Samuel se entera de que Andrea espera un bebé

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Capítulo anterior: "Después de cenar con mi familia en mi "casa", que mi abuelo se enterara y gritara por toda la casa que estaba embarazada de una niña, una niña... Ok... que Nieves y Rocío se enteraran y casi lloraran... pues la pasé bien, pero ya había vuelto a la realidad.
Estaba en mi nueva casa, feliz, me sentía muy feliz. Era hora de contarle a Samuel lo del nuevo integrante, y también sobre mis sentimientos."

Samuel no estaba en casa cuando yo había llegado, siendo que eran más de las 10 de la noche y él normalmente salía a las 6:30 del banco, y realmente podía salir a la hora que se le pegara en gana ya que era el dueño. Pero no, no estaba y eso me enfadó un montón.
Lo llamé.
—¿Bueno? -contestó y bostezó. Se le oía cansado- perdón.
—¡Samuel! ¿A qué hora llegarás? -dije enojada.
—Hmm... no sé Andrea, a fin de cuantas que importa si nunca llego o si me desaparezco por días, a ti no te importa -dijo de manera tajante- ¿verdad?
Comprendí que Samuel sentía que a mí no me importaba lo que le sucediera.
—... y bueno ¿eso era? ¿Preguntarme a qué hora llegaría? ¿Necesitas algo?
—No bueno, nos vemos mañana, yo ya me iré a acostar. Come algo, quizás no hayas comido nada durante toda la tarde. Pero bueno, no importa.
Samuel utilizaba la habitación de invitados y yo dormía en la principal, que tenía de todo y era muy cómoda.
—Bueno... -yo iba a cortar- ¡espera! -escuché justo cuando iba a pinchar el botón rojo. Me volví a colocar el teléfono en la oreja para saber que quería. —¿Cómo sigues? -tuve la sensación de que había sonreído.
—No creo que te importe, hablamos mañana.
De veras estaba enojada.
—Pero Andre... -corté y me invadió la furia, corrí por la escalera saltándome escalones y subiendo rápidamente hasta la habitación.

Pasaban las horas y yo no lograba quedarme dormida, no sentía que Samuel subiera las escaleras ni que alguien abriera la puerta de la habitación de invitados. ¡Samuel no llegaba! Estaba e-no-ja-da en su máxima expresión.
Yo que quería contarle sobre qué seríamos papás, y que le quería abrir mi corazón está misma noche, incluso quería que se trasladara a dormir a mi acogedor dormitorio, pero no, él no llegaba y tampoco lo esperaría hasta las 2 de la mañana despierta. Aún así no logré dormir y fui a buscar la laptop para mirar en internet. Comencé a comprar como loca libros de auto-ayuda para mamás primerizas. Después me levanté y fui hasta la habitación de invitados, prendí la luz, examiné el espacio, era grande, perfecto para el bebé que venía en camino. Este sería el cuarto de nuestro bebé. Estaba pensando en amarillo o verde como una combinación de colores, ya que ambos eran de género neutral. 

Después de medir la habitación y revisar un par de cosas más, me fui a dormir de una vez por todas, y Samuel todavía no llegaba.

A la mañana siguiente me levanté temprano, como a las 8;00 AM y Samuel no había llegado a la casa... ¿si le pasó algo? Estaba demasiado preocupada.

Salí de la casa como bala, no desayuné ni nada, con suerte había alcanzado a bañarme, de veras me preocupaba que Samuel no haya llegado a casa.

Llegué al banco y ahí estaba la camioneta de Samuel, así que no lo habían asaltado. Una capa de alivio me recorrió el cuerpo.
Al subir por el ascensor hasta el piso donde trabajaba Samuel, entré a su despacho sin tocar, quién sabe si se la había pasado con una mujer y por eso no había llegado a dormir... pero no, al entrar me quedé en el umbral de la puerta y lo miré, estaba durmiendo como un ángel, echado en su escritorio. Parecía un niño pequeño. Y yo ahí pensando cosas malas de él. Pero no importaba, igual lo iba a regañar.
—¡Samuel! -grité enojada y él entrecerró los ojos. Se levantó del escritorio exaltado, refregó sus ojos y pasó una mano por su cabello rebelde.
—¡Andrea! ¿Qué haces aquí? -preguntó medio dormido.
—¿Te parece poco? Son las 8:30 de la mañana.

Entre la soledad y el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora