---------------Jack----------------
No conseguía dormir, todo era tan confuso dentro de mí y muy a penas podía lidiar con mis pequeños demonios que me carcomían entero. Sabía que mientras yo estaba acostado sin hacer nada, las furias torturaban personas en Ayrton buscando por Miranda.
Miré a la chica que yacía dormida dejando descansar su pequeña cabeza en la almohada y mis pensamientos empeoraron, ya no sentía nada al verla, ahora sentía todo; Cariño, afecto, miedo, e incluso odio. ¿Realmente era tan egoísta para dejar que las furias le dañen por mi culpa? ¿Por mi simple capricho de quedarme por siempre en la tierra? ¿Realmente me daría igual su sufrimiento? ¿Estaba dispuesto a ver cómo sufría por mi culpa?
Basta Jack, deja de pensar en eso.
Pero... y si ¿Miranda ya no era mi simple oportunidad para ser amado, sino mi oportunidad para amar? Sacudí mi cabeza después de pensar aquello y traté de concentrarme de nuevo en mi plan, mi padre estaría furioso.
Todo era tan silencioso que se escuchaban las cortinas moviéndose lentamente por el viento, también el sonido de unas pequeñas gotas que entraban por las ventanas semi abiertas y las voces lejanas de las personas que seguían turisteando por la calle. Me levanté con movimientos suaves para no sacudir mucho la enorme cama y caminé hacia la ventana de la izquierda. Una vez muy cerca de ella, me detuve a admirar la hermosa y pacifista vista, pasé mis manos por el contorno de la ventana y escuché de pronto una respiración en mi oreja. Me giré sin sobre saltarme y abrí los ojos con sorpresa cuando reparé a una de las ninfas aliadas a mi padre. Pude notar que ésta le pertenecía a Hades por su marca en el hombro, era una quemadura en forma de mano, igual a la mano de mi padre. Tenía ojos cristalinos, literalmente cristalinos, un pelo color azul eléctrico largo, una piel más blanca que la mía y una estatura exageradamente pequeña. Llevaba puesto un vestido corto color negro totalmente liso y unas alas puntiagudas transparentes con contorno azul como su cabello.
- El pequeño demonio de Hades.- Sonrió la ninfa dando una vuelta a mi al rededor.
- El hijo de Hades.- Le corregí sin ninguna expresión en mi rostro.- ¿A qué se debe que estés aquí?
- Tú mandaste a llamar a las ninfas aliadas a tu padre mediante Hermes, el mensajero.- Flotó sobre Miranda y se sentó levitando sobre un tapete.
- No creí que realmente lo fuera a hacer.- Admití a la vez que sentía un impulso natural de acercarme a la chica de ojos verdes.
- A Hermes le provocas miedo, aunque a decir verdad, creo que a todos les provocas miedo, claro....si es que te conocen de verdad.- Dijo viendo a la chica, cruzada de brazos. Sus ojos escudriñaban a Miranda y eso me hacía ponerme muy inquieto. Sin notarlo, traté de quitarla de la vista de la ninfa poniéndome en frente de ella como escudo.
- Más te vale y no estés intentando interrumpir en sus sueños.- Le advertí con severidad y ésta echó a reír.
- Claro que no, no me gustaría espantar a tu chica, la mortal, parece especial, parece que no le importa que hayas matado a sus padres.- Mis ojos se volvieron negros y con rapidez me acerqué a la estúpida ninfa. Le tapé la boca con mi mano, la ninfa intentó zafarse y quitar mi mano de su boca, pero era tarde, mi mano comenzó a desprender fuego y quemé su boca, la ninfa soltaba lágrimas azules de dolor y una vez gimió fuerte ahogando el llanto, quité mi flamante mano. Sus labios estaban negros y arrugados.- ¡Estás loco!
- Cuidado con esa boca.- Posé un dedo anular sobre mis labios.- Shhh.... la chica está durmiendo.- Dije con una ligera sonrisa y me senté frente a ella.- No vuelvas a decir esa información en ningún lado.
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El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.
FantasíaUna noche el dios de la muerte y la diosa de la tierra engendraron a un hijo. El poder del padre sobre el de la madre, obligaba a la pequeña criatura ser mandada al tártaro y le prohibía vivir en las maravillas de la tierra. La diosa de la tierra n...