Le avisaba a todos los del instituto que hoy habría fiesta en casa de Adam y mía, aunque Adam no vendría por qué no podía pero me dejó encargado que luego limpiará toda la casa. De todas maneras, seguía avisando a la gente. Cuando entraba en clase, iba andando a mi sitio y miraba que en frente la mesa de James estaba Clarie de pie hablándole. Me sentaba al lado de James y miraba a Clarie con una sonrisa pícara, sin decirle nada.
—¿Entonces viene a la fiesta de la casa de mis dos amigos?—Preguntaba James interesado en qué ella viniera.——Iré sin falta.—Contestaba ella colocándose su pelo negro hacia un lado.—
—Pues esperó verte allí.—James le sonreía de lado como un niño inocente y ella se quedaba mirándole sonriendole de lado.—
Claire le dedicaba una última mirada y se iba a sentarse a su sitio. Me reía de la situación y miraba a James. Como fingía de bien que le interesaba esa tía de verdad, pensé. —Te la vas a tirar esta noche.—Dije esa frase de manera afirmación.—
—Lo intentaré.—Dijo temblandole un poco la voz y me miraba, pestañeando varias veces.—
—Claro que lo harás.—Dije poniendo mi mano en su hombro y le sonreía animándole.—
El rostro de James era bastante rara. La gente siempre se ha extrañado mucho que los dos seamos amigos. Antes de qué yo llegara a Inglaterra él no era así para nada. Y ha cambiado muchísimo. Aunque no de aspecto. Él parece más niño bueno y yo más macarra.James tenía un pelo corto castaño muy claro tirando a cobrizo. Sus ojos eran azules y su nariz demasiada ancha. La sonrisa era lo que la mayoría de las tías caían sobre sus pies. Si no se juntase conmigo, sinceramente, podría parecer un niño bueno e inocente. Incluso era más alto que yo. Y yo era todo lo contrario de él.
Mi pelo era negro con un flequillo hacia el lado derecho y rapado por nuca. Mis ojos eran azules oscuros y tenía los labios pequeños pero gordos, los manejaba bien para las tías. Además, yo tenía tatuajes. Uno en la nuca en la parte derecho, me había tatuado una paloma. En el brazo izquierdo tenía tatuada una cabeza de calavera bastante grande y en el codo una telaraña. Eramos bastantes diferentes. Yo era mas bajo qué el y ni si quiera tenía abdominales. Era delgado, sin más. No sé como puedo gustarle tanto a las tías.
*******
Estaba en la cocina apoyado en la encimera junto a James mientras me fumaba el segundo porro y me bebía una cerveza. La gente llegaba y llegaba. Yo ni si quiera abría la puerta para que entrarán. Ya lo harían otros por mí. Incluso entró un repartido de pizzas en la cocina sosteniendo en sus manos como unas quince cajas. James y yo fuimos corriendo al tío de las pizzas a coger una y rápidamente nos alejábamos de la cocina. Yo no iba a pagar.
Nos comíamos la pizza con ansiedad ya que el efecto de los porros dan hambre. Eructaba al terminar de comer y me levantaba del suelo sacudiendo mis manos. Miraba a James que estaba encorvado. —Vamos a tomar tequila, chamaquito.—Imitaba el acento mexicano mientras me reía levemente y miraba su cara.— Anima esa cara.— —No es nada, solo es por tomar mucha bebida.—Se tocaba la frente como si se estuviera tapándose su rostro.—
—Colega.—Rodeaba sus hombros atrayéndolo a mí y miraba al salón como bailaban las tías.—Tenemos drogas, bebidas, comida y sexo.—Le miraba nuevamente alzando mis cejas.—Se un hombre y follate a alguna zorra de este sitio.—
—Dean estoy bien.—Frucía el ceño poniendo una cara de confusión y luego se reía negando.—Éstas loco.—
—Los locos somos los mejores.—Me soltaba de él extendiendo mis brazos, y daba saltos, me reía a carcajadas.—
—Yo también lo estoy.—Dijo gritando riéndose y saltaba junto a mí.—
Saltamos por varios minutos sin parar de reírnos y James fue el primero en parar. Paraba luego yo mientras me quedaba mirándole.
—Voy a la cocina y luego vuelvo.—Dijo James mirando a la cocina, y se iba hacia dónde me dijo.—
Asentía viendo como se iba a la cocina y luego pasaba yo entre la gente. Al menos le esperaría cerca. Me colocaba en la pared, al lado de la barra americana y cogía una cerveza media llena. Me quedaba mirando a la gente de bailar y de liarla mientras bebía de esa cerveza. Había demasiada tías en este lugar y aún no estoy acción por mi colega. Para qué luego digan que amigos no hay. Me estoy sacrificando demasiado. Me terminaba el botellín dejándolo en la barra otra vez y esta vez vacía. Miraba frente mía viendo qué una rubia estaba delante mía. Era una de las amigas de Brooke. ¿Me dará el coñazo?
—Hola Dean.—
—Hola.—Le saludaba mirándola fijamente con el ceño frucido, era bastante raro que me hablará.—
—Buena fiesta la que has montado.—Dijo mientras me sonreía y tocaba su pelo rubio.—
—Gracias.—Dije confuso mientras mantenía el ceño frucido y fingía una sonrisa.—
—Tu ya no éstas con Brooke, ¿no?—
—En realidad, nunca lo estuve.—Dije dejándole claro un poco fastidiado de ese rumor estúpido.— —Pues que bien.—Su sonrisa se le ampliaba más, se mordía su labio mirándome de arriba abajo, y pestañeaba varias veces.—
—¿Por qué?—
—Por qué estamos en una fiesta, por qué tú eres libre y yo también, no sé si me entiendes.—
—¿No eres amiga de Brooke?—Pregunté extrañado por qué ya entendía lo que me quería decir.—
—Pero eso no significa qué tu me dejes de gustar.—
Esa rubia vino hacía a mí colocando su mano derecha en mi nuca atrayendome a ella y me besaba despacio mordiéndome en mi labio. Con su mano izquierda cogía mi mano y la colocaba en una de sus tetas. La agarraba mientras le seguía el beso y luego ella se separó pestañeando.
—Vamos a ello.—Dije asintiendo mientras le agarraba la mano, y la guiaba a la habitación de Adam.—
Claramente no iba a meterla en mi habitación. Mi habitación era sagrada. Entraba en la habitación de Adam que estaba vacía y la cama era mas amplia. Joder que si lo era. Cerraba la puerta y vi que esa chica vino a mí a saco. Me ponía contra la pared mientras me besaba y colocaba sus manos por mi cuerpo como si fuera un pulpo. Pues si quiere lo que quiere, yo se lo daré.
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El Puto Amo.
RomanceEl querido y guapo de Dean Marshall de 19 años, es un popular mujeriego. Él es pasota, es divertido, es optimista, bastante ligón y eso si, es muy grosero al hablar. En su instituto todos le consideran como el puto amo. Por qué se acuesta con todas...