Detrás de una máscara

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No pensaba en nada más que en si Miranda estaría gritando de miedo en ese momento, algo dentro de mí me decía que ese chico rubio que se la llevó no era nada más que un demonio enviado por mi padre. 

Necesitaba saber dónde estaba, y sólo podría saberlo mirando desde arriba. Reparé en unas grandes palomas doradas arriba de un edificio, me aseguré de que nadie me notara y me adentré al edificio.  En vigilante de la recepción estaba tan dormido que muy apenas se dio cuenta de que estaba allí,  me pasé con seguridad a una puerta color café con un número 2 en ella y me encontré con puras personas mayores de edad roncando en sus sillas de ruedas.  El ambiente era tranquilo y la decoración muy fome. 

Decidí no entrar en detalles viendo cada esquina del lugar y seguí caminando a otra puerta. Entré y gracias a mi suerte, era un baño. Al fin nadie me veía.  Me esfume con un chasquido al techo del edificio, arriba hacía más frío y el viento arrasaba fuerte. 

Posé mis manos calientes sobre una de las enormes palomas doradas que formaban parte de la decoración del asilo. Pronto el color dorado comenzó a ceder por el calor de mis manos. La pintura se cayó y la paloma comenzó a moverse, extendió sus alas de forma exagerada, como un polluelo que acababa de aprender cómo abrir sus alas. La enorme figura de acero se despegó del edificio y la paloma cobró vida flotando, era algo llamativa por su gigante tamaño y la gente se escandalizaría si la viera. Agradecí tener el don de mi padre de la invisibilidad y entonces acerqué a la paloma hacia mí con la mente haciendo fuerza. Una vez di un brinco y subí a su lomo, la paloma se volvió transparente como yo.

------------Miranda-----------
En mi cabeza aún no cabía el hecho de que hace menos de media hora estaba feliz danzando con Jack y ahora me encontraba en un bote agujerado que cada vez se hundía más y más. Mis manos estaban amarradas al redondo volante del bote,  y mis pies sentían el agua fría subiendo hasta mis tobillos.  Pero la peor parte no era esa, sino la mirada de el joven rubio que me miraba burlón, con rabia delante de mí.  

Sus ojos tenían una mirada que lastimaba como una navaja en el alma y su sonrisa me causaba escalofríos. El maldito me había capturado, me había amarrado y quería que me hundiera, pero no sabía porqué.  Movía mis muñecas intentando zafarme en vano, lo único que lograba era dejarme rojas las muñecas,  un dolor en mi carpo y desesperación, sentía las lágrimas ardientes salir de mis ojos.

- Por favor, déjame ir, no te hecho nada.- Dije intentando evitar el nudo en mi garganta. Tenía miedo, mi vida no podía terminar así como así, pero el agua que ya me llegaba a las rodillas decía lo contrario. 

-Jack ha de estar tan asustado por no encontrarte.-Sondeó burlón el rubio mientras me seguía  mirando con esa expresión que no soportaba. 

- ¿Qué sabes de Jack?- Le interrogué y de pronto, la sonrisa del rubio se desvaneció con el aire.

 Mi mente ya no daba para más, estaba a punto de seguir intentando soltarme del amarre, pero en seguida sentí un viento feroz de atrás, se avecinaba de forma violenta y el rostro del psicópata rubio se paralizó. Volteé mi cabeza como pude y pude ver a Jack volando sobre lo que parecía una enorme ave. El aleteo de ésta ave hacía que el bote se moviera bruscamente y por consiguiente, que el agua entrara más rápido, el chico bajó del ave de un salto y cayó de pie en frente del rubio. 

- Lo que me faltaba, un ridículo sirviente de mi padre.- El pelinegro dijo con odio y acercándose al de cabellos dorados. 

- Tu padre va a venir, tarde o temprano lo hará Jack y lo sabes.-Habló el secuestrador.

- Me tiene sin cuidado lo que haga mi padre, no es más que un tonto resentido por ser el único dios incapaz de ir al Olimpo a pavonearse como todos mis tíos con sus aires superiores.-Dijo Jack después de voltear a verme.- Lo que me importa es lo que hagas con Miranda.

- Es una chica sin valor.- Soltó el rubio. Jack no perdió el tiempo y después de romper el nudo que ataba mis muñecas con el volante del barco con una filosa uña, se abalanzó sobre el rubio tomándolo del cuello. Vi como sus uñas con gran filo traspasaban la piel del psicópata en el cuello, pero por una razón, no sangraba. Jack soltó un grito de dolor cuando el otro le metió un puñetazo en el abdomen, furioso tomó sus cabellos dorados y el otro lo imitó tomando sus cabellos oscuros. Yo sólo comencé a temblar, el agua ya nos llegaba por arriba de las rodillas.

- Vamos, ¿Por qué no te quitas la máscara?- Dijo Jack con sorna, vi cómo con una mano sujetaba las dos manos del rubio y con la otra, desprendía una capa de piel de la cara del otro. Tal como si fuera una simple máscara, Jack le quitó esa capa de piel y dejó descubierto un rostro negro con grietas grises, una boca con colmillos y unos ojos rojos. 

Ya había visto esa clase de criaturas en uno de mis libros de mitología, era un demonio. El demonio mordió con fuerza el brazo de Jack e hizo que éste lo soltara sollozando como un cachorro de dolor, la criatura oscura sacó sus afiladas garras y enterró una en el costado de Jack. Solté un grito pero el pelinegro no pareció herido, recobró las fuerzas y sacó la filosa garra de su costado con todas las fuerzas que tenía, Jack prendió fuego en sus ojos y en sus manos, el demonio retrocedió un paso al ver cómo unos colmillos se formaban en el chico y yo hice lo mismo, Jack ya no parecía del todo Jack, parecía un demonio. 

La mandíbula del pelinegro se marcó más de lo debido, y de una, metió sus dos flamantes manos en el interior de la criatura oscura. Ésta dejó ir un grito de dolor tan fuerte que me obligó a  tapar mis oídos, Jack sacó sus manos de su interior sacando unas nubes negras de él, le había arrancado sus inhumanas entrañas. Y al finalizar, metió sus manos de nuevo en el ya debilitado demonio y lo partió en dos. 

La oscura criatura se desvaneció una vez dividida en dos, y sólo quedó el ruido del agua que ya nos llegaba a la cadera. Tenía miedo, por alguna razón, o más bien por muchas. De pronto, ya no me sentía segura con Jack, ahí con una apariencia de un asesino, me hacía querer gritar. Jack se giró a verme y se acercó a mí pero retrocedí un paso. El joven volvió a tener unos dientes normales, sus uñas se desafilaron, su mandíbula se acomodó  a como la tenía y sus ojos como sus manos, dejaron de desprender fuego.  

- ¡¿Qué demonios fue eso?!.- Espeté agarrándome de los cabellos, pero Jack no me contestó.

 Tomó con fuerza mi brazo y tiró de el. La paloma volvió a aparecer volando arriba de nosotros y Jack me ayudó a subir justo antes de que el bote se inundara por completo. Él subió después de mí y le dio una palmada al enorme ave para que comenzara a volar como si fuera un caballo. No tenía palabras, no sabía qué decir y estaba tan asustada como enojada. En todo el vuelo pensé en todo lo que acababa de presenciar, estaba tan concentrada en eso que ni siquiera disfruté el vuelo. 

- ¿No vas a hablar?- Dijo el joven en voz baja sujetándome con cuidado de los hombros para que no cayera del ave. Simplemente negué con la cabeza, Jack no dijo nada más que un "Lo siento."

Ya habían pasado dos horas volando arriba del ave sobre agua, y mis párpados ya me pesaban, quería dormir.

- Si quieres descansa...-Murmuró.- Yo cuido que no te caigas.

- Ya has hecho mucho por mí.- Dije con cierta dureza, pero era la verdad, ya me había dado bastante. 

- Estás cabeceando, quieres dormir, permítetelo. 

- Ni siquiera sé a dónde vamos ahora, ¿Vamos a casa?

- No pequeña, ahí sería el primer lugar dónde te buscarían...más bien, me buscarían a mí pero por consiguiente la llevarías tú. 

- ¿Por qué? ¿Por qué ese demonio quería ahogarme? ¿Qué historia pasó allí en el tártaro entre tú y esa criatura? ¿Por qué tanto odio hacia tu padre?- Le interrogué cansada pero con un poco de enfado.

- Lo sabrás luego...sólo te puedo decir que si te siguen a ti también es porque saben que me importas.

El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora