Andrea, ¿Quieres casarte conmigo?

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Capítulo anterior: "En todo el camino nadie habló. Cuando llegamos a su casa se bajó sin decir nada, se sacó el casco, sacudió su cabello y sonrió sin mostrar sus dientes, se acercó y puso el casco en mis manos. Yo no podía más, no aguantaba que ella no me hablara, no podía. Si no me lo decía con palabras, me lo diría sin ellas y no creo que le fuera a gustar. Se estaba alejando, bajé rápidamente, me quité mi casco y los dejé en las manillas. Corrí hasta ella, la tomé de su brazo dejándola a centímetros de mí y...".

Andrea POV.

Todavía no asimilaba que él y yo nos besáramos tanto en una noche y estando lúcidos, sí, porque nadie había bebido demás ni nada. Era por aquello que no lograba articular ninguna palabra siquiera. Cuando estaba nerviosa simplemente guardaba silencio para no complicar más las cosas... y ésta no era la excepción. Podía notar la inquietud de Samuel.
Llegamos a mi casa, ni las gracias pude darle, sólo sonreí y caminé a paso rápido. No sé cómo ni cuándo él me alcanzó y tomó mi brazo haciendo darme un giro de noventa grados. Ahí venía nuevamente Samuel Gallardo, él quería besarme... quizás yo también, pero no, no era el momento ni el lugar, aparte no podía ser.

—No -lo rechacé y vi la decepción en su rostro. Me soltó un poco de su agarre pero aún seguía su mano en mi antebrazo que bajaba poco a poco a mi muñeca. Frunció el ceño y enchinó un tanto los ojos, mirándome con confusión.
—Te vendré a ver mañana, tenemos que planificar todo, absolutamente todo. Tenme listos los invitados tuyos, los pones a todos en una lista o le pides a alguien que lo haga, quizás a tu mamá. Yo tendré a los míos -dijo con frialdad.
—Adiós, buenas noches Andrea -se dio la vuelta y caminó hasta su moto. Enganchó en alguna parte de la moto el casco que me pasó y se colocó el suyo. No me dirigió la mirada para nada, pensé que al menos haría un ademán diciendo adiós o algo, pero no.
En fin, llegué a las 11:30 y mamá estaba sentada en la sala con su teléfono.

—Mamá.
—Al fin llegaste Andrea, dime, ¿qué dijo? ¿Aceptó? -preguntó desesperada.
—Que... si.
—Oh ¡bien!. A ver, sólo tenemos 1 mes y menos, aparte la boda tiene que ser la más linda de los últimos tiempos... la mejor, de la que más de para hablar, que perdure por mucho tiempo en la prensa. Andrea, tendré que ocupar lo último que nos queda para pagar la boda, el vestido, el anillo que tienes que lucir, este... -yo sólo la miraba impresionada. Su entusiasmo era mucho. — las invitaciones, recuerdos, las flores de la iglesia, tu ramo. ¿Él no se ofreció a pagar nada cierto? -preguntó al fin.
—Todo ma... -me interrumpió.
—Maldita sea no nos va a alca... espera, ¿qué? ¡¿Es enserio?! Esa es una muy buena noticia.
—Todo se lo pagaremos después.
—¿Es enserio? ¿Eso te dijo?.
—No mamá, pero no podemos ser aprovechadas, él incluso me ofreció pagar la hipoteca de esta casa con tal de no tenerse que casar conmigo.
—No quiere entonces.
—No sé, quizás tenga mejores planes que casarse por ayudarme a mi, que no me conoce ni hace 1 año ni nada.
—Andrea no puedes perder ésta oportunidad, de alguna u otra forma lo amarras a ti.
—Me dijo que mañana va a venir y necesita que ya haya tenido la lista de todos mis invitados, no sé cómo lo haré.
—Por eso no hay problema, ya lo hice hija.
—¿Cuántos son? -sabía que mi mamá invitaría si fuera ella a toda la ciudad. Ella quería que todos supieran que su hija se iba a casar.
—Son alrededor de 300.

Estaba demasiado sorprendida, mi mamá ya tenía asegurado que Samuel me iba a aceptar antes de que me fuera... dios.

—Mamá... verdad que hay que hacer esto público... ¿por qué a Petunia le gustaba tanto la fama?. << Si a eso se le  podía llamar fama>>.
—No sé, siempre fue así.
—Que lastima.
—Bueno, agradécele porque esa tía nos traerá la salvación.
—Que quede claro, yo ayudaré a pagar ese préstamo sólo por ti mamá, ahora, esa casa en Dubai, los autos y todos los viajes yo no los pagaré.
—¿Qué casa en Dubai? -preguntó extrañada.
—La que compró Leonardo.
—Claro... por eso me hizo firmar algo y yo la muy ingenua acepté.
—¿No sabías?.
—No sé, a lo mejor él me lo comentó pero yo jamás hubiese permitido comprar una casa en Dubai. ¡Claro! Por eso cuando llegamos allá nos llevaron a una casa demasiado lujosa...
—Já... qué locura más grande.
—Necesito poner a la venta de inmediato esa propiedad. Lo siento Leonardo pero... pero nada -dijo por lo bajo y se fue a su despacho.

Entre la soledad y el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora