Miré raro a Jack y noté como sus cejas se alzaban. Estaba segura de que era una pequeña pista, así como la de ayer, no sabía si tenía algo que ver con la otra realidad de la que hablaba, pero estaba segura de que pronto sabría de qué trataba todo esto.
- Deja tu mochila, tenemos cosas que hacer.- Me ordenó pero de una forma tranquila, sin ninguna gota de autoridad. Obedecí y dejé mi mochila en la entrada de la casa, vi sus llaves del convertible en su mano y me guiñó un ojo.- Te encantará esto
- Esto no me convertirá en algo además de ladrona y tramposa ¿Verdad? - Jack lanzó una carcajada y después fingió pensar seriamente en mi pregunta.
- Ya veremos.
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Miranda era divertida y no tenía que intentarlo, después de meterla al carro casi a la fuerza, se puso más tranquila cuando puse música de The killers a todo volumen, podía escucharla cantar en voz baja.
- ¿Nunca pensaste en ser cantante?
- Soy una terrible cantante, mi voz apesta.
- Sí, la verdad sí.- Confesé entre risas y ella me lanzó una mirada llena de coraje.- Solamente te preguntaba si pensaste en ser cantante, nunca te dije que tuvieras una voz angelical...
- Pudiste mentir por piedad o por ser amable, ¿lo sabías?- Soltó la chica casi haciendo un puchero y definitivamente no encontré eso ridículamente adorable.
- ¿Por qué debería ser amable?
- ¿Quieres que me salga del carro?
- No, no pienso frenar.- Contesté reprimiendo una sonrisa.
- Puedo salirme sin que frenes.- Me retó con una sonrisa juguetona, nunca había visto esa expresión en su cara, pero me gustaba.
- Estás loca si crees que te dejaré lanzarte.- Dije sin poder quitar mi mirada de ella por unos segundos, rápido voltee con la vista en el camino y la escuché preguntarme:
- ¿Por qué?
- No me gustaría que lo hicieras.- Atajé y ella hizo silencio por unos segundos. Después vi por el retrovisor a Miranda, y cuando lo hice reparé la mano de la chica sobre el seguro de su puerta. Joder. La muy terca pensaba realmente en salirse, estaba loca.- ¿Qué demonios haces?
- Adivina, al fin de cuentas, te encanta descifrarme.- Respondió por primera vez usando un tono de voz distinto al que le conocía.
- ¿Qué cosa?
- Yo también te observo como tú me observas a mí, siempre me miras de esa forma tan meticulosa.- No sabía que decir, pues era cierto, siempre la checaba para saber si había algo en ella que yo no conociera, pero en ese momento, la idea de que ella se diera cuenta de lo mucho que la veía, me daba algo de pena.
- Joder, no abras esa puerta.- Dije con un tono de súplica.
- No lo haré, pero debo admitir que a veces me das algo de escalofríos.- Confesó la ojo verde.
- ¿Escalofríos?
- Así es, ¿Cómo sabías lo que me sucedió en el examen?- Demonios, ¿Dónde estaba el dios de la paciencia? No tenía palabras, ni una mínima idea de cómo evadir ese tema, había metido la pata de nuevo.
A estas alturas ya me costaba trabajo no distraerme y seguir conduciendo, por lo que decidí orillarme una vez llegamos a lo último del pavimento y lo primero de un camino terroso.
-No te lo diré ahora, Miranda.- La chica estaba a punto de replicar pero en ese instante sonó mi celular, fue algo inesperado, ya que desde que me encontraba en la tierra, nadie me había llamado. Saqué el celular rápido de mi bolsillo y contesté algo fastidiado.- Habla Jack.- Noté la duda en mi voz cuando ésta sonó en el eco de la señal telefónica. Entonces escuché quién era.
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El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.
FantasíaUna noche el dios de la muerte y la diosa de la tierra engendraron a un hijo. El poder del padre sobre el de la madre, obligaba a la pequeña criatura ser mandada al tártaro y le prohibía vivir en las maravillas de la tierra. La diosa de la tierra n...