Liliandil tratando de limpiarse lo mejor que pudo.

Cenaron felizmente riendo, Orophin extrañaba esos momentos con su hermana y no podía esperar a que se mudaran a Tierras Imperecederas y pasar juntos algunos días. Legolas le había caído de lo mejor. Se tuvo que ir lo más pronto posible para no levantar sospechas. Liliandil amaba como era su vida, a su futuro y a su familia. Su vida era todo lo que había soñado y más.

El  amor de LegolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora