Mi perdición.

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Un telón rojo se partió en dos abriéndose, las luces blancas se concentraron en un hombre de barba negra, un sombrero de copa rojo, gabardina del mismo color que el sombrero y unas botas negras con viga dorada. En su mano llevaba un bastón y la música tétrica resonaba de vuelta, miré hacia arriba en lo alto para reparar las caras de todo el público y entonces me dí cuenta de que era el único que se sentía incómodo. Todos aplaudían dando gritos eufóricos llenando la carpa de una energía un tanto salvaje. 

El hombre de barba negra se pavoneaba de un lado a otro con su bastón en una mano y con la otra sujetando un micrófono, una vez los gritos bajaron de volumen, habló.

- Bienvenidos al mejor espectáculo de fenómenos del mundo.- Dijo haciendo notar su gruesa voz, las personas volvieron a aplaudir y a los segundos se callaron atentos.- Lo que verán hoy, no será una serie de bailarinas tendiendo sobre una delgada cuerda a punto de romperse... ni a una mujer siendo partida en dos dentro de una caja, tampoco contemplarán cómo un hombre se convierte en león después de levantar el telón... esos son trucos viejos, lo que ustedes verán hoy serán la prueba de cómo Dios le puede dar la espalda a algunos, ellos no son como nosotros...-Traté de ponerle más atención al hombre parlantín y miré a Miranda, sus ojos estaban atentos en la forma en la que el presentado movía el bastón, para cuando giré mi cabeza de regreso al hombre de barba, las luces se habían apagado y los gritos eran ensordecedores.

- ¿Qué ha dicho el loco del sombrero?- Le pregunté a Miranda casi en un susurro.

- Un rollo... y que el primer fenómeno es el hombre de seis brazos.

- Impresionante.- Apremié falsamente. La verdad es que sí lo era, pero a esas alturas la situación seguía sin agradarme.

Los tambores de las esquinas retumbaron por todo el lugar, cada vez aumentaba la velocidad en la que los supuestos payasos tamborileaban con sus batutas a su tambor y el piso donde estaba el hombre de barba comenzó a abrirse, una niebla infestó toda la carpa y la chica tosió tapando su boca. Todos los espectadores gritaban emocionados y éstos gritos aumentaron cuando un hombre salió de abajo hacia arriba en una caja grande de cristal por la abertura que tenía el piso. Algunos se tapaban la boca sin creer lo que veían y unos flashasos atacaron al escenario, un hombre con seis brazos hacía presencia ante todos con una sonrisa notamblemente orgulloso. Al parecer él sí que disfrutaba de la atención, movía sus brazos de diferente forma cada uno y la dichosa caja de vidrio se abrió.

- Es increíble.- Dijo la chica comiendo palomitas.

- Eso parece.- Solté, el "fenómeno" caminó por todo el escenario recibiendo los gritos del público, lucía una pasareala muy retorcida repleta de gente hambrienta del morbo. Los flashes de las cámaras y celulares volvieron a atacar y eso mismo se repitió con todos los "fenómenos" siguientes. Después del hombre "pulpo", le siguió "La mujer de tres cabezas", "El hombre langosta" y todo me seguió pareciendo un acto inhumano... por no decir aborrecedor.

- Vas a prender fuego toda la carpa si sigues con esa mirada.- Me advirtió Miranda, tomó un sorbo a su bebida y le dediqué la misma pesada mirada a ella.

- Oh, perdón por no tomarles una foto con mi celular. - Dije con mi tono de adolescente entusiasmado, saqué mi celular y le tomé unas cinco fotos a la mujer barbuda.

- Ja-ja-ja... Jack, sé que esto te parece un tanto indigno pero si lo piensas bien, de todo el público sentado el más retorcido eres tú.

- No soy retorcido.

- Lo eres Jack, matas gente por diversión, tú padre tiene un perro gigante de tres cabezas que se come a la gente viva y obligan a las personas a pisar sobre fuego descalzos.

El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora