Ya no podía pensar con quietud, una idea se apoderaba de otra rápidamente en mi mente sucesivamente sin parar.
El fuego de las manos de Jack cedió y entonces toqué sus manos, no estaban calientes como lo esperaba, al contrario, estaban inclusive más frías que las mías. Me dio escalofríos por todo el cuerpo, en ese momento todo me hacía querer salir corriendo, pero al mismo tiempo, un deseo de quedarme allí reinaba. Volví a buscar la mirada de Jack y noté sus ojos volviendo al estado natural, pasando del tono más oscuro que había visto al gris.- ¿El hijo de Hades?- Pregunté más para mí misma que para él.
- Así es.- Me respondió con una sonrisa que transmitió seguridad, sólo que no con tanta como lo que necesitaba... ¿El hijo de Hades?
- ¿El dios? ¿El dios de la muerte? -Pregunté alzando mi voz un poco más, tragándome el nudo que sentía en la garganta. El chico asintió algo tímido.- No puede ser.
- Lo has visto con tus ojos, ni siquiera el fuego puede lastimarme porque puedo controlarlo.
- Hades...toda la mitología griega no existe.- Atajé y al instante sentí la mirada del chico apagarse, como si le hubiera dicho la cosa más horrible del mundo, creí que se molestaría, pero en vez de eso, tomó mi brazo como ya solía hacerlo y empezó a correr.
Todavía no me reponía del cansancio de hace unos minutos y ya estaba siendo jalada nuevamente por él. Y aunque tenía miedo, también tenía curiosidad. Conforme íbamos corriendo entre toda la avenida principal de Ayrton, las personas nos dedicaron miradas de interrogación, Jack empujó a todos los que se le interponían y después de lo que pareció una eternidad, reconocí el camino.
Dimos la vuelta en una esquina donde se encontraba una peluquería, y dimos con la entrada de un edificio color negro, con grandes ventanas circulares y una puerta color café. Era la academia dónde solía tomar mis clases de baile, y Jack movía de un lado al otro su cabeza, seguramente para checar que nadie nos viera. Presentí lo peor.
- ¿Nos estamos metiendo como intrusos? - Pregunté con la respiración agitada.
- Algo así.- El joven no necesitó ninguna llave para abrir la puerta, simplemente pasó su mano por el picaporte de metal y con un destello azul, la puerta nos hizo paso. Le miré con duda.
- ¿Cómo hiciste eso?
- Un dios hace lo que sea, esto no es nada.- Me sonrió y cerró la puerta una vez entramos.
Caminé poniendo atención a cada detalle del edificio, era una academia elegante, tenía un piso de mármol de cuadros blancos y negros, la recepción era un largo pasillo y en los salones había piso de duela, y espejos de cuerpo completo con largas barras a todo el largo de los salones.
- Entonces...realmente eres un dios, ¿Cierto? ¿Hijo de Hades? - Me atreví a formar una conversación.
- Su único hijo- Afirmó pasando sus manos por la barra metálica del salón, aquella que usaban las bailarinas.- Digamos que Perséfone nunca estuvo muy feliz con él, mi padre creyó que con el tiempo ella lo querría...pero dime Miranda ¿Quién podría amar al dios de la muerte?- Esa pregunta la hizo de una forma suave, como si quisiera acariciarme con sus palabras pero no respondí. Aún intentaba procesar toda la información.
- Entonces ¿Con quién te engendró?
- La diosa de la tierra.- Hice una mueca.- Lo sé, es mi abuela...resulta algo raro para algunos, pero la verdad es que para los dioses no es nada fuera de lo normal.- Comenzó a abrirse mientras yo caminaba a la barra paralela a la que él acariciaba.- Ya sabes, para nosotros o para la mayoría, entre dioses debe ser la creación, antes hijo de dos dioses que son hermanos, a ser hijo de un dios y una ninfa o cualquier otra criatura.
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El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.
FantasyUna noche el dios de la muerte y la diosa de la tierra engendraron a un hijo. El poder del padre sobre el de la madre, obligaba a la pequeña criatura ser mandada al tártaro y le prohibía vivir en las maravillas de la tierra. La diosa de la tierra n...