Es difícil volver a lo normal.

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-----------------------Miranda--------------------

Las ganas de salir con mis amigas ya eran pocas, era el miedo y la incomodidad lo que me limitaban a la idea de que lo mejor era estar encerrada en mi cuarto, sin pensar en las estúpidas furias, sin tener que preocuparme en que Agnes me volviera a hablar con esa sonrisa de mal gusto....además ya me sentía tan fuera del marco de donde me encontraba hace unas dos semanas y me había convertido en una carga para Jack. Ya no era parte de aquella pintura que era mi vida, aquella pintura de una chica frente a un escritorio haciendo su tarea, con una botella de coca a su lado, un celular con pocas notificaciones y unos padres charlando atrás de mi puerta. 

Me puse a escribir en mi laptop, en lo que era un tipo de diario virtual. De alguna forma sacar todo lo que tenía dentro allí mismo me daba una sensación de tranquilidad, era quitarse un peso de encima. Lamentablemente, los últimos cinco meses lo había dejado pero ya era el momento de volver. Alguien tocó mi puerta e inmediatamente dije un "Pase" sin querer despegar mis dedos del teclado. 

Para mi sorpresa, eran mis amigas Aeris, Grecia y Ericka sosteniendo un ramo de flores y un pastel, parecían los tres reyes magos ahí paradas con sus "ofrendas". Sonreí un poco sin mostrar los diente aunque por dentro me llenaba de felicidad verlas. Era lindo ver a alguien que no fuera un dios.

- ¿Dónde te has metido todo este tiempo?- Preguntó Grecia con su voz de madre, me encogí de hombros.

- No queremos discutir contigo Miranda, sabemos que sabes lo que haces y si no nos cuentas algo es por alguna buena razón.-Comentó Aeris. Se sentaron en mi cama, giré la silla negra en la que me encontraba sentada para verlas y solté una pequeña risa, me estaba volviendo loca y ellas seguían pensando que hacía las cosas por alguna razón.

- La verdad es que por más buena que sea una razón para ocultarles algo, se los tendría que decir.- Hablé.-Pero soy una terrible amiga porque no lo haré. 

- Vamos Miranda.- Me dijo Ericka con su voz cantarina.- Si tiene que ver con tus cambios emocionales, o lo de tus padres....o incluso tu amigo Jack, puedes confiar en nosotras.

- Lo único que tienen que saber es que aún me importan, chicas,  y me alegra verlas.- Les sonreí tomando el pastel de las manos de Aeris.- Ahora vamos a partir esto, lo comeremos sentadas en una cobija que pondré en el suelo y luego hablaremos de los chicos guapos del instituto como solíamos hacerlo.- Dije animada pero sus caras no cambiaron.

- Estás rara Miranda.- Soltó Grecia. Asentí y tomé su mano.

- Lo estoy...pero también estoy feliz ahora, así que vamos a la cocina y busquemos unos platos y algo con qué partir esto.- Todas me miraron desconfiadas pero con una sonrisita y me siguieron hasta la cocina. 

--------------------Jack----------------------

No necesitaba ser un dios de la sabiduría para saber que Miranda no quería verme, al menos en ese momento. Me limité a estar sentado en un árbol cerca de la ventana de su cuarto y de vez en cuando la observaba. Probablemente si alguien me pillara me acusaría de, bueno...acosador pervertido. Pero lo único que quería era verla a salvo. 

La última vez que le había visto se encontraba tan vulnerable, incluso más que un hada a cual le cortan las alas, ya que a ella le habían arrebatado algo más, la ilusión de una vida perfecta. Cupido continuaba haciéndome compañía lanzando flechazos desde otra tosca rama a cualquiera que se le pasaba en frente de su vista, tiraba hacia abajo cada vez que una persona caminaba y reía cuando su objetivo soltaban un pequeño grito de dolor y sobaban su cuello al sentir la punta de flecha. 

-Deja de hacer eso.- Le pedí por primera vez sin usar mi tono autoritario. 

- ¿Por qué? Es divertido, además, todos los dioses amateur están por allí haciendo idiotez y media, ¿Por qué yo no?

- Por esa misma razón, Eros. No te iguales a ellos, por favor, tú eres el maldito cupido, ellos son simples dioses e incluso algunos son sólo semidioses, que el dios Zeus me perdone si le llego a hablar a uno. 

- Para ser un dios rudo y toda esa cosa, a veces eres peor de sangrón que la diosa Atenea.

- Bueno...es que ella lo sabe todo.- Dije en un tono burlón y ambos empezamos a reír un poco. Desvié mi mirada de regreso a Miranda y la divisé comiendo una rebanada de pastel usando un blusón color morado y un pants gris. Con ella estaban otras tres chicas tirando carcajadas mientras se daban pequeños almohadazos de vez en cuando. 

- Oye, ¿Quién es ella?- Preguntó Eros señalando a la chica a lado de Miranda con una tez pálida, pelo castaño casi rojizo y una sonrisa grande. 

- Creo que ella se llama Grecia.- Me quedé pensando y no pude evitar reír.- Oh, no me digas que te interesa la mortal Eros. 

- No dije que me interesara.- Repuso rápidamente volteando la mirada a la calle.

- Me has preguntado por ella.- Le sondeé.

- De acuerdo, es linda.- Alcé una ceja divertido.

- ¿Linda? Ese tipo de palabras no son propias de ti Cupido.

- ¿Ah no?

- Querrás haber dicho, que te una diosa.- Dije entre risas.

- Ahora me dirás que tu quieres a Miranda por sus sentimientos.- Se burló de mí.

- Bueno, la verdad es que si le quiero un poco por sus sentimientos.

- ¿Un poco? Matarías por ella.

- Ya mataba antes de conocerla, e incluso más.-Atajé con una sonrisa.- Pero admito que no solo quiero sus sentimientos, también creo que es linda.

- Bien bien, me atrae la mortal, es muy atractiva.- Se rindió viendo a la amiga de Miranda.

- ¿Qué te gusta de ella?

- Su pelo.

- ¿Su pelo?

- Sí,  ya sabes, todas las diosas tienen un pelo perfecto, o es muy lacio o muy chino, ella tiene un pelo que parece una melena de león.

-Oh, una leona, grr.- Lancé una carcajada y Eros se rio entre dientes, adoraba sacarlo de sus casillas. 

- ¿Crees que pueda hablarle?

- ¿A Grecia? ¿La leoncita?, no lo sé.

- ¿Crees que sea un problema para mi mamá?

- Probablemente Afrodita no esté contenta, no es una gran admiradora de los semidioses si sabes a lo que me refiero...

- Lo sé, por eso es mejor olvidarlo. 

- Como tú lo prefieras.-Dije y  Eros apretó los labios pero ya no lanzó una flecha más. 

Hice que en mi mano apareciera una foto que había tomado de la habitación de la chica, era una de ella. Sus ojos verde resaltaban con su tono claro, sus cejas estaban en su perfecta forma y la expresión de su cara era seria, era una linda foto. Reparé en la chica por la ventana que seguía riendo con sus amigas y por primera vez sentí una satisfacción infinita, cuando le conocí lucía como una chica hermosa completamente rota y vacía, pero ahora era una belleza que irradiaba alegría, me alegraba verla así mínimo por un momento. De seguro las furias estaban ocupadas discutiendo con los dioses y las ninfas estarían curándose el daño que les habían hecho en las alas, por lo tanto de lo que me tenía que ocupar por el momento, era lo que le inquietaba a Miranda. Su tío. 




El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora