A punto de viajar.

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Capítulo anterior: "—Está muy bonito, pero estaría mucho mejor si el chofer no se hubiera demorado tanto para que no te preocuparas tanto por si me echaba para atrás -como arte de magia le robé un beso sin pensarlo y le sonreí sin darme cuenta de lo que estaba haciendo.

Estábamos casados, y yo me sentía feliz. ESTÁBAMOS ENTONCES, ¿FELIZMENTE CASADOS?"

Samuel POV.

Me sentía muy feliz... todo se sentía bonito con ella. Tomar su mano y sentirse libre era lo mejor del mundo, sus dedos perfectos junto a los míos... todo era hermoso.

—Se te ve muy bien ese anillo -le dije mientras miraba su mano por debajo de la mesa. Ella no respondió, sólo me miró elevando una ceja en señal de desaprobación. Es cierto -le sonreí de lado y ella miró para otro lado.
—Déjame comer tranquila.
—Pero yo ya comí... estoy aburrido, bueno, nunca me podré aburrir de mirarte.
—¿Qué? -miró con extrañeza.
—Finge que me amas, recuerda que estamos casados.
—Recién casados.
—Entonces finge que me amas más de lo que me amas.
—No te amo -susurró y yo reí.
—Mentiras.
—Ay, ya déjame.

Siguió comiendo hasta que de pronto Cayetana se acercó a ella y le susurró algo al oído y se fue. Yo miré a mi esposa «qué bonito se oye», preguntándole que dijo su madre con la mirada.
—¿Qué te importa? -la miré avergonzado. 😳
—Broma Samuel, dijo que teníamos que hacer el brindis.
—Ok... pero no sé que se hace...
—Yo menos.
—Pregúntale a tu mamá -dije nervioso.
—Está muy lejos... y aparte conversando con gente.
—Entonces preguntémosle a Google.
—¿Quién es? -quedó en blanco un momento- ah... apúrate.
—Okey -saqué el teléfono y empecé a buscar cómo hacer un brindis de boda-. Mira, dice que generalmente se hace luego de la comida o durante ella, que los invitados cercanos a los recién casados tienen que decir unas palabras, NO los novios. —Entonces... ¿A quién elegiremos? -pregunté.
—Flavio, Irina, Arturo, Sofía, el abuelo.
—¿Crees que digan algo cuerdo?
—¡Oye! -protestó- el abuelo es el más sabio.
—Eso no lo dudo... pero Flavio e Irina están locos.
—Bueno, que compartan la locura.
—Si -le sonreí.

Nuestros hermanos y el abuelo estaban en la mesa de al lado. Yo me levanté del asiento y les fui a avisar lo que tenían que hacer.
—Digan lo que salga desde su corazón.
—Muchas cosas están en mi corazón -se burló Flavio.
—Gracias -dije sarcásticamente y me senté en mi silla nuevamente.

—Ya les informé -le dije a Andrea.
—Entonces ya puedes ir anunciando el brindis.
—¿Por qué yo?
—Porque tú eres aquí el más lindo y simpático -no sé si fue ironía o qué.
—Okey, te creeré.

Me levanté y tomé la copa de champán junto con un cubierto, hice sonar la copa esperando tener toda la atención de los invitados.

—Bueno, ahora que tengo toda su atención... quiero dar paso al brindis.
Los que quieran dirigir unas palabras, pueden hacerlo. Pero antes, mi esposa y yo -Andrea quedó con cara de «¿qué?»- queremos agradecerles por acompañarnos en este día tan especial, donde nosotros pudimos demostrar nuestro gran amor ante Dios y ustedes -miré a Andrea para que hiciera lo mismo.

—Ehh... bueno -se levantó con nerviosismo pero en menos de 10 segundos volvió a ser la mujer confiada de siempre- como Samuel dijo... queremos agradecerles por su compañía en el mejor día de nuestras vidas -me sonreía, yo no sabía si era real, o quizás un montaje-, donde queda plasmado nuestro amor, donde ustedes son testigos de lo prometido, de verdad muchas gracias por venir -quedé impactado, fue muy bonito como lo dijo y ¡lo que dijo!
—BESO, BESO, BESO -comenzó a gritar Flavio e Irina lo siguió, luego todos le siguieron -miré a Andrea y le susurré: ¿beso?

Andrea se acercó y me dio un "beso" (topón) que duró máximo 1 segundo.

—¡BESO BESO BESO BESO! -gritó Flavio.
—Eso no es beso -gritó Irina.
—Queremos un beso de verdad -gritaron en una mesa.

La tomé por la nuca y besé sus labios, al principio fue con desesperación pero luego pasó a ser intenso y tierno.

—Ya, ¡ahí vieron! Para que sepan cuánto la amo -le sonreí y por primera vez en mucho tiempo vi un brillo especial en sus ojos a la vez que estaba sonrojada.

La tarde pasó entre risas y caricias, y todo lo disfruté porque sabía que las caricias de Andrea nunca más volverían a menos de que tuviéramos que ir a alguna cena con gente importante y así.
Flavio e Irina recitaron unas palabras para matarse de la risa... no entendía de dónde salía tanta imaginación junta.

Andrea POV

Estábamos a minutos de viajar, y solos, SOLOS.
Nuestras familias estaban ahí acompañándonos, al menos no nos aburríamos en la espera que el piloto revisaba alguna cosa para despegar. Y realmente ¿quién se aburriría con Irina y Flavio? Ellos son un dúo dinámico, payasos de circo... son increíbles.

—Hija cuídate mucho -mi madre me bendecía porque el piloto había bajado diciendo que cuando quisiéramos podíamos despegar.

Cuando abracé a mi madre vi que Leonardo se sonreía con una mujer... ¿quién era ella? Parecía azafata.

...

Samuel se despedía de sus hermanos mientras yo me despedía de las mías.

—¡Hey! Para la próxima me llevas picarona -me sonreía Irina.
—¡Tonta! Yo voy a darme unas "mini vacaciones".
—Andre te extrañaré muchísimo -dijo mi hermana Sofía mientras me abrazaba.
—Yo a ustedes -las agarré por la nuca para abrazarnos las tres.
—¡Ya suéltame! -gritaba Irina porque todavía la tenía súper abrazada- Aparte mira, ahí está el sexy piloto esperando. Está súper guapo, yo que tú pido ir en la cabina junto a él.
—Irina -dijimos Sofi y yo al mismo tiempo-, tienes novio.
—Ay bueno, los ojos se hicieron para mirar, ¿qué quieres? Que me haga la monja, la Santa, sólo porque estoy en un noviazgo con el hermano de tu "esposo"... si ya saben cómo me pongo, pa' que me invitan dice un meme.
—Nadie te hará cambiar, ni siquiera el amor.
—Ya nos tenemos que ir -Samuel me tomó por la espalda.
—Hablando del amor...
—¡Irina! -le regañé.

Me acerqué a despedirme de la familia de Samuel, y después nuevamente de la mía.

—Te extrañaremos -gritaron mis hermanas.

Narrador POV.

Leonardo y Gabriela (la azafata) estuvieron conversando escondidos detrás de un ala del avión.

—¿Trajiste las gotitas? -preguntó mientras se mordía el labio mirando el cuerpo de Gabriela.
—Ay... no.
—Ahhh picarona, ¡las ocupaste para ti! Te pillé.
—No.
—Bueno... entonces aquí tienes otras. Es ahora o nunca linda.

Entre la soledad y el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora