Más que un golpe.

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--------------Jack-----------
Pasaron cuatro horas entre lo que veíamos la película y platicabamos. Miranda estaba más tranquila de lo que pensé que estaría y eso me calmaba, al final de cuentas, de eso se trataba todo, de verla feliz. 

Eros se despidió de ambos y se fue volando por la ventana como un pájaro. Una vez di un chasquido y el desorden de los nachos, la pizza y la nieve desapareció, así que llegó el momento de  acompañar a la chica a su casa. 

Afuera todo estaba muy oscuro, pero el ruido de los carros pasando te daban señal de que aún había vida. Miranda cruzaba sus brazos para no sentir mucho frío y le ofrecí darle una chaqueta, no aceptó. Cuando llegamos a la puerta de la casa de la tía Alice, hicimos una parada.

- Espero que te sientas mejor Jack.-Me dijo penosa.- Nunca he tenido alas y creo que nunca las tendré, pero me imagino que es doloroso...si no estás acostumbrado a ellas.

- Gracias.-Sonreí.- Y oye, sobre lo de Agnes, sólo ignórala, te juro que ya no tengo nada que ver con ella.

- No tienes porqué darme esa clase de explicaciones Jack, no somos pareja.

- Pero, creo que como quiera es bueno que lo sepas.

- Da igual Jack.-Rodó los ojos, por alguna razón eso fue como un vuelco a mi inhumano corazón, sonreí roto.

- Da igual. -Me reafirme a mí mismo. Ella asintió.

- No es como que tengamos algo.-Comentó natural, su forma ligera de hablar me pesaba pero no podía dejar que ella lo notara.

-Tienes razón.

-Como tú lo dijiste, está loca si cree que sientes algo por mí y yo algo por ti-Su voz era dura, nunca en mi eterna vida sentí tanta sarna en unas cuantas palabras, su voz era fuego y me estaban quemando la garganta, todo.

- Sí... es de locos ver a un dios con una mortal.-Demonios, estaba sacando mi orgullo.- Sin ofender, claro.-Dije con una risa entre dientes a la cual Miranda se unió.

-Claro.-Me sonrió abiertamente, me sentía morir y eso era patético, porque nunca lo haría, nunca moriría realmente. Pero es que ella tenía ahora todo un poder sobre mi oscura alma y la ablandaba. Le comenzaba a odiar por ello.- Ya tengo que entrar Jack.

-Por supuesto, entra... nos vemos.-Di un paso atrás, no quería abrazarle ni tocarle la mano, eso sería el colmo de mi perdición.

- Hasta mañana Jack... duerme bien.-Asentí. La chica no se quedó un segundo más y abrió la puerta, entró sin mirar atrás y yo me giré para volver a mi habitación. Maldita chica, maldita Miranda que mandaba a volar todos mis demonios para volverse uno. Aunque a decir verdad, no le odiaba tanto, para ser claro, no le odiaba nada... aún daría todo por Miranda y estaba seguro de que eso sólo reafirmaba mi teoría, me había enamorado de ella.

----------Miranda----------
No dejaría que el pelinegro viera el dolor en mis ojos, me comenzaban a arder y al entrar a la casa lo único que podía hacer era tallarlos. Al abrirlos bien, me quedé tiesa sin articular ninguna palabra, mi léxico se redujo a "Hola" pues en la sala estaban completamente todos mis familiares, tíos, tías, abuelos y primos. Me miraban con la boca ligeramente abierta y me esforcé en brotar una sonrisa tímida.

-Hola.- Hablé pero ellos simplemente se miraron entre sí, algunos sostenían un rosario y me preguntaba, qué estaría ocurriendo.

-Hola cariño.-Mi tía Alice fue a mí y me guio al sillón a lado de mis primos y me senté. Miré al rededor y reí nerviosa.

-Yo... no sé qué sucede.- Confesé, los adultos se vieron entre sí y murmuraron. Al final de unos segundos, mi tía Alice acarició mi cabello.

- Tu tío Rick falleció.- Levanté la vista a mí tía y la miré sin expresión alguna, era una de esas noticias que te amargan, pero no te entristecen. Me sentí abrumada, incómoda, incapaz de decir algo coherente. 

La cosa estaba así, me aclaré; El hombre que quería abusar de mí había muerto, me sentía mal porque es triste que alguien muera pero al mismo tiempo aliviada de no tener que pasar más por esa tortura y el miedo que me provocaba. Después estaba el punto en el que me sentía incómoda y deshumanizada, debería llorar, después de todo era mi tío, pero cómo le odiaba.

- Cómo está mi tía Inés?- Fue lo primero que pensé, miré al rededor pero ella no parecía estar allí.

- No está aquí, está con los familiares de Rick... fue un incendio lo que quemó toda su casa.-Dijo el esposo de mi tía Alice.- Por alguna extraña razón tu tía Inés estaba afuera de la casa mientras dormía, y tú tío Rick murió, encontraron su cuerpo quemado. 

-Quien sea que haya elaborado tal atrocidad, era un enemigo de nuestro tío.- Habló mi prima Sahara. 

Mi estómago se revolvió. Tenía náuseas, el fuego...el hecho de que sólo mi tío estuviera dentro de la casa, el hecho de que mi tía estuviera a salvo. Sólo hubo algo que pasó por mi mente en ese instante: Jack.

---------- Jack ---------
Quise dar una caminata, toda la situación me abrumaba y eso no era normal. Llevaba unos cinco minutos caminando con la sensación de que alguien me seguía y a pesar de que intenté restarle importancia, una vez sentí que ese alguien pisó mis talones, me voltee y mi ánimo bajó más.

- Hola Jack.- Me saludó Agnes y voltee mi cabeza siguiendo con mi caminata. Sus pasos se apresuraron para alcanzarme y se puso a caminar frente a mí.- Estás enojado conmigo.

- Ni siquiera sé porqué me hablas.- Atajé serio haciéndola a un lado.

- Actúas tan indiferente conmigo...pareciera que hice algo malo.

- Oh pero vaya que lo hiciste.-Detuve mi paso, la vi con sus brazos como jarras y una cara de molestia.

- Yo no soy una traidora, Jack.- Aseguró, reí con amargura.

- No eres diferente a todos esos dioses que subieron a la tierra.

- Sólo quieren probar la vida que tú has estado viviendo.- Alegó.

- Sólo hacen estupideces...creí que tú eras diferente.

- Sólo escúchate Jack, hablas ya como un adolescente mortal.

- Y tú como una perra.- Esculpí, no quería seguir discutiendo.

-Soy la hija del dios Ares, no deberías arriesgarte a decirme esas cosas.- Soltó indignada.

- Me importa un demonio lo que digas.- Me acerqué amenazante. Puse mi ardientes dedo en su pecho y sus labios formaron una mueca de dolor.- Me entero de que vuelves a incomodar a Miranda y yo mismo te declaro la guerra, perra.



El hijo de Hades: El dolor nunca fue tan hermoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora