Capitulo 29.
La puerta se abrió lentamente como si el que estuviera a punto de entrar supiera que lo estábamos esperando.
Raimundo le tapó la boca mientras tiraba su brazo izquierdo para atrás. El hombre se retorcía e intentaba escapar, pero era mucho, mucho más bajo que Raimundo (era como de mi estatura). Federico cerró la puerta y ayudó a Raimundo con nuestro nuevo acompañante.
Había visto pelear muchas veces a Raimundo, incluso muchas de esas veces la pelea a la que él se estaba enfrentado, acaban porque yo llegaba No nos metemos con mujercitas, no con hombres que dependan de ellas para salvarlo de una simple pelea eran las palabras que usaban cuando llegaba. Estaba un poco acostumbrada a las peleas de Raimundo, pero Mia y Federico no. Seguramente ellos jamás han presenciado una pelea –Haz el amor y no la guerra- era el lema de los hippies y supongo que no solo se refieren a las guerras con armas, aviones y militares, también esta es un tipo de guerra (si se puede llamar así).
Raimundo le colocó al hombre el palo de escoba en la espada y sobre este estaban sus brazos para que así no pudiera moverse. Federico ató un pedazo de la frazada que había en el lugar a su boca para que no se escucharan sus gritos ni llamadas de ayuda.
Cansado de escuchar gemir y reclamar al secuestrado, Raimundo le pegó en la sien tan fuerte que lo hizo sangrar de inmediato y dejándolo inconsciente.
-¡Viejo, detente!-dijo Federico (claramente no estaba acostumbrado a esto, y espero que se acostumbre rápido). Miré a Mia que estaba realmente asustada por la reacción de Raimundo, tenía los ojos abiertos de par en par y las manos alrededor de sus mejillas.
-¡No entiendes que la vida de Belén, la tuya, la de Mia y la mía están en peligro!-dijo Raimundo. Estaba muy nervioso, se sentó en el suelo con la cabeza escondida entre las rodillas.
-Raimundo…-dije comprensiva este momento no era para discutir. Me senté a su lado y comencé a acariciarle delicadamente su cabello escuro.
-¿Qué hicieron?-dijo Mia en tono asustado.
Raimundo y yo levantamos la cabeza para mirarla, ya sabía que habíamos hecho algo. Y si su intensión era quedarse con nosotros tenía que saber la verdad. Tenía que saber que yo y Raimundo habíamos matado a Alfonso, no solo porque estábamos en camino a la isla, sino, que porque su vida estaba en juego al igual que la de Raimundo y la mía.
Federico y Mia se acercaron a nosotros. Le contamos todo, absolutamente todo. Cómo Raimundo y yo nos habíamos hecho amigos y que él en la isla tenía la reputación del mujeriego, que supuestamente el siempre me amó. Le contamos como Alfonso había aparecido en mi vida y cómo la había cambiado. Le conté los sueños que tuve cuando estaba de novia con Alfonso y cómo esos sueños representaban el peligro que corría estando con él. Le contamos la fiesta de los Slim y cómo había terminado con la muerte de Alfonso. Le conté que había dejado a mi madre asmática y a mi hermana con una extraña enfermedad que, al parecer no tenía cura, y si la tenía era muy cara para poder pagarla. Le conté sobre Peter. Le conté la cadena que e había regalado Raimundo, le conté que el viento se había llevado mi casa. Y le conté que Raimundo había matado a Alfonso accidentalmente, o eso quería creer. Le contamos absolutamente todo lo que había ocurrido durante los pasados cuatro meses. El hecho que les contáramos todo también resultaba como una prueba para probar su amistad.
Pasaron unos minutos de silencio antes de que alguno hablara.
-¿Saben? Sí lo creo-dijo Federico.
-¿De verdad?-dijo Mia, Raimundo y yo al mismo tiempo.
-Si-dijo muy convencido- solo analícenlo: supuestamente los dos venían escapando para poder seguir con su amor ¿no? Pero si era así ¿por qué no lo hicieron en la isla? Jamás nos dieron una fundamentación más convincente de su escapada, jamás nos dijeron que eran pobres y supuestamente ustedes siempre estuvieron enamorados ¿no? Sí hubiese sido así, no hubieran tenido la necesidad de huir de la isla, a no ser de qué una fuerza mayor los obligara, como la muerte de alguien- Raimundo y yo nos miramos, ambos estábamos impresionados ¿podíamos crear algo tan malo? Claro que sí, esto lo demostraba.
-En ese caso…-dijo Mia-yo también lo creo-nos sonrió ¿Qué significaba eso? ¿Qué no nos discriminarían por lo que hicimos? ¿Qué no se separarían de nosotros? ¿Qué no dejarían de ser nuestros amigos?
-Entonces…-comenzó a decir Raimundo-¿Está todo bien?-preguntó casi asustado por lo que podrían decir.
Mia y Federico se miraron antes de responder.
-Claro que está todo bien-ambos nos sonrieron-Lo mejor que pudieron haber hecho es contarnos, ahora sabemos a qué nos enfrentamos.
-¿No dejarán de ser nuestros amigos?-pregunté.
-¿Qué? No, claro que no. Lo que pasó fue un accidente no un asesinato-Mia me abrazó y luego a Raimundo, Federico hizo lo mismo.
Nuestro secuestrado estaba comenzando a despertar, al parecer lo que le contamos a Mia y Federico había tomado su tiempo.
Raimundo se había levantado para propinarle otro golpe pero lo detuve.
-Hay que hacer algunas preguntas-dije y me levanté para hacércelas a nuestro prisionero.
Tomé su cara con una de mis manos, pude ver el golpe que le había hecho Raimundo, realmente era grande, sangraba mucho y era profundo. Pero no me importó, apreté su cara con mis dedos, abligándolo a mirarme.
-¿Cómo te llamas?-no le grité ya que alguien podía escucharnos, pero le hablé lo suficientemente firme para que me respondiera de inmediato.
-Bruno-dijo apenas.
-¿Qué hora era la última vez que la viste?-dije igual de firme.
-Las diez de la mañana-le costaba hablar.
-¿A qué hora llega el barco a la isla?
-A las una.
Tiré su cara a un costado y me alejé para que Raimundo pudiera actuar. El se acercó cn fuerza, tomó su cara y la apretaba con sus dedos.
-Escúchame bien, Bruno-dijo amenazante-si llegas a decir algo de lo que está ocurriendo te mataré ¿sí? Y eso no te conviene. Me aseguraré de que antes de que los militares de los Slim me maten, tú estés bajo tierra ¿entendido?-lo dijo tan serio y creíble que me asusté, pero ese sentimiento desapareció de inmediato.
Bruno no dijo nada más solo agitó su cabeza muy rápido. La agitaba tan rápido que no sabía si estaba diciendo: si o no. Pero Raimundo pareció entenderlo muy bien.
-Cuando lleguemos a la isla te dejaré libre, pero te mantendré vigilado. Cuando salgas de aquí dirás que te copelaste la cabeza y quedaste inconsciente. Si dices otra cosa-hizo una pausa agregándole tensión a su discurso amenazador-mueres-dijo la palabra lento haciendo que Bruno se asustara más de lo que estaba.
Raimundo golpeó de nuevo a Bruno donde mismo le había golpeado la primera vez, haciendo que la sangre le salpicara en las manos. Bruno cayó inconsciente.
Por lo que le pregunté a Bruno, solo faltaban unas dos horas para que el barco llegara a puerto. Eso quería decir que cada vez estaba más cerca de casa, de mi familia, pero cada vez estaba más cerca del peligro.
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Siento que este capitulo haya sido tan corto, de verdad lo siento. Pero pronto pasarán cosas...
Espero que le haya gustado y si fue así, pues Voten y Comenten. Me gusta saber que piensan al leer mi novela y saberlo me hace feliz y me da nuevas ideas.
Gracias por leer, de verdad muchas gracias.
Besos y Abrazos!!!
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En un lugar muy lejano.
Teen FictionBelén Calvet es una chica de 15 años, próxima a cumplir 16. Se ve envuelta en muchos problemas son pobres, su hermana está muy enferma y su madre es asmática. Su mejor amigo, Raimundo la ayuda en casi todo pero el igual es pobre, no sabe como consol...