Lo doy por muerto.

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Hubo otro silencio incómodo, en el carro únicamente sonaba el ruido de la radio y la respiraciones de ambos, conduje hasta llegar a la casa de la tía de Miranda y noté que no había ningún lugar para estacionarse. Todo estaba repleto de carros de los cuales salían muchas personas que tenían vasijas con comida en sus manos y algunos refrescos. Divisé un espacio libre en frente de mi casa y conduje hasta allí. Después de estacionar el auto, ayudé a Miranda a cargar las bolsas de compras.

- ¿Toda esta gente va a la casa de tu tía?

- Sí, somos una familia grande.- Dijo la chica con una pequeña sonrisa.

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Jack me hizo compañía al entrar a la casa y a juzgar por el ruido, la mayor parte de mi familia se encontraba ya hasta el fondo en el gran patio trasero preparando las cosas como la decoración de luces, los arreglos de las mesas y demás. Entramos a la ocupada cocina y todas mis tías voltearon a verme con la boca abierta. 

- Hola linda.- Me saludó primero mi Tía Inés dándome un abrazo y un beso tronado en la frente.

- Hola tía.- Le sonreí abrumada.

- Hola Miranda, querida.- Me saludó mi tía Gretel mirándome desde su baja estatura.

- ¿Quién es tu amigo?- Me preguntó la tía Leya mirando de reojo a Jack.- Está muy guapo.

- Muy apuesto.- Complementó mi tía Inés, fue inevitable ponerme roja pero Jack no pareció haberse avergonzado, maldito idiota, sabía que era verdad lo que le decían.

- Él es mi amigo y vecino Jack, es hijo de un compañero de trabajo de la tía Alice también.- Comenté dejando las bolsas en la barra café de la cocina. Jack hizo lo mismo.

- Un gusto.- Dijo el pelinegro con una sonrisa muy cordial para mi gusto.

- ¿Serás el acompañante de Miranda para la cena?-  Preguntó mi tía Gretel y estoy segura de que mis ojos se abrieron como platos. 

- Bueno, Miranda aún no me ha invitado.- Dijo Jack con una risa en su voz.

- ¡Pero qué niña tan mal educada!- Bromeó mi tía Gretel.- Todos sus primos traerán a sus parejas y bueno... que yo sepa, mi sobrina aún no tiene novio.

- Vale tía, no tienes porqué estarlo diciendo ni recordármelo.- Bramé ayudando a la tía Inés a vaciar las bolsas de compras.

- Oh, pero si no tiene es porque no quiere....porque pretendientes, no le faltan.- Dijo el chico haciendo que mi cara se ponga más roja, pero del enojo.

- Tan gracioso Jack...en serio, qué gracioso.- Dije con un sarcasmo notorio.

- En fin, sería genial que si no tuvieras nada que hacer, Jack... acompañaras a Miranda esta misma noche a la cena.- Habló mi tía Leya con una enorme sonrisa. 

Estaba a punto de pedir que callaran la boca, pero la verdad es que quería que Jack estuviera conmigo esa misma noche, mi tío Rick vendría y el pelinegro siempre me hacía sentir segura, no era mala idea.

- ¿Sabes tía? eso sería genial, Jack ha estado apoyándome mucho con lo de mis padres, además, mis primas se morirían de envidia, porque mírenlo, está muy guapo.- Dije entre risas sacudiendo el pelo del chico con una mano y todas mis tías se rieron sonoramente mientras Jack sólo me veía con una sonrisa tan radiante que nunca antes había visto. ¿Por qué tenía que tener los hoyuelos más profundos y los dientes más perfectos del mundo?

- ¿Por qué tantas risas?- Entró mi tía Alice a la cocina.- Oh, hola chicos, qué bueno que llegaron con las cosas.- Nos saludó a Jack y a mí.

El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora