El tiempo vuela

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----------Jack--------

Miranda confiaba en mí.

Miranda, realmente pensaba que yo jamás podría hacerle algo malo.

¿Por qué demonios no se siente nada bien saber eso? Parte de mi plan sobre enamorarla era ganar su confianza, ¿Por qué ahora que la tengo, se siente tan incorrecto?

Oh cierto, porque había matado a sus padres. No tenía idea de cómo se sentía la culpa, es un sentimiento humano tan desagradable. Sin embargo, es demasiado inevitable. Sobre todo cuando la chica castaña me mira de esa forma, tan inocente y llena de esperanza, maldita sea, me provocaba unas ganas de darle todo lo bueno. El hecho de que me dijera cosas tan halagadoras como lo que dijo sobre mi foto, simplemente empeoraba la situación. 

¿Qué podía decirle? Lamento decepcionarte, pero no, no puedes confiar en mí, sólo te estoy utilizando. Oh no, eso suena mal.

O, te equivocas, sí podría hacerte algo malo, de hecho, ya lo hice. No, eso suena peor.

Vaya mierda. 

Los sentimientos mundanos son tan complicados.

Cuando bajamos del bote, lo volvieron a amarrar al pequeño puente de madera y les devolvimos los remos, Miranda se veía feliz, ya no parecía importarle mucho decirle a su familia o a sus amigas dónde se encontraba, pues ahora sólo pensaba en qué otras cosas podíamos hacer. 

Un hombre vestido de traje elegante color carmesí, nos dio un folleto mediano, al frente tenía una foto de varias personas con máscaras diferentes, llenas de plumas de colores y brillos, tenían formas de cisnes y las damas llevaban vestidos esponjados, era un estilo muy renacentista. Arriba tenía un título que decía "Festival de máscaras".


- Se ve divertido.- Comentó Miranda acomodando un poco su cabello.

- ¿Quieres ir?.- Le pregunté dándole el folleto, ella lo tomó y rio.

- Es esta noche.-Comentó sonriente.- ¿Podemos?- Alzó una sola ceja y eso no tuvo porqué parecerme atractivo. No, para nada. 

- Si así lo quieres... -Le sonreí.- Aunque voy a ponerme un ridículo traje.

- Es solo si tu quieres....

- Por favor Miranda, hay que seguir la bendita cultura.

- Vale, pero no te estés quejando conmigo cuando ya estés vestido y te arrepientas.- Dijo alzando su otra ceja y...ahora que lo veía, sus cejas eran lindas. 

Reí ligeramente fingiendo que había escuchado lo último que dijo y comenzamos a caminar. 

En realidad ya no sabía qué hacer, nunca se me pasó por la mente estar en Venecia como aquellos adolescentes que tienen ya todos tus viajes planeados. Simplemente disfrutábamos de las vistas y platicábamos sin parar. En un punto, para conocernos mejor, ella me comenzó a contar sobre sus experiencias vergonzosas. Yo sólo reía como nunca antes lo había hecho.

- La otra vez, fue cuando pasó por la escuela un chico que me encantaba, era alto, pelo rubio y bueno, ya sabes, era hermoso, entonces yo iba caminando con Grecia y boom, me caí por culpa de un vomito.- Contó y no pude contener mi carcajada.

- Y ¿Te vio?- La chica asintió con la cara roja.

- Fue tan vergonzoso.- Se lamentó.

- Oh claro que no, a los hombres les encanta las chicas que caen sobre un vómito.

- Eres un tonto.- Se rio.

- Debiste ponerte muy en roja de vergüenza. 

- Así es

El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora