Juliette
Abría mis ojos despacio mirando que estaba en una habitación que no era mía. Estaba todo blanco. Me miraba a mi misma mirando que tenía dos sueros en cada lado y me miraba a mi misma. Estaba vestida pero... ¿Que hacia en esta camilla? Aún sentía mareos en mi cabeza y decidí dormir un poco más. No me podía mover muy bien de la cama.
A los pocos minutos después escuchaba que alguien entraba en la habitación y abría otra vez mis ojos haciendo el esfuerzo de mantenerme despierta. Era una enfermera. Una señora de alta edad. Se me acercaba tocando mis sueros y mirándome.
—Buenos días Juliette, ¿Como se encuentra?—Esa enfermera me saludaba de manera cordial.—
—Mareada.—
—¿Te duele algo?—
Negaba.—Eso es que necesitas desayunar.—Decía la enfermera mientras me miraba con una sonrisa amigable.— Te lo traeré.—Se salía de la habitación de repente.—
Miraba como se iba e miraba los dos barrotes a cada lado de la cama. Me agarraba a eellos para incorporarme y me sentaba mucho mejor en la cama. Aunque aún me sentía mareada. Esa enfermera no tardó demasiado en venir con una bandeja. Venía a mí colocándola encima mía despacio y me señalaba todo lo que había en la bandeja.
—Cometelo todo y te sentirás mucho mejor.—Decía con esa amabilidad tan encantadora y nuevamente se iba de la habitación.—
Había tostadas con mermelada. Croissant. Galletas. Zumo de naranja. Mmm. Zumo de naranja. Es a lo primero que quise tomar.
Cuando estaba desayunando me estaba sintiendo muchísimo mejor. Como nueva. Y no me sentía nada malo. Es que no entendía que estaba haciendo aquí. La puerta la abrían de repente y entraba el doctor. Y Ricky. Abría mis ojos repentinamente dejando la tostada a medias y sonreía al verle. Aunque la cara de Ricky era total de preocupación.
—Buenos días Juliette, ¿Como te encuentras? ¿Mejor?—Decía el doctor sosteniendo una especie de carpeta suponiendo que era los datos de los enfermos.—
—Estoy bien, lo que no entiendo, es que que hago aquí.—
—Chocaste a un hombre por detrás de su coche y te diste un pequeño porrazo en tu cabeza pero al parecer sólo perdiste la consciencia, no te pasó nada de nada.—Venía a mí mirando mi rostro. Cogía de mi barbilla ladeando mi cara de un lado a otro comprobando si estaba bien del todo y luego la soltaba.— Te ingresamos, te hicimos todo tipo de pruebas y no era nada, a sí que te sedamos para que durmieras toda la noche.—
—¿Y cuando puedo irme?—
—Hoy mismo se te dará el alta.—Decía sonriente mientras miraba a los dos y se iba de la habitación.—
Nos dejaba a los dos solos y Ricky vino a mi corriendo. Me abrazaba fuertemente. Le seguía el abrazo como podía intentando no evitar que la bandeja se cayera. Ricky se apartaba después dándose cuenta y quitaba la bandeja de encima mía. Me reí levemente mirando a Ricky.—¿Como sabías que estaba aquí?—
—Encontraron tu móvil en el coche y llamaron al último número que te llamo que fui yo.—Decía explicando lo sucedido rápidamente, luego metía la mano en su bolsillo y me devolvía el móvil.—
—Gracias.—Susurré cogiendo el móvil, lo dejaba en mi mano sosteniéndolo.—
—Me distes un susto de muerte, ¿Como sucedido Juliette?—
—No lo sé.—Negaba lentamente dejándole de mirarle y aclaraba mi garganta.— Creo que.. iba un poco.. bebida.—Fingí.—
—Debería enfadarme por esto pero lo importante es que estés bien.—
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El Puto Amo.
RomanceEl querido y guapo de Dean Marshall de 19 años, es un popular mujeriego. Él es pasota, es divertido, es optimista, bastante ligón y eso si, es muy grosero al hablar. En su instituto todos le consideran como el puto amo. Por qué se acuesta con todas...