La Reina

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Legolas y Liliandil vivían tranquilamente en Minas Tirith mientras terminaban la construcción de su pequeño principado de elfos cerca de ahí para no alejarse de sus mejores amigos. Vivían en el ala norte del palacio con los demás nobles y gente importante, la habitación era espaciosa muy cómoda y linda. Tenía una ventana desde donde se veía el bosque y a Liliandil le hacía muy feliz porque extrañaba su casa entre los enormes árboles de Lothlorien. Esa mañana había llegado una carta para Legolas desde Mirkwood, Legolas estaba muy ocupado y ella no la quería abrir así que esperó hasta que su futuro esposo volviera. Regresó a media tarde y abrió la carta.

-Mamá vendrá a visitarnos a las 5 pm
-Pero eso solo me da 5 horas para estar lista y vestirme y arreglarme lindo para que me conozca y necesito la ayuda de Éowyn y conseguir un vestido lo más pronto posible- Lilandil se veía palida y sin decir más le dio un beso a Legolas de despedida y salió corriendo en busca de Éowyn.

Éowyn paseaba tranquilamente por los jardines en lo que su esposo Faramir salía del trabajo cuando Liliandil llegó corriendo. Le pidió ayuda cosa a la que Éowyn aceptó con gusto. Se dirigieron a su cuarto donde Liliandil se probó todos los vestidos pero ninguno le convencía, no porque estuvieran feos ni mucho menos, solo sentía que no eran adecuados. Éowyn le pidió que fuera a comprar la tela que más le gustara y que se la trajera, ella conseguiría a la costurera y todo saldría bien. Pero primero que nada Liliandil tomó un baño y se peinó. Salió tan rápido como entró, corrió a buscar la tela pero todas tenían el mismo problema que los vestidos, o eran muy informales o demasiado formales. Liliandil se empezaba a sentir tensa, llevaba corriendo para todos lados alrededor de 2 horas, no sabía si a la costurera le daría tiempo. Buscó a toda prisa hasta que encontró en el último lugar la tela perfecta. La compró inmediatamente y salió tan apurada como había llegado.

Liliandil corría camino al palacio. No podía correr más rápido, en su camino todos se le quedaban viendo o reclamaban y le pedían que tuviera cuidado pero Liliandil llevaba demasiada prisa, tan solo faltaban 2 horas para que la Reina llegara y ella no tenía un vestido decente. Pasó cerca de un pequeño puesto de frutas y tiró por accidente las manzanas, se volteó a ver que pasaba y no se dio cuenta que una elfa con una túnica azul oscuro con capucha miraba al cielo sin prestar atención. Cuando ambas voltearon ya era muy tarde y fueron a parar al piso. Liliandil había caído sobre la elfa de la capa que no podía parar de reír. Liliandil notó que la tela de la capa era de lo más fino para los elfos y la persona usaba brazaletes de oro.Cuando volteó a ver la cara de la elfa se dio cuenta que no era nadie más que la Reina Mariana. Por un momento Liliandil pensó en salir corriendo pero eso sería causar una pésima primera impresión. Se levantó y ayudo a la Reina que sonreía. Liliandil le dedicó una reverencia

-Tal vez ambas deberíamos tener los ojos en el camino ¿no te parece? Y por favor nada de reverencias, estoy de paseo como una ciudadana normal.- La Reina se limpió la ropa y se acomodó los accesorios.
-Lo siento de verdad es que llevo prisa yo...- Liliandil sentía que las palabras huían de su garganta pero finalmente logró decir lo que quería- yo soy la futura esposa de su hijo Legolas.
-Me da tanto gusto conocerte de tan inusual manera- la Reina sonrió y le dio un abrazo- me alegra que mi hijo sea feliz con una elfa como tú. Ya que nos hemos presentado, vamos con Legolas.

La Reina recogió las telas de Liliandil y caminaron juntas al palacio. Liliandil estaba sorprendida de la amabilidad de la Reina. Pensaba que sería seria y estricta como el Rey y que no la aceptaría pero en realidad la hacía sentir en familia y solo llevaban unos momentos de conocerse. La comida familiar resultó de lo mejor y Liliandil supo que a partir de ese momento en Mariana no solo tenía una suegra si no una amiga. Platicaron un rato más después de la cena y la Reina se fue.

-No pensé que me iría tan bien- dijo Liliandil con una sonrisa- menos después de como nos conocimos.
- Es muy amable y por todo lo que le cuento de ti se que le caes muy bien, ella misma lo ha dicho en las cartas que responde.
- Pero ahora me preocupa tu papá, después de lo que he escuchado de él, no sé que tan bien le caiga la noticia.
- Mamá nos ayudará y todo saldrá bien, lo prometo. Ahora es hora de dormir, ha sido un gran día.

Liliandil durmió con una sonrisa en los labios, aunque sabía que con o sin consentimiento se casarían, la aprobación de la mamá de su novio la hizo sentir aún mejor. Esa noche sus sueños fueron felices con un futuro prometedor

El  amor de LegolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora