Mirkwood

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Cuando Liliandil despertó algo tarde había maletas a medio empacar y Legolas corría de un lado para el otro al parecer sin ningún sentido, guardaba y buscaba cosas por todo el cuarto y no sabía que poner en las maletas. Liliandil solo lo observaba y luego trató de ayudarlo pero Legolas creía tener todo bajo control por lo que se fue a tomar un tranquilo y largo baño. Cuando salió Legolas trataba de cerrar las maletas en las que había guardado hasta lo menos necesario. Se veía nervioso y  miraba a las maletas con preocupación. 

-¿Nos mudaremos?- preguntó Liliandil con un ligero tono sarcástico. 

-No, iremos a mi casa porque tienes que conocer a mi papá, mamá dice que es tiempo. 

Liliandil se puso pálida y buscó  mil pretextos para no ir pero no encontró ninguno así que solo asintió y ayudó a Legolas a cerrar las maletas. Buscó el mejor vestido que ponerse y se miró al espejo con nerviosismo, Legolas se limitó a abrazarla por detrás porque sabía que era lo único que Liliandil necesitaba en ese momento .  Fueron a Mirkwood sin hablar mucho, ambos se dedicaban a mirar el paisaje e iban abrazados disfrutando del cómodo silencio. Dormían de vez en cuando y Legolas se mareaba un poco con el suave movimiento del carruaje pero se le pasaba si el aire fresco le daba en la cara por lo que la ventana iba abierta. A Liliandil le causaba risa que Legolas se mareara tanto y le dio mas risa el pensar como se pondría cuando se fueran a Tierras Imperecederas. Mientras más cerca estaban más nerviosos se sentía. 

-Vamos a pasar antes a una pequeña casa que le dio papá a mamá para que fuera a relajarse, antes rara vez estaba en casa y era parte del Concilio Blanco así que descansaremos ahí. 

-Me gusta la idea, me da tiempo de prepararme para conocer a tu papá, después de lo que dijeron los gemelos me da aún más miedo. ¿Qué pasa si no soy de su agrado?

-No pasará nada, de todos modos me casaré contigo, no importa que ni tampoco importará quien lo apruebe y quien no- Legolas la besó con mucho amor y poco después llegaron a una casa mediana muy tranquila en la mitad del bosque.

-Qué hermoso lugar - Liliandil abrió la puerta y la casa estaba muy bien arreglada- es muy tranquilo y apacible pero... ¿estás seguro que no vendrán?

-Muy seguro sólo vienen ciertos días del año

Pasaron el resto del día caminado por el bosque platicando y besándose. Se divirtieron cocinando la comida y la cena y desearon que su vida fuera así siempre, a la mitad del bosque lejos de todo, estaban hartos del bullicio de Minas Tirith y una caballa así se sentía con más intimidad. En este momento se olvidaron del Rey, del nerviosismo y de todo, en ese momento eran sólo los dos y el hermoso silencio del bosque. Durmieron con sonrisas en la cara abrazados con la suave luz de la luna llena entrando por la ventana llenándolo todo de luz plateada. 

El  amor de LegolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora