El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.

Me hace feliz

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No quería preguntar ni una sola cosa más, pues ya le había hecho un largo interrogatorio a Jack durante todo el camino. No se dignó a contestarme, de veinte preguntas, obtuve cero respuestas. 

Odiaba verle en ese momento, no porque lo odiara a él, pero sus heridas que traspasaban la chaqueta me hacían sentir culpable de no haber insistido más en ir con él. Cuando llegamos a casa, se despidió de mí besando mi mano de forma educada y con una ligera risa sacudió mi cabello, le comenté que me había encantado estar con él y Jack sonrió, me dijo adiós y se retiró. Entonces cerré la puerta de la casa y caminé a la cocina por un vaso de refresco. 

Escuché las risas de mis hermanos arriba, y unos suaves golpecitos. Estaban jugando a pelea de almohadas, me tranquilizaba el hecho de que después de lo de mis padres, ellos siguieran así de felices. Yo también lo era, cuando estaba con Jack, pero siempre que me encontraba sola, resultaba difícil no tirarme a llorar, era tan malditamente vulnerable, mis notas bajaban, estaba cambiando y pensaba en lo mucho que me encantaría ser otra persona...pero cuando estoy con el chico raro de tez blanca, todo lo malo se esfuma. 

Con mi vaso lleno de refresco, me acerqué al cuadro que tenía mi tía en la pared de la sala, era el cuadro que veía Jack cuando fue a la casa, era una gran pintura de Hades, a juzgar por los detalles, le había costado una fortuna a mis tíos. Me detuve a ver todos los acabados, hasta lo más pequeños, como el puente de la nariz del dios mitológico, su cabello y sus ojos. A decir verdad, me daba algo de escalofríos verlo directamente, sentía que tenía vida, los ojos de Hades me sumergían a una clase de pesadilla, me estaban vigilando, me estaba volviendo loca, era una maldita pintura. Seguí puliendo con la mirada cada detalle de la pintura y por un segundo mi cabeza dio vueltas, su expresión me recordaba a alguien, pero no sabía con certeza a quién, me acerqué un poco más y entonces, al ver el retrato del dios más de cerca, pensé en Jack.

- ¿Te divertiste hoy?- Sonó la voz de mi tía que bajaba por las escaleras, estuve a punto de brincar por el susto y después de echarle un último vistazo a la pintura, contesté. 

- Algo.- Sonreí apretando los dientes y mi tía me observó con ojos tristes. 

- Linda.- Suspiró la tía Alice y al pasar varios segundos de cómodo silencio, dijo.- Sé muy bien, que la situación no es la mejor, lo que le pasó a tus padres...fue trágico.- Hizo una pausa y hasta que dejó de hablar, sentí que los músculos de mi cara se tensaron.- Entiendo que estés pasando por muchos cambios emocionales.

- Creo que tomará tiempo superarlo.- Hablé con un nudo en la garganta que se formó en el segundo que mencionó la muerte de mis padres.

- En realidad, a veces estas cosas nunca se superan del todo.- Dijo mi tía Alice sin bajar del primer escalón.- Lo que quiero decir linda, es que todos tus sentimientos y tus emociones...están bien, así como el dolor de perderlos puede durar para siempre, está bien sonreír de vez en cuando. 

- Tía, yo...

- Mereces ser feliz Miranda.- Me interrumpió con un rostro cálido.- No seas dura contigo misma, me alegra que te hayas divertido hoy, de verdad me consuela que te hayas divertido y mucho. 

- A veces siento que sólo estoy negando la realidad.- Le confesé.- Es como si mi mente bloqueara el hecho de que mis padres ya no están aquí.

- Lo sé y es normal...así que no me digas, que te divertiste "algo".- Me sonrió con ojos llenos de comprensión.- Sólo dime que realmente disfrutaste el día, a tus padres les hubiera gustado oír eso. 

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A pesar de saber que las furias rondaban por ahí, dormí muy bien. Por primera vez quise soñar algo, algo lindo para ser preciso, pero no, yo nunca soñaba.