Capítulo 15

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“Abrí los ojos, pero no pude ver nada. Una oscuridad escalofriante se apoderaba de la habitación en la que estaba. Intenté mover mis brazos, pero tampoco pude. Estaba amarrada, a una cama al igual que los pies. Miré para todos lados esperanzada de ver a alguien pero la oscuridad que me rodeaba no me permitía, así que espere; espere durante casi veinte minutos para que alguien o algo me avisaran que no estaba sola.

Comencé a tener un poco de medio, sabía que esto no era bueno. Cuando mi desesperación comenzó a aumentar una ampolleta desnuda con una luz que no era muy potente se encendió.

-Despertó la bella durmiente-dijo Alfonso que estaba sentado en una silla de madera justo bajo la ampolleta desnuda. le pregunté a mis pensamientos.

-¿Qué estás haciendo?-dije calmada pero extrañada.

-Te estoy acompañando-dijo mirándome a los ojos. En su cara tenía muchos cortes y moretones, sus manos estaban empapadas de sangre al igual que su polera. Su pelo esta revuelto y desordenado-dormiste siete horas, hermosa.

-¿Por qué estoy atada?-pregunte moviendo las manos. A pesar de que estaba en una situación extraña, no tenía miedo de Alfonso.

-Te soltaré cuando lo decida.

-¿Qué estamos haciendo aquí?-pregunte un poco asustada por lo que había dicho anteriormente.

-Comenzamos una nueva vida juntos-se levantó de la silla y se dirigía hacia mí mientras lo hacía. Sonaba confiado en sí mismo, pero en su voz había una señal de locura y desesperación.

-¿De qué estás hablando, Alfonso?-pregunté intentando levantarme nuevamente.

-Yo te amo, Belén y no me voy a arriesgar a  que alguien te ponga el ojo, o te desee como yo. Yo soy el único que te va a amar-dijo colocándose encima de mí.

-Alfonso tienes que soltarme-ahora si estaba asustada, pero trate de que mi voz no que quebrara.

-¡No!-se alteró-yo confió en ti, mi amor-dijo mucho mas calmado, mostrando un cambio de ánimo evidente-pero no te puedo soltar-me tomó la cara en sus manos, manchándome la cara de sangre.

-¿Por qué tienes tanta sangre encima?-pregunté abriendo los ojos.

-No te preocupes por eso, hermosa-dijo acariciándome el cabello.

-Claro, claro-dije algo desesperada.

-¿Tienes hambre?-preguntó feliz-Amo que estemos juntos.

La verdad es que si tenía, y mucha. Pero me daba no se qué admitirlo. Despues de meditarlo unos segundos pensé que si le decía que sí, quizá me desataría, y si no era así, por lo menos no moriría de hambre.

-Sí, la verdad es que me caería bien algo de comer-dije muy amable, si quería saber por qué estaba aquí lo mejor era que actuara como si me gustara estar aquí con Alfonso.

Alfonso se bajo de la cama muy enérgicamente y me desató las manos y los pies.

-Vamos a ser muy felices juntos, ya lo verás-dijo regalándome un corte beso en los labios.

-Espero que así sea-al decirlo se me quebró la voz.

Miré un tiempo la estructura de la pieza en la que me encontraba. Estaba construida de madera, no era muy resistente, cada vez que daba un paso quedaba en  evidencia donde haía pisado ya que la madera chillaba. En el medio de la pieza: la silla. Me acerqué a ella para observarla mejor y ver si encontraba alguna pista para mi memoria. Era una silla totalmente normal, de madera, algo vieja e inestable. Pero algo llamó mi atención: dos  agujeros en cada uno de los lados de las patas de la silla, estaban en el suelo. Los toqué, eran profundos como los de un clavo. Y comprendí: era la misma casa donde Raimundo me había clavado al suelo.

En un lugar muy lejano.Where stories live. Discover now